El alarmante repunte de enfermedades endémicas registrado en los últimos años en el país de la revolución bolivariana genera alerta en la región y coloca a la Patria de Bolívar muy por debajo de naciones como Haití o República Dominicana. La salud en Venezuela retrocedió al menos 60 años.
Tiempo atrás, el ministerio de salud venezolano era el ente encargado de llevar un registro de las estadísticas con el fin de aplicar políticas públicas que hubiesen atendido la situación; pero la negación absoluta de la existencia del problema no lo resolvió y los venezolanos ven con asombro cómo a diario se conocen de afectados por dengue, paludismo o “chikungunya”, en el peor escenario, los afectados han fallecido.
Enfermedades que solo reflejan la miseria en la que han llevado a una nación petrolera, donde los hospitales carecen de insumos y los pacientes mueren de mengua. Le negación solo ha condujo al olvido del problema.
Cada nuevo ministro de salud cuando asume el cargo hace promesas de mejoras, de cambio. De entregar estadísticas formales para iniciar políticas de control de epidemias; pero ninguno ha cumplido y las distintas sociedades médicas, independientes al oficialismo, se han visto en la obligación de recolectar la data para establecer políticas individuales ante la situación.
Cada venezolano tiene un familiar o un amigo que ha sido afectado por alguna de estas epidemias. De 2014 solo se tienen las estadísticas de la Red de Sociedades Médicas y Científicas que señalan que casi 235 mil personas fueron afectadas por dengue entre el hemorrágico y el clásico. Mientras que en 2015 se han registrado 106.014 casos de malaria, cifra que obliga a voltear a 1951 cuando hubo 103.045 afectados. Las noticias de las epidemias que corren por las calles de Venezuela crean alarma sólo en la población, porque el gobierno se hace de la vista gorda y prefiere mantener al país seis décadas atrás.