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WASHINGTON.– Más de 200 manifestantes fueron detenidos antes y después de la toma de posesión de Donald Trump como el presidente 45 de los Estados Unidos al tiempo que miles de simpatizantes acompañaban al empresario en sus actos de investidura.
Las manifestaciones ocurrieron en los alrededores de la avenida Pensilvania, por donde Trump desfiló antes de llegar a la Casa Blanca. En ocasiones, las protestas se volvieron violentas, al punto de que la Policía tuvo que intervenir con granadas lacrimógenas, repartir bastonazos y cerrar algunas calles que no estaban previstas. De hecho, la capital de la nación amaneció parcialmente militarizada con un gran despliegue de efectivos de la policía que se distribuyeron en las principales intersecciones, apoyados por vehículos ligeros blindados.
“Resisten la oposición de Trump al cambio climático”, “que suene la paz” fueron algunas de las consignas entonadas por los manifestantes antes de que las protestas se volvieran violentas a punto de que rompieron cristales de varios establecimientos comerciales como Starbucks y Bank of America. La Policía, artillada con porras y escudos transparentes, enfrentó a los miles de manifestantes con violencia cuando los disturbios se intensificaron en la gran alameda frente al monumento a George Washington.
“Esta gente vino aquí a provocar disturbios porque no entienden lo que es un sistema democrático y han perdido las elecciones”, explicó a DIARIO LAS AMÉRICAS, Patrick Jones, un seguidor del ahora presidente estadounidense que vino expresamente de Carolina del Norte a presenciar la toma de posesión.
La policía del área metropolitana de Washington informó que los manifestantes detenidos serán acusados de perturbar la paz pública y enviados ante un juez del Distrito de Columbia en las próximas horas.
A su vez, a pocos metros de la Union Station, detrás del Capitolio, en el bar irlandés más famoso del Distrito Columbia, el ‘Dubliner’, antro de innumerables conspiraciones políticas y donde el personal legislativo se esconde entre bambalinas, los seguidores del presidente Donald Trump lo tomaron por asalto para asistir a la toma de posesión de su ícono delante de un par de imponentes televisores.
Cuando el helicóptero presidencial despegó con la familia de Barack Obama se escucharon aplausos, risas y un canto inmemorial: “Se va, se va y ya se fue”.
William Stevens, un seguidor del mandatario empuñó su vaso de cerveza y le dijo al reportero: “No escriba noticias falsas porque ustedes se han portado muy mal con nosotros”. Con Stevens no hubo argumento de valiera porque su opinión ya estaba formada. Pero fue condescendiente: “Enterraremos el hacha pero a partir de ahora se deben portar mejor”.
Stevens y sus amigos, que abarrotaron el Dubliner miran hacia la llegada de Trump a la Casa Blanca con una esperanza renovada de que Estados Unidos puede "recuperar" la grandeza de antaño pero, curiosamente, no son particularmente críticos con Barack Obama. Muchos creen que se ha dado una vuelta de página a un momento importante de la historia del país pero ahora “hay que seguir adelante”, explica.
“No es el problema de los empleos sino la filosofía con que nuestra clase política nos ha tratado. Se han enfrascado demasiado en peleas intestinas y en su propia protección, explica, citando casi literalmente la crítica que el nuevo mandatario hizo en su discurso de toma de posesión y que acababa de ver momentos antes, en medio del jolgorio de la cofradía.
En la calle, frente al edificio de la estación de trenes de la capital de la nación, miles de manifestantes descargaban su frustración por la toma de posesión.
“Es un presidente ilegítimo. Tenemos un presidente que, si bien ha ganado las elecciones en el colegio electoral, no se impuso en el voto popular”, explica Winston Marquis, quizás uno de los pocos afroamericanos que salió a la calle este día, en contraste con las decenas de miles que hicieron lo mismo el año 2008 cuando fue electo Obama.
De hecho, los pocos que se aventuraron, en medio de un frío ambiental característico de esta época del año, se dedicaron más a vender la parafernalia de recuerdos, como gorras, camisetas, medallas e insignias, con la imagen de Donald Trump.
El desfile inaugural tuvo la gala de otros años pero la asistencia no fue nada de extraordinario. El despliegue policial era inmenso, dos cordones policiales separaban al presidente Trump del resto de los mortales, aunque en tres ocasiones –una de ellas delante de su hotel, donde les aplaudieron sus propios empleados– el mandatario se bajó de la limusina presidencial y se dirigió a saludar a los presentes, mientras su familia directa, su esposa Melania, los hijos y el vicepresidente Mike Pence, observaron a la distancia. A pocos metros del hotel, una decena de activistas del Partido Socialista de la Libertad le gritaron: “Trump regresa a Nueva York”. Pero no hubo incidentes.
En el aire, dos helicópteros del Departamento de Seguridad Territorial (DHS, por sus siglas en inglés) sobrevolaban el desfile atentos a todo detalle y apoyando la decenas de tiradores especiales que coparon los techos de la Avenida Pensilvania, desde el Capitolio hasta la Casa Blanca.
Mientras, ya son visibles por toda la ciudad, las mujeres que han sido convocadas para la marcha femenina de este sábado. Se desplazan en grupos, exhibiendo insignias de apoyo a la excandidata demócrata Hillary Clinton, muchas con gorritas rosadas y carteles, algunos en español, abogando por el respeto hacia los inmigrantes. “Respeta mi procedencia o habrá resistencia”, decía uno de ellos, escrito en español. “Mañana van a ver nuestra fortaleza”, dijo una de ellas en la zona de Dupont Circle, donde los defensores de la despenalización de la marihuana distribuyeron gratuitamente a los viandantes cigarrillos de la hierba.
Tras la ceremonia de asunción de Trump, el expresidente Barack Obama voló hacia California mientras que el exvicepresidente, Joe Biden, se montó a un tren en la Union Station y partió, raudo, hacia su casa en Wilmington, Delaware, tal como hizo día a día, desde que fue electo senador por ese estado desde 1973 hasta el 2009.
FUENTE: Enviado especial