WASHINGTON.-SONIA SCHOTT
Especial
Esta visita del presidente colombiano a EEUU, es vista por el “establishment” político de Washington como uno de los éxitos de política exterior estadounidense más importantes de los últimos años
WASHINGTON.-SONIA SCHOTT
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Ni el mal tiempo que reinaba en la capital estadounidense logró empañar el entusiasmo que provoca en casi todos los sectores, la conmemoración de quince años de esfuerzos que podrían sellar la paz definitiva tras más de cinco décadas de conflictos armados en Colombia.
Cerrar las heridas provocadas durante estos años no resulta fácil, sin embargo, el presidente Juan Manuel Santos, le ha puesto fecha de concreción al plan de paz para 23 de marzo del 2016.
Y es que a los largo de estos 15 años de implementación de Plan Colombia, hubo innumerables denuncias que hablan de excesos y que han pasado desde las ejecuciones extrajudiciales cometidas por miembros de las fuerzas armadas, los falsos positivos, el asesinato de defensores de derechos humanos y sindicalistas, hasta sonados casos de espionaje ilegal que han comprometido la conciencia de políticos y civiles, según Organizaciones No Gubernamentales como Human Rights Watch o centros de estudios como WOLA, que promueven la defensa de los derechos humanos.
Pero esta visita del presidente colombiano a EEUU, es vista por el “establishment” político de Washington como uno de los éxitos de política exterior estadounidense más importantes de los últimos años, sin mencionar que ha contado con el total apoyo bipartidista norteamericano. No en vano el Plan Colombia pasará a formar parte del legado presidencial de Obama y Santos cuando ambos finalicen sus periodos.
“Estos encuentros reflejan el alcance de nuestra relación bilateral [entre Colombia y EEUU], que se encuentra entre las más sólidas en América Latina, o realmente en cualquier lugar del mundo”, es lo que se escucha desde La Casa Blanca, la Cámara de Comercio o el Congreso.
Santos por su parte, reconoce que se ha invertido mucho capital político durante todos estos años, y es que según él mismo reconoce, es más fácil hacer la guerra que la paz.
“Presentar trofeos de guerra no es lo mismo que trabajar por la paz”, señala y saliéndole al paso a aquellos sectores a quienes no complace un proceso que podría sacrificar la justicia a la paz les responde que las víctimas estarán al centro del proceso y ellas están dispuestas a llegar a una solución que busque conjurar y cerrar el capítulo de esa espiral de violencia definitivamente, que tanto las ha afectado.
Otra de las interrogantes que a menudo le han presentado a Santos diversos sectores en Washington tiene que ver con cómo asumir el reto futuro que representa integrar a esos miembros de la guerrilla que por tantos años no han tenido más oficio que la muerte.
“Colombia ya tiene esa experiencia”, señala Santosy afirma que la vía es a través de la participación política en las zonas rurales, eliminar cada vínculo con el tráfico de droga y la delincuencia, programas de integración en la sociedad y por supuesto siempre la presencia del Estado.
“Somos parte del Tratado de Roma, que significa facilitar la resolución pacífica de conflictos respetando los derechos humanos”, recalca.
Confiesa que se enfrenta siempre a las dudas de darle demasiado espacio a la impunidad y admite que todo proceso tiene un costo, pero que en este caso, es mínimo.
“Hay elementos del proceso de paz que no son muy populares pero hay que poner más atención en el paquete completo”, señala.
En esta visita de tres días, Santos espera concretar la segunda parte del capítulo Plan Colombia, que servirá para apoyar el proceso del postconflicto con un incremento sustancial de ayuda norteamericana.
Colombia también espera que de la mano de la agenda de paz puedan aumentar las oportunidades comerciales que representen la posibilidad de inversión extranjera que la impulsen como una de las promesas económicas de la región y por qué no, del mundo.
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