MIAMI.- Hace dos años (el 27 de septiembre de 2015) entrevistamos al superintendente del distrito escolar, Alberto Carvarlho, y en ese entonces nos anunció la creación de los centros de desarrollo de éxito -que funcionarían dentro de las mismas escuelas o en otras- y tendrían el objetivo de que si los estudiantes eran suspendidos (por razones disciplinarias) permanecerían dentro del mismo colegio o irían a uno de esos “centros” en los que “habría más profesores, más consejeros. El alumno seguirá en sus labores, pero ahora rodeado de expertos en aspectos como el comportamiento”.
La razón para cambiar la estrategia la daba el mismo superintendente: “Por la información de que la población hispana, afroamericana y los discapacitados, eran los que sufrían el mayor número de suspensiones, decidí que seríamos el primer condado en el país en no seguir ese método. Si se suspenden una vez, la probabilidad de que los vuelvan a suspender se incrementa de manera dramática. Y si los suspenden dos veces, la probabilidad de que se gradúen de secundaria baja casi a cero”.
Dos años después, la organización Power U Center for Social Change (PUC), especializada en el tema de igualdad social, racial y de género, publicó una encuesta en la que cuestiona la estrategia del superintendente. Si bien la considera un paso en la dirección correcta, revela que el castigo y la suspensión, sobre todo de la población estudiantil afroamericana, sigue siendo una realidad.
De acuerdo con el informe de la organización no gubernamental, en una muestra de 648 estudiantes, pertenecientes a las secundarias John Ferguson High, Miami Northwestern High y Miami Edison Senior High, el 79% de esos estudiantes no recibió ninguna instrucción en los “centros de desarrollo de éxito”. Tampoco las tareas fueron remitidas a la casa, para que estos jóvenes hicieran sus deberes. Esto significa que a menudo esos alumnos se quedan sin nada que hacer cuando salen del colegio.
Según la investigación del PUC, “las medidas de exclusión y de castigo aún prevalecen en el distrito escolar de Miami-Dade, a pesar de que se diga lo contrario”. Un 66% de los estudiantes encuestados dijeron que sus escuelas invertían más tiempo castigando que estimulando a sus alumnos.
Además, un 57% de la población participante en el sondeo dijo no sentir que la disciplina en el colegio era “justa”.
Aún existen muchos arrestos en los colegios, y dichas acciones de la policía todavía afectan de manera desproporcionada a la población afroamericana, según lo reveló el estudio de PUC. En el año escolar 2015-2016 hubo 324 arrestos, dentro de las instalaciones escolares. El 51% de ellos fueron afroamericanos, y éstos a su vez conforman apenas el 21% de la población estudiantil.
“No hay evidencia de que los centros de desarrollo de éxito creen un ambiente más seguro y de apoyo para los estudiantes”, indicó la encuesta de PUC. Las cifras del distrito escolar de Miami-Dade reportaron que el año pasado fueron remitidos a dichos centros 4.000 estudiantes, y a ninguno de ellos le fue prohibido regresar al colegio.
Pero la investigación cuestiona esa cifra. El reporte indicó que de los jóvenes encuestados, cerca del 8% dijo haber recibido suspensiones consistentes en prohibirles regresar al colegio por un tiempo específico.
En un segundo informe tendremos la opinión de las autoridades del distrito escolar de Miami-Dade.