jhernandez@diariolasamericas.com
@JesusHdezHquez
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MIAMI.- Por las calles del Gran Miami pululan los guías turísticos, especializados en gastronomía, historia y otras amenidades, pero muy pocos impresionan como Faruk Bishevac, que vino de Macedonia, de la antigua y convulsionada Yugoslavia, hace ocho años y en pocas horas se enamoró de la ciudad hasta quererla, incluso más que muchos miamenses.
“No sé cómo fue, pero comencemos con el clima. Aquí es verano prácticamente todo el año y el estilo de vida es muy atractivo, sobre todo para los jóvenes”, señaló Faruk, mientras se preparaba para atender a un grupo de turistas, conformado por viajeros de Washington DC, Virginia, Texas y otros estados, que visitaba Calle 8.
“Quienes vienen a Miami terminan queriendo a la ciudad porque la gente aquí es muy amable y servicial. Especialmente al principio, cuando todos llegamos con los bolsillos vacíos y con nuestras esperanzas y sueños de un futuro mejor”, resaltó.
Faruk nació en Macedonia, al norte de Grecia, donde mayormente hablan macedonio, serbocroata y ruso y la cultura, por ende, nada tiene que ver con la hispanidad que se vive en Miami.
Después de la muerte del dictador yugoslavo Josip Broz Tito, que rigió la confederación de estados con mano dura por 27 años, después de haber sido primer ministro desde 1944, con la consigna de que el socialismo (dictatorial) es mejor, comenzó “el juego de tronos, la guerra nacionalista y religiosa, y todos querían ser el próximo Tito”, formuló el joven, que nació en 1990, cuando estaba a punto de comenzar la guerra.
Macedonia logró vivir al margen del sangriento conflicto bélico yugoslavo (1991-2001) y el entonces niño macedonio vio como el resto de las “repúblicas fueron destrozadas”.
Faruk recuerda cómo sus padres siempre le decían que “toda división es una tontería” y que “solo hay gente buena y mala, y si queremos ser buenas personas tenemos que aprender a convivir con los demás y querer a todos, aunque sean diferentes”.
Bajo esas normas, “la educación y los viajes fueron las mejores formas de aprender y darnos cuenta del mundo que tenemos alrededor”, argumentó.
Más tarde, Faruck decidió venir a Estados Unidos “porque aquí tienes gente de todas las naciones del mundo, viviendo en cohesión y tratando de alcanzar una vida mejor”.
Miami
Finalmente, el joven macedonio llegó a Miami en 2012, y tanto La Pequeña Habana como Miami Beach llamaron su atención, y decidió aprender, conocer la historia y la gastronomía que tanto le impactó.
“Aquí el crisol de culturas enamora. La diversidad de comidas es impresionante. La Pequeña Habana es un verdadero oasis, incomparable en cualquier otro lugar del país”, resumió. Y decidió probar suerte, y teniendo en cuenta que trabajó antes para una firma de excursiones creó la agencia de paseos turísticos Food Tours in Miami, para llevar de la mano a visitantes, de restorán en restorán, a probar pequeños platos característicos de la gastronomía miamense.
No solo conoció la historia y la gastronomía, sino también aprendió a hablar español. “Mis amigos, la gente que fui descubriendo a diario, me ensañaron primero palabras, después frases, y así, poco a poco, estudié y aprendí”, relató, con asombrosa dicción, aunque este reportaje fue hecho originalmente en inglés para facilitar aún más la comunicación.
Cuando comenzó “todas las personas que me rodeaban intentaban ayudarme de alguna manera, fuese promoción, la construcción de un sitio web, conexiones con propietarios de negocios, etc. Parecía que todo el mundo quería que tuviera éxito”.
De esta manera, Faruk tuvo en cuenta las varias gastronomías que existen en la ciudad y el concepto de restaurantes operados por familias.
“También si son operados por mujeres, la comunidad LGBT e inmigrantes”, destacó.
Tanto los recorridos de South Beach como de La Pequeña Habana tienen un enfoque similar, “pero son completamente diferentes”, aclaró.
La excursión por South Beach se realiza en el distrito Art Deco, con una caminata por Lincoln Road, Española Way y Ocean Drive.
“Es el único distrito histórico protegido de la era Art Deco en el mundo”, reforzó. “Todos los restaurantes que visitamos también son propiedad de familias y denotan la riqueza gastronómica internacional de la ciudad con un toque muy personal”, añadió.
Como muchos, Faruk tuvo que parar de trabajar durante la pandemia de coronavirus. “Me busqué otro empleo, y ahora vemos como el turismo regresa poco a poco. Es regocijante ver a Calle 8 y el resto de la ciudad recuperar su ritmo sinigual”, destacó.
Calle 8
Para comenzar, Faruk lleva a los turistas a Mi Rinconcito Mexicano, en Calle 8, donde las quesadillas y los tacos complacen el paladar, mientras, desde la mesa, dicta una verdadera conferencia sobre historia y cultura de Miami.
“No hay mejor manera de conocer la ciudad que caminando, conversando, escuchando y probando la comida”, alegó Samuel, uno de los turistas que conformaba el grupo.
El recorrido continúa por El Pub, donde el café expreso y el sándwich cubano forman parte de la oferta.
Y de allí, la caminata sigue a la galería de arte Molina Fine Arts, donde el joven guía explica, junto al pintor, los valores pictóricos de la exposición.
La siguiente parada es la tienda de guayaberas D’asis. Luego prueban las croquetas y los pastelitos de guayaba en Mercado, perciben el olor del tabaco en la fábrica Tradición Cubana, disfrutan el jugo de caña en la frutería Los Pinareños y los churros en Churromanía.
Si cautivador es el paseo y la degustación gastronómica, impresionante es la parada en la sede y museo de la Brigada 2506, donde Faruk demuestra su fascinación por Miami y detalla al grupo de turistas, como el mejor cubanoamericano, las razones y la heroicidad que impulsaron al batallón de 1.300 jóvenes cubanos a irrumpir en la costa cubana hace exactamente 60 años.