MIAMI.- José Suárez es un hijo de La Pequeña Habana. Su familia llegó a Miami en 1963, procedente de Cuba. “Mi abuelo se puso a vender pan con bisté en la cuadra de la calle 6 con la avenida 10 para ganar algo. Mi familia todavía está ahí”, afirmó este sindicalista, que busca llegar a la Comisión de la ciudad de Miami por el distrito 3.
Suárez se considera muy afortunado de laborar en el sindicato 1199 SEIU, que representa a los empleados de la salud. “Me siento muy orgulloso de mi trabajo, lucho para ayudar a otros a tener una vida mejor”, explicó.
Habló de manera persistente de La Pequeña Habana, al que considera como el último vecindario de familias trabajadoras en la ciudad de Miami.
Se crio en Georgia porque su padre era ingeniero en Procter & Gamble. En ese estado vivió hasta cuando cumplió los 18 años, edad en la que decidió venir a Miami. “Mi historia empezó en La Pequeña Habana, varias veces me he ido de ahí pero siempre regreso”.
El abandono
En los últimos dos discursos sobre el estado de la ciudad de Miami, su alcalde Tomás Regalado ha mostrado un municipio pujante, con unas finanzas sanas y lejos de la crisis financiera de 2010.
“Debo decir que es falso ese panorama que pinta la ciudad”, argumentó Suárez. “Puede estar muy bien desde el punto de vista financiero –como dicen los cubanos, están forrados- pero ese dinero no está llegando al contribuyente. Toco puertas todos los días y veo el abandono”, precisó.
Entiende que las próximas elecciones podrían “determinar el futuro de La Pequeña Habana”. Para él el dilema es el siguiente: “si va a seguir siendo una comunidad trabajadora, de inmigrantes que inician aquí una nueva vida, o empieza a cambiar y se convierte en otra Wynwood, quién puede vivir ahí, a dónde se fue toda esa gente. Hay que cambiar la cultura dentro del gobierno de la ciudad hacia una cultura que ayude a los más necesitados, porque es una obligación moral”.
El norte
Cuando a Suárez se le preguntó sobre los problemas al otro lado de su distrito, en el norte, habló de los edificios que se construyen el distrito financiero de Brickell, “hacer esos edificios de lujo como que ha sido muy fácil. Es como si ya estuvieran aprobados antes de estar aprobados”.
Uno de los ejes de sus preocupaciones es la posibilidad de que la ciudad pueda desarrollar un proyecto de vivienda asequible, sobre todo en el área de La Pequeña Habana, donde “están metiendo edificios de lujo y entonces se sube [el valor de] la propiedad. Y si hay un anciano que vive de su retiro o de la seguridad social, cada vez debe pagar más por el impuesto de propiedad o el alquiler. ¿Cómo puedo pagar un arriendo de $1.500-$2.000 al mes cuando me pagan a $9 o $10 la hora?”
Según Suárez, la brecha salarial en Miami es la más grande en Estados Unidos, en municipios de ese tamaño. “Lo que eso quiere decir es que las empresas no están pagando a sus empleados para que puedan tener una vivienda sin que deban estar en dos o tres trabajos para sobrevivir”.
A pesar de lo que ha visto en su vecindario, considera importante el desarrollo. “Pero tiene que ser un desarrollo responsable”, advirtió. “Cuando empiezas a expulsar a esos residentes de La Pequeña Habana, más al oeste o al sur, qué pasa, si sacas a las familias latinas, las inmigrantes, ese vecindario va a perder su identidad”.
No hay estudios
“El transporte de aquí es el peor de todos”, planteó Suárez y, según él, eso se debe a que la ciudad no ha hecho estudios de largo plazo sobre un problema que agobia a la población. “Hay una mentalidad muy inmediata. En la construcción en Brickell no hubo un estudio de cómo se podía mover el tráfico dentro y fuera del área”.
No ve con buenos ojos la posibilidad de que la calle 8 pueda tener carriles reversibles, como lo ha planteado el Condado Miami-Dade. “Es complicado. No se puede hacer nada sin estudiarlo primero. Yo no he visto ningún estudio de tráfico que se haya hecho ahí que en realidad presente una alternativa para cambiar lo que hay ahora”.
Lo cierto, sin embargo, es que sí hay estudios realizados por el condado para reformar varias vías, que podrían afectar a la ciudad, y también está en desarrollo el Smart Plan, los seis corredores de tránsito rápido que cambiaría la cara del condado y de varios de sus municipios.
“A lo mejor existe el estudio, pero no confío mucho en lo que me dice la ciudad de Miami, tiene una historia larga de no trabajar con los residentes. Y lo vemos todos los días”, reaccionó Suárez.
Su campaña es de comunicación directa con la gente, ir de puerta en puerta exponiendo sus ideas. A la pregunta de por qué su distrito tiene tantos candidatos (7) responde que “algunos de ellos son de las familias dinásticas de Miami. No encuentro lógica que una persona se postule y recaude más de 150.000 dólares para ser un comisionado. Tu no llegas a esa posición, con esa financiación, sin deber grandes favores", recalcó.