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@eleonorabruzual
La implacable Justicia tocó a la puerta. Luiz Inácio Lula da Silva, otro más que parece haber desgastado el disfraz de líder probo y responder, a pedido de fiscales que adelantan la investigación, si tanto él como su familia recibieron favores de grandes empresas constructoras.
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Los venezolanos padecemos hoy el horror del único final que podía tener un país secuestrado y devastado por una banda de malhechores, que desde que lograron, con mecanismos democráticos que brindaba la Venezuela pluralista, hacerse del gobierno a través de elecciones libres, cambiando la montaña y las acciones terroristas por las mesas electorales y como en el cuento de la Caperucita roja y el lobo feroz camuflarse, tras aparentes modos democráticos, una vez en el Poder, fueron destruyendo esa característica republicana e instaurando la cartilla tan conocida, donde borrar derechos, respeto al ciudadano, libertad, pluralidad y alternancia les garantizaba, como en la Cuba esclavizada por los Castro y sus huestes, el intocable derecho de asesinar, vejar, perseguir, desterrar, aterrar, saquear, amasar fortunas inconmensurables, mientras se cuidan muy bien de no sacar de la pobreza y la sumisión a millones de seres, a los que pescaron como se atrapan los bancos de peces. Seres a los que se les repite y repite la consigna del odio, de la violencia. Lavado de cerebro logrado, manoseando y manoseando una fulana “justicia” que hoy sabemos es la peor de las iniquidades.
El cierre de esta semana que concluyó me hizo recordar aquella entrevista que le realizó el semanario alemán Der Spiegel a uno de los pillos más suertudos de esta era colorada que finaliza. La entrevista la leíamos en el año 2008, hace ya 8 años, y hoy, comenzando marzo de 2016, ese farsante habilísimo ha tenido que responder a acusaciones muy graves y acompañar a las fuerzas de seguridad que allanaron la mañana del pasado viernes su casa, cuando la implacable Justicia tocó a la puerta. Luiz Inácio Lula da Silva, otro más que parece haber desgastado el disfraz de líder probo y responder, a pedido de fiscales que adelantan la investigación, si tanto él como su familia recibieron favores de grandes empresas constructoras.
En Der Spiegel Lula, sin imaginar siquiera que ocho años después ya no sería el impoluto izquierdista que se daba el lujo de “santificar” cómplices, y se engolosinaba leyendo como muchos medios de prensa extranjeros le asignaban el título de “personaje del año” y hasta el complaciente y enamoriscado Barack Obama, lo llamaba "el político más popular del planeta", mostrando ya su debilidad por esos transgresores izquierdosos, pontificaba sobre las “victorias” de Hugo Chávez, Evo Morales en Bolivia y hasta de Fernando Lugo aquel cura gozón de Paraguay. Los mostraba como pilares del avance democrático y garantía de “honestidad”, sólo porque todos esos malandros “provenían verdaderamente del pueblo". Endiosado, Lula se vanagloriaba de lo que calificaba como “nueva balanza de poder en América Latina”, y al poseedor de aquella “chequera” delictiva que compraba chulos en toda América y Europa, lo signaba como el mejor. Me refiero a su proclama, publicada también en la misma entrevista de Der Spiegel, adonde me devuelvo y leo: "Sin duda, Chávez es el mejor presidente que ha tenido Venezuela en los últimos 100 años. Y aun así no ejerce ni remotamente la influencia que se le atribuye. Europa no necesita tener miedo a la izquierda en América Latina". Lula envanecido e impune, especie de “príncipe” de un culto satánico logrado e impuesto por ese jettatore asqueroso que es Fidel Castro y ahora su “hermanito” Raúl.
Y sí, para Lula por supuesto que el golpista depredador que decretó la ruina moral y económica de Venezuela, fue el mejor. Tan bueno que muchas de las terribles corruptelas que hoy se sabe, le tienen como protagonista o beneficiario y cómplice, se dieron gracias a la conversión de Venezuela en botín que atrajo, entre muchos otros, a los ladrones de Brasil, tanto políticos como empresarios. Moqueando Lula el gran pillo busca en una mezcla de sensiblera lloradera y bravuconadas que le son comunes la manera de salvarse y capitalizar este tiempo de justicia que le llega. Lula lloriqueando frente a grupos de seguidores movilizados para la puesta en escena asegura que estos fiscales liderados por el ya famoso combatiente de la corrupción, el juez Sergio Moro, “encendieron en él la llama” y sin innovación alguna esgrime la manoseada frasecita “¡La lucha continúa!". Esa “lucha” que le escuchamos a cada capo de la banda que pierde su supremacía en un continente donde pareciera que pueblos burlados despiertan. Lula, Evo Morales, Maduro se pretenden salvar alegando ser víctimas de un "show mediático". Pero no lo es, es simplemente el final de un tiempo de pillos, ladronazos e infames.