viernes 22  de  marzo 2024
25 aniversario

Hermanos al Rescate, una incesante búsqueda de verdad y justicia

Hace 25 años, dos avionetas de la organización estadounidense Hermanos al Rescate fueron derribadas en aguas internacionales por aviones militares cubanos
Diario las Américas | GRETHEL DELGADO
Por GRETHEL DELGADO

El 24 de febrero de 1996, la Fuerza Aérea del régimen de Cuba envió aviones militares para derribar dos de las avionetas de la organización Hermanos al Rescate (radicada en Miami) que volaban en aguas internacionales al norte de la isla.

La organización humanitaria Hermanos al Rescate, creada en 1991 por José Basulto, exiliado cubano y veterano de Bahía de Cochinos, estaba conformada por un grupo de pilotos civiles que solía vigilar el estrecho de la Florida para detectar a balseros cubanos que huían de la isla en embarcaciones precarias y asistirlos en medio del mar.

Ese 24 de febrero, a consecuencias de los disparos de los aviones cubanos de guerra, fallecieron los pilotos Armando Alejandre Jr., Carlos Costa, Mario de la Peña y Pablo Morales cuando sus aeronaves fueron pulverizadas en pleno vuelo. Curiosamente, Pablo, nacido en Cuba en 1966, había sido salvado por los Hermanos al Rescate cuando escapaba de la isla en una balsa.

Tras una tensa escapada al ataque de la fuerza aérea de Cuba, sobrevivieron José Basulto, Arnaldo Iglesias, y la pareja Andrés y Silvia Iriondo, quienes iban a bordo de la avioneta Seagull One.

Verdad y justicia

Han pasado 25 años, y los reclamos de “verdad y justicia” no cesan, como explica la escritora y editora Lily Prellezo, quien escribió, junto a Basulto, el libro Seagull One. La asombrosa y verdadera historia de los Hermanos al Rescate. El material compendia testimonios de más de un centenar de personas involucradas con los hechos que sacudieron al exilio cubano en 1996.

Según afirmó la autora a DIARIO LAS AMÉRICAS, la idea de escribir el libro le llegó de manera abrupta, a través de René Guerra, amigo de Basulto. “Él me dijo un día: ‘Tú vas a escribir la historia de Hermanos al Rescate’. Nos reunimos en su casa con José Basulto, su señora Rita y la esposa de René. Y así empezó”, recordó Prellezo, que dedicó unos cuatro años a la investigación.

El libro comienza con una potente reflexión de Basulto: “Hubo un momento singular en Miami durante la década del noventa cuando toda la comunidad se unió, cuando individuos de diecinueve nacionalidades se juntaron como una hermandad para ayudar a otra comunidad de personas que sufrían a 90 millas (166,6 kilómetros) de distancia”.

Tras ver a tantos cubanos que llegaban al sur de Florida en precarias embarcaciones, y saber que muchos no llegaban, dejando a la deriva balsas vacías, “miles de personas se ofrecieron voluntariamente a abordar un avión, a pilotear una lancha, a filmar un evento, a extender un cheque, a salvar una vida. Todos nosotros fuimos Hermanos al Rescate”.

Más allá del recuento de los hechos, vale apuntar que Prellezo demuestra una fuerza narrativa que hace el material más humano, al abordarlo desde la textura del testimonio, las vivencias de los sobrevivientes, de los voluntarios. Aparecen en este relato colectivo los precedentes de la tragedia: el rostro de un balsero cuando ve a una gaviota en el cielo; la promesa de la tierra firme y libre; el temblor y “la espalda ovillada contra el costado de la balsa”; el insomnio del que no quiere esperar más para salir a “salvar balseros”; el valor de una botella con agua tras días en mar abierto; y sobre todo el pequeño cuerpo del balsero Gregorio, que murió el día en que se hizo libre.

La imagen del balsero Gregorio Pérez Ricardo, que en 1991 llegó a aguas estadounidenses y murió en brazos del agente de guardacostas que lo rescató, sacudió a William Schuss (Billy), quien llamó a su amigo José Basulto para “hacer algo”. Esa sensación de urgencia y la necesidad de ayudar a quienes perecían en el estrecho de la Florida fue el germen de Hermanos al Rescate.

Como se lee en el libro, “el primer rescate de refugiados cubanos que hizo el servicio de Guardacostas tuvo lugar el 22 de julio de 1959, siete meses después del ascenso de Fidel Castro al poder”.

A partir de los primeros rescates exitosos, el sueño de Basulto y los pilotos voluntarios se convirtió en un proyecto de vida. En muchas ocasiones sus miembros restaban tiempo de estar con su familia o en sus trabajos para volar en busca de esos pequeños puntos que aparecían en el mar.

De las endebles balsas se levantaban a duras penas los balseros. Agotados, alzaban sus brazos rogando por ayuda, mostrando sus imágenes de la Virgen de la Caridad del Cobre. Desde las avionetas de HAR, les lanzaban agua, ropa y un mensaje: “El guardacostas está en camino. Bienvenido a la tierra de la libertad”.

La organización se hizo popular en el sur de la Florida. HAR recibía donaciones y apoyo de la comunidad de exiliados (destacan los generosos aportes y gestiones de la excongresista Ileana Ros-Lehtinen, del exalcalde y excomisionado Xavier Suárez y de los cantantes Willy Chirino y Gloria Estefan), sus miembros aparecían con frecuencia en los medios para dar declaraciones sobre los rescates. Se estima que salvaron más de 4.200 vidas.

José Basulto, como figura principal de HAR, destacó en enero de 1995 en la revista People entre las “veinticinco personas más fascinantes del año”, como recoge Prellezo en el libro. Además de rescatar a todos los balseros que pudieran, HAR insistía en que el cambio debía ocurrir desde el interior de la sociedad cubana.

Como parte de su interés por crear lazos entre los cubanos de ambas orillas, apunta la autora del libro, en enero de 1996, y “desde más allá del límite de las doce millas de las aguas territoriales de Cuba”, lanzaron unos volantes con el texto “Compañeros ¡NO! Hermanos”. Al dorso, llevaban artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Basulto y el equipo de HAR eligieron el 24 de febrero para conmemorar otro aniversario del inicio de la “guerra de Independencia que José Martí había convocado en 1895”, según se indica en el libro. Ese día, “dos avionetas saldrían en misión humanitaria sobre el estrecho de la Florida y dos avionetas volarían hasta las Bahamas para entregar suministros de primera necesidad a los 230 cubanos aún detenidos allí”.

Ese mismo día, en La Habana, se haría una “reunión sin precedentes de 130 agrupaciones disidentes cubanas llamada Concilio Cubano”. Con más razón, “los Hermanos al Rescate saldrían en misión ese día en solidaridad con sus hermanos cubanos”.

Un trabajo del periodista, cineasta y escritor Luis Leonel León, publicado en el anuario de la Academia de Historia de Cuba, AHCE, describe que cuando las aeronaves estaban al norte del paralelo 24, “la Fuerza Aérea de Cuba ordenó el despegue de dos aviones militares, un MIG-29 y un MIG-23, operando bajo el control de la estación militar de tierra cubana. Los MIG portaban piezas de artillería, misiles de corto alcance, bombas y cohetes, y estaban piloteados por miembros de la Fuerza Aérea Cubana”.

“La CIDH, en su informe sobre el caso, publicó extractos de las comunicaciones radiales intercambiadas entre el MIG-29 (que persiguió las avionetas hasta derribarlas) y la Torre de Control Militar de La Habana, que evidencian la violación de todos los protocolos internacionales y la impunidad con que el Estado cubano cometió el crimen”, añade el informe.

En datos del libro de Prellezo, una investigación de la Organización de Aviación Civil Internacional (ICAO, por sus siglas en inglés), dio un parte de la salida de las tres aeronaves Cessna 337. Las mismas se identificaban con las matrículas N2456S, con Pablo Morales y Carlos Costa a bordo, N5485S, donde iban Mario De La Peña y Armando Alejandre Jr.; y N2506, con la pareja de Andrés y Sylvia Iriondo, Arnaldo Iglesias y José Basulto. Tras cuatro meses de análisis, la ICAO “había llegado a la conclusión de que el derribo de Hermanos al Rescate había tenido lugar en aguas internacionales”.

Se reportaron diversos intentos de parte del régimen de La Habana para justificar el derribo, aludiendo a frecuentes supuestas “provocaciones” y a que las avionetas de HAR estaban en el espacio aéreo de Cuba. Sin embargo, la decisión de Cuba fue condenada a instancias internacionales por instituciones como Naciones Unidas y la Unión Europea.

“Un panel de aviación de las Naciones Unidas dictaminó el año pasado [1996] que los aviones fueron derribados en aguas internacionales y Cuba violó el derecho internacional”, detalla un reporte de 1997, en el que el juez de distrito de los EEUU James Lawrence King declaró a Cuba culpable de planificar el derribo. Además, determinó que había habido tiempo suficiente para emitir advertencias a los aviones de Hermanos al Rescate si hubieran sido necesarias.

Rescatar la memoria

Las huellas permanecen en la historia del exilio cubano. Cada 24 de febrero, integrantes de la organización, amistades y miembros de la comunidad del sur de Florida, se reúnen cerca del hangar de Opa Locka en el que tenían sus avionetas los Hermanos al Rescate. Cuatro palmeras recuerdan a cada uno de los que iban en las dos avionetas derribadas. Allí, a las 10 de la mañana, hacen una oración en su memoria.

“No nos podemos olvidar de esto, porque los Estados Unidos fueron atacados por Cuba, y ellos sabían lo que iba a pasar y no les avisaron a los Hermanos al Rescate. Estuvieron velando todo mientras pasó”, afirmó Prellezo.

“José Basulto ya tiene 80 años. Él sigue buscando verdad y justicia”, concluyó.

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