MIAMI. - El cierre reciente de Radio Mambí fundada en 1985, así como el de otros medios de comunicación del sur de la Florida, marcan un punto de inflexión en el espectro informativo hispanos en Miami.
El cese de las transmisiones de la emblemática emisora pone fin a décadas de una institución que constituye un referente de los medios, no solo en Miami, también para todo el país
MIAMI. - El cierre reciente de Radio Mambí fundada en 1985, así como el de otros medios de comunicación del sur de la Florida, marcan un punto de inflexión en el espectro informativo hispanos en Miami.
En estos casos no se trata únicamente del apagón de una señal radial o televisiva, ni de una decisión corporativa más en un mercado cambiante; si no de la pérdida de espacios construidos durante décadas bajo estándares profesionales de rigor, verificación y responsabilidad social, en un momento en que la información se desplaza aceleradamente hacia plataformas digitales donde el alcance suele imponerse a la credibilidad.
Radio Mambí, durante años parte de Univisión Radio, fue sinónimo de una frecuencia con identidad, audiencia fiel y una línea editorial reconocible. Desde el momento en que fue adquirido hace tres años por un consorcio vinculado a intereses financieros externos a la tradición radiofónica local —encabezado por George Soros— la emisora inició un proceso de deterioro que culminó con su cierre definitivo. La plataforma no solo fue un negocio rentable durante gran parte de su tiempo, fue además una institución dentro del exilio cubano, una tribuna política, social y cultural para varias generaciones.
Hoy, mientras la publicidad migra hacia podcasts, redes sociales y plataformas donde cualquiera con un teléfono puede “emitir”, el periodismo profesional enfrenta retos que amenazan su estructura: la sustitución del contenido verificado por opiniones virales, muchas veces sin contraste de fuentes ni valor informativo. El resultado no es solo un mercado laboral más precario para comunicadores formados, sino también una sociedad menos informada y más vulnerable a la manipulación.
Pepe Forte, quien fuera de las voces emblemáticas de la emisora, reconoce que el cierre no lo sorprendió.
“Yo sabía lo que iba a pasar. Se suponía desde que me encontraba trabajando en Radio Mambí. A pesar de que yo renuncié el día cinco de septiembre de este año, primero lo suponía, lo olfateé. Después, incluso ya estando fuera de Mambí, me llegó la información posiblemente primero que a nadie, pero yo no quise revelar ni que lo sabía. Primero, por respeto a la fuente, y segundo, porque no soy figura pública de querer dar palos periodísticos de esa manera, sobre todo cuando se trata de tu casa querida, en la cual trabajaste durante mucho tiempo y detrás de ti quedaron amigos queridos y colegas. Pero lo sabía, incluso la fecha con anticipación de cuándo iba a ser, de manera que yo no puedo decir que me haya enterado (recientemente) de que Radio Mambí cerraría.”, afirma.
Su reacción inicial fue de tristeza, no solo por su vínculo personal con la empresa, sino por el peso histórico de la marca. “Radio Mambí representó durante décadas al exilio cubano. Aunque, por supuesto, no solamente decir que el exilio cubano como tal, porque el exilio cubano también es variopinto, aunque creo yo —a mi manera de pensar— que esencialmente es un exilio conservador. Y ahí estaba exactamente la concordancia entre ese exilio y Radio Mambí, en tanto que uno se escuchaba al otro y el otro hablaba del otro. Me refiero a que Radio Mambí escuchaba a sus oyentes, proyectaba su propia voz y, además, representaba la caja de resonancia de ese exilio. Por tanto, que se pierda esa voz, que se pierda esa caja de resonancia, es francamente muy triste.”, explica.
Pepe recuerda que antes de Mambí estuvo WQBA – La Cubanísima, fundada en 1967, y que ambas emisoras terminaron confluyendo en un mismo propósito. “WQBA naufragó hace años. Mambí quedó como el último gran bastión radiofónico del exilio cubano.”, añade.
Aunque reconoce que existen interpretaciones ideológicas sobre el cierre, Forte es cauto:
“Siempre, cuando se produce el descalabro de una compañía de la índole que sea, se puede decir que son razones empresariales, pero aquí aparentemente parece que se trata de razones puramente económicas. Es lo que yo pienso, teniendo en cuenta lo sensible que es Radio Mambí para el exilio y para la comunidad de Miami, precisamente por su vocación conservadora. Ya he escuchado voces que dicen que esto fue una partitura preconcebida, que el afán es acallar a las voces conservadoras. Yo, estando ahí exactamente en la emisora, y a pesar de que soy una de esas voces, no creo tanto que sea de esa manera. Tal vez yo sea un iluso, tal vez sea romántico, tal vez sea muy ingenuo, pero no creo que se trate exactamente de eso.”
Sin embargo, subraya el impacto social del cierre: “Radio Mambí es una de las emisoras más exitosas en el panorama histórico radiofónico de los Estados Unidos. Olvídense de si es una emisora de nicho o si es una emisora en español. Radiofónicamente hablando, por el éxito que tuvo desde que salió al aire, por la audiencia que logró juntar, por lo lucrativa que fue comercialmente, y además por el éxito que tuvo desde el primer momento. Las emisoras tienen un período de tiempo para que puedan florecer. Mambí no fue una flor que floreció después: Mambí nació con la flor abierta desde que arrancó. Su desaparición deja un vacío que no se llena fácilmente”.
Para Ninoska Pérez Castellón, una leyenda del periodismo en Miami, la lectura es distinta y más contundente. La comunicadora, que dedicó 26 años de su vida profesional a Radio Mambí y La Cubanísima, no oculta su indignación. Señala cómo se está perdiendo un espacio clave para la pluralidad de voces en la cuna del exilio cubano, cómo este cierre afecta a una generación de oyentes que encontraba en Mambí compañía diaria y una voz firme, y, desde su experiencia, cuáles serán las consecuencias de esta pérdida en el panorama mediático en español de la ciudad.
“Había rumores de que la situación económica no era buena, pero sabía que esto sucedería. El grupo que compró la emisora no sabía de radio ni tenía experiencia empresarial; solo tenía el dinero para hacer daño”, afirma.
Para ella, el cierre fue “innecesario” y responde a un patrón más amplio.
“Fue una pérdida enorme: una voz que por años informó a la comunidad, denunció los abusos del régimen cubano y defendió al exilio. Desde hace más de un año denunciamos una campaña feroz contra los medios conservadores hispanos, acusándonos de desinformación”, sostiene.
Ninoska no duda en calificar a Radio Mambí como “un bastión de integridad y lucha frontal contra la dictadura de Cuba”. Y va más allá:
“El objetivo fue silenciar. Igual que hacen las dictaduras: censura y destrucción. No me sorprendió el final”.
A nivel personal, recuerda su paso por la institución como una etapa de entrega total:
“Di un espacio a la oposición cubana y denuncié al régimen al punto de que Fidel Castro me llamó ‘la primera dama del terrorismo radial’, atacándome junto a su camarilla. Al mismo tiempo, viví momentos espectaculares, como la llamada del presidente Bush a mi programa. Entrevisté desde presidentes hasta el príncipe heredero del Sha de Irán, además de políticos, escritores y activistas; siempre estuve del lado de las víctimas y denuncié a los victimarios. Me fui con la frente en alto, sin la bonificación que me correspondía y sin aceptar un cheque de una empresa financiada por Soros. Recibí un mensaje del presidente Trump felicitándome y dándome la bienvenida a mi nueva casa, La Poderosa. Y lo mejor de todo es que, hasta ahora, por mucho que lo intentaron, no me han podido doblegar.”
DIARIO LAS AMÉRICAS consultó a otros colegas del medio, que prefieren permanecer en el anonimato por acuerdos de confidencialidad, pero que también conocían de la situación y ofrecieron sus opiniones. Ellos señalaron que, aunque les gustaría profundizar en los detalles, no podían hacerlo públicamente debido a compromisos legales y obligaciones contractuales, incluyendo pagos pendientes por servicios prestados. La tristeza por lo ocurrido también los invade.
El cierre de Radio Mambí se suma a una tendencia que ha afectado a otras instancias comunicacionales de suma importancia en Miami. La emblemática WQBA – La Cubanísima despidió a todo su personal y eliminó su programación informativa tras décadas de servicio a la comunidad cubana. Por su parte, América TeVé (Canal 41) cesó sus operaciones tras disputas legales entre accionistas, dejando su señal prácticamente automatizada. También medios impresos como el River Cities Gazette y el Miami SunPost dejaron de circular en papel, migrando al formato digital o cerrando definitivamente. Incluso grandes cadenas internacionales como CNN, han realizado reestructuraciones, recortes de personal y reubicaciones de oficinas, adaptándose a un panorama mediático donde la información se desplaza cada vez más hacia plataformas digitales y redes sociales, y donde los modelos tradicionales de noticias enfrentan presiones económicas y estratégicas sin precedentes.
En este contexto, la estocada final de Radio Mambí revela el costo social de un nuevo modelo que prioriza bajo costo y alto alcance por encima del rigor profesional, la verificación de datos y la responsabilidad editorial, y plantea una pregunta de fondo no solo económica, sino ética y social: ¿quién asume hoy la responsabilidad de informar con rigor y preservar espacios históricos de pluralidad y memoria comunitaria?
Para la gran mayoría de los comunicadores de profesión, para quienes el periodismo es vocación, pasión y entrega total, el temor a que nuestro trabajo se vea en peligro sigue siendo latente. Cuando los medios tradicionales cierran, no solo se pierden empleos para periodistas con formación académica, preparados y con trayectoria, sino también memoria y contexto; se debilita, además, la capacidad de la audiencia para distinguir entre información y propaganda, entre noticia y opinión viral o rumores.
Una realidad que describe el periodista Rolando Nápoles, graduado en el año 1991 en la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana.
“La defensa del valor del periodismo como lo conocíamos antes de esta era de los ‘influencers’ y las redes sociales se hace hoy cada vez más difícil. Precisamente porque la audiencia que se está formando con esta era de las plataformas digitales es una audiencia de la rapidez, de los mensajes cortos, del amarillismo informativo, de no fijarse si es cierta o no esa información, si quien la da tiene credibilidad o no, si usó fuentes reales o no, de no saber discernir ni siquiera a veces que una imagen es o no hecha con Inteligencia Artificial. Y cada vez quienes producen informaciones con este estilo son, tristemente, más exitosos y eso económicamente es más provechoso. La defensa entonces de ese valor periodístico es que, aunque tengas que reinventarte y flexibilizarte en esta era, también es vital mantenerte fiel al uso de fuentes, a no publicar nada que no sea confirmado o real, a dar información seria y responsable. Yo creo que, en medio de la jungla informativa actual, siempre hay un mercado importante de personas que saben reconocer a un periodista de verdad. Y eso me da esperanzas.”
Nápoles reconoce que la situación es muy preocupante y que, como periodista de la vieja escuela, siente la presión de una modernidad en la que cualquiera puede convertirse en reportero con un celular.
“No lo critico porque defiendo la libertad de las personas, pero no deja de ser un desafío periodístico competir con esta realidad actual. Yo tuve que reinventarme en las redes sociales. Y no ha sido nada fácil. El lenguaje, la manera de hacer los reportajes, hasta cómo se titulan y presentan todo es con la única función, especialmente, de atraer más visibilidad.”
El colega explica que hoy el titulado y la presentación de contenidos son esenciales para captar la atención de la audiencia, pero no siempre coinciden con los estándares tradicionales de información:
“Por ejemplo, tengo muchas dificultades para titular un reportaje mío ahora en las plataformas digitales porque lo primero que me viene a la mente es ser directo con la información en el título. Pero ahora tienes que buscar un extra que yo siempre digo: misterioso, confuso y con resultados tan disímiles, a la hora de titular un video en redes sociales. Que sea tan atractivo que lleve a las personas a entrar a tu video y después quedarse en él el mayor tiempo posible. A eso le sumas que las redes sociales operan de maneras tan diferentes que a lo mejor el reportaje que te funcionó en YouTube quizá no en Facebook, que cada una tiene un requisito para hacer los videos o los temas, que si usas una música en uno no te la permite en otro, que tienes que hacer no sé cuántos vivos para poder comenzar a ‘monetizar’, que es la palabra de orden ahora.”
En esa misma línea añade, “es duro. Porque lo que antes hacías un reportaje en un día, hoy tienes que dividirte en 20 cosas para intentar llegar a más personas. El día que abrí mi canal de YouTube, alguien me dijo: ‘Tienes que ser polémico, chismoso, amarillista, sensacionalista y dejar aquel estilo de tus reportajes periodísticos por casi 20 años de trabajo en América TeVé’. Y yo le respondí: ‘No. Me podré adaptar, flexibilizar y asumir las nuevas reglas, pero la esencia de mi trabajo estará ahí’. Probaré a demostrar que hoy, solo en esta jungla informativa, puedo subsistir manteniendo mi estilo de trabajo por el que me han conocido y respetado por tanto tiempo.”
Concluye con un mensaje de perseverancia y paciencia, “llevo pocos meses en esta nueva aventura. Pero ya tengo mis seguidores, mis suscriptores, mis detractores y críticos. Y va creciendo poco a poco. Hubiera querido que más rápido. Pero solo Dios dirá si triunfo o no siguiendo fiel a la esencia del periodismo.”
Ante estos nuevos desafíos, lo cierto es que Radio Mambí no fue una emisora perfecta, como ninguna lo es, pero fue y será una institución. Su legado está tatuado en la historia de la diáspora cubana y en los análisis de la radiofonía estadounidense como un caso de éxito inmediato, sostenido y profundamente influyente.
El reto ahora no es solo tecnológico, sino moral. Defender el periodismo profesional en tiempos de ruido digital es defender el derecho de las comunidades a estar informadas con veracidad, contexto y responsabilidad. El silencio de Radio Mambí no es solo el final de una emisora: es otra advertencia y un llamado de análisis.
En opinión de Iliana Lavastida, directora ejecutiva de DIARIO LAS AMÉRICAS, “la realidad del deterioro de los medios tradicionales que responde en gran medida a un asunto económico, debería representar un llamado a empresarios que deben en parte el éxito de sus negocios a la existencia de sociedades libres donde la salud de la democracia descansa sobre las bases de medios de comunicación que fungen como medidores u observadores del acontecer y contrapeso del poder.
“Los medios -añadió Lavastida- gracias al ejercicio de la libre expresión y la investigación de rigor que demanda el periodismo responsable, contribuyen a sostener la democracia, a educar, a informar con veracidad, a desmentir rumores a equilibrar estados de opinión. Una exhortación a que los empresarios inviertan en democracia fue el llamado del empresario Nelson J. Mezerhane G., Publisher de este rotativo, en el reciente diálogo presidencial de grupo IDEA, celebrado en Miami; de la importancia de tomar conciencia de que ello constituye una necesidad dependería en parte que en el sur de la Florida se halle un freno a la carrera desbocada que pone en crisis al llamado ‘Cuarto Poder’.
