domingo 17  de  marzo 2024
FLORIDA

Altar improvisado por las víctimas de la tragedia de Surfside

Con flores, peluches, rosarios, imágenes religiosas y fotografías de las personas que quizás dormían la noche del desplome del edificio, la verja de una cancha de tenis cercana al lugar se erige como sitio de plegarias y oraciones
Diario las Américas | CÉSAR MENÉNDEZ
Por CÉSAR MENÉNDEZ

SURFSIDE - A unos pocos metros de donde se encontraba el tristemente célebre condominio Champlain Towers South, en la verja de una cancha de tenis, se levanta un pequeño altar. Entre las muchas imágenes, encuentro la de un matrimonio joven con sus dos hijos y un pie de foto que resuelve magistralmente la fórmula del amor: MARCUS GUARA + ANA GUARA [igual a] LUCIA & ENMA GUARA. Un padre que carga a su pequeño para que sepa la altura que alcanzará cuando sea mayor. Veo también la imagen de una superabuela, una bonita mujer, de unos cincuenta años, tratando de alcanzar una flor. En otra aparece junto a su gran familia repleta de niños, todos juntos, sonrientes, en torno a ella.

Una chica mira desafiante la lente de la cámara que tomó esa imagen a la que ahora acompaña un girasol triste y dos rosas marchitas.

Además de alegres rostros cargados de vida, en el altar cuelgan rosarios, flores y medallas religiosas. Debajo, en la acera, peluches, muñecas y juguetes diversos nos hacen sentir un escalofrío por la espalda al visualizar que muchas de las víctimas eran niños.

A la señora que rezaba, le pregunté si era familiar de alguno de los fallecidos. Me contestó, negando con la cabeza, que ella rezaba “para que esas almas que aún no saben que están muertas encuentren el descanso que se merecen. Yo rezo por la paz de esas almas, sobre todo las de esos angelitos inocentes que se han ido”. Claro está, en el mejor de los casos, muchos de los fallecidos dormían aquella fatídica madrugada del jueves 24 de junio, cuando tomaron su último aliento. Tal vez soñando con un futuro ahora un tanto imposible. O, quién sabe sí, al irse sin despertar, continúen soñando eternamente.

Este altar improvisado, en una zona de difícil acceso, nos muestra lo frágiles que somos. Y sitúa en el centro de esta dimensión lo importante que es el amor, familia, felicidad y ahora. Todo lo demás se irá como esas fotos, mojadas por la lluvia, que comienzan a perder el color en este altar improvisado.

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