MIAMI. - Los carriles expresos de la Interestatal 95 (I-95), identificados con señales azules y separados del resto de la autopista por postes plásticos, se han convertido en un símbolo de discordia.
Las sendas rápidas en una de las principales autopistas del sur de Florida causan cobros elevados y también congestión; conductores lamentan desembolsar más
MIAMI. - Los carriles expresos de la Interestatal 95 (I-95), identificados con señales azules y separados del resto de la autopista por postes plásticos, se han convertido en un símbolo de discordia.
Para muchos conductores, lo que se ‘vendió’ como una solución al tráfico se ha transformado en un laberinto de peajes costosos y atascos interminables. La queja más recurrente es un lamento que resuena en cada congestión: “Pagamos más para estar igual de atascados”.
Sobre esta premisa, que trasciende como reclamo común de muchos conductores, DIARIO LAS AMÉRICAS salió a investigar acerca de los propósitos de lo que se pensó como una solución y ha devenido en un serio problema.
La I-95 es mucho más que una simple autopista en el sur de Florida. Es la columna vertebral de la movilidad en la costa este de Estados Unidos, una arteria vital que conecta ciudades, familias y hasta sueños.
Desde su creación en los años 1950, esta carretera ha sido testigo del crecimiento exponencial de Miami-Dade, transformándose en una de las vías más transitadas del país. Sus 382 millas a través de Florida la convierten en el tramo más extenso de la I-95 en cualquier estado, un hecho que subraya su importancia para la región.
Sin embargo, con el paso del tiempo, el incremento del tráfico y la congestión se convirtieron en un problema de proporciones épicas. Fue entonces cuando decidieron intervenir las autoridades para buscarle paliativos a esta situación que despertaba —y aún mantiene— un profundo malestar en la comunidad.
En un esfuerzo por aliviar este problema, el Departamento de Transporte de Florida (FDOT) implementó una solución que prometía modernidad y eficiencia: los carriles expresos.
La idea era simple en la teoría: carriles expresos con peaje variable que permitirían a los conductores ahorrar tiempo, mientras que el dinero recaudado se destinaría al mantenimiento de la infraestructura y a proyectos de transporte público.
No obstante, la realidad ha sido un verdadero choque con la teoría, generando una creciente ola de frustración y descontento entre los usuarios.
"Es un robo descarado", exclama María Casal, residente de Kendall, que viaja diariamente a su trabajo en North Miami Beach. "A veces entro en la I-95 en hora pico y el peaje puede subir hasta los $10.50. Y luego me encuentro con el mismo tráfico que en los carriles regulares. ¿Dónde está el beneficio? ¿Dónde está la lógica?".
Y es que la promesa de un viaje rápido y sin contratiempos se ha desvanecido para muchos. La realidad es que, a menudo, los carriles expresos se congestionan al mismo nivel que los carriles generales, convirtiendo la promesa de la velocidad en una fantasía.
Según los expertos, la congestión se debe a una combinación de factores: las entradas y salidas a los carriles expresos a menudo se saturan, generando embotellamientos que se extienden a los carriles adyacentes. Además, la confusión sobre dónde acceder y salir de estos carriles ha añadido más caos a la situación.
"Yo no entiendo cómo funciona esto", afirma Carlos Gutiérrez, venezolano, conductor de Uber que utiliza la I-95 varias veces al día. "A veces entro con la esperanza de avanzar rápido, pero me encuentro atascado como todos. Y lo peor de todo es que me cobran más por eso, es como una estafa"
Otro punto de fricción es el sistema de peajes variables. El precio de usar los carriles expresos fluctúa dependiendo de la demanda, lo que significa que, durante las horas pico, cuando más se necesitan opciones de viaje eficientes, los precios se disparan hasta niveles que no pocos consideran absurdos o demasiado exagerados.
Esto ha generado una fuerte sensación de injusticia, dividiendo a los conductores entre aquellos con los medios para pagar por el privilegio de evitar el tráfico —en teoría—, y aquellos que se ven obligados a sufrir la congestión en los carriles regulares.
"Es una clara muestra de desigualdad en la carretera", sostiene Ana Gómez, una maestra que vive en Hialeah y que se enfrenta a diario a los rigores de la I-95. "Los más adinerados pueden permitirse pagar para llegar más rápido a sus trabajos, mientras que los trabajadores, como yo, debemos lidiar con el mismo infierno de tráfico, pero sabiendo que estamos pagando mucho más por el mismo viaje lento".
La polémica no se limita solo a los atascos y los peajes exorbitantes. La seguridad también es una gran preocupación para muchos usuarios de la I-95. Los postes plásticos que separan los carriles expresos son considerados por muchos conductores como una trampa mortal en la carretera.
Los accidentes, donde conductores desesperados intentan entrar o salir de los carriles expresos, se han vuelto cada vez más frecuentes, lo que deja una estela de peligro y preocupación entre los viajeros.
"He presenciado varios accidentes donde la gente cruza los postes de manera imprudente", comenta David, un camionero que maneja regularmente por la I-95. "Esos postes son débiles y no proporcionan ninguna seguridad real, en realidad son un peligro más en la vía."
A pesar de las críticas, el FDOT sigue adelante con sus planes de expansión. El Proyecto 95 Express Phase 3C es un claro ejemplo de esto, una iniciativa de 457 millones de dólares que busca añadir un carril expreso más en cada dirección, extendiendo las líneas de pago desde el sur del Bulevar Hollywood hasta el sur del Bulevar Broward.
Se espera que la construcción comience a finales de 2025 y, aunque los documentos del proyecto muestran que estará terminada en la primavera de 2027, no se descarta una extensión del plazo.
Este plan, junto con otras iniciativas como el ambicioso Proyecto I-395/SR 836/I-95, de 840 millones de dólares, que incluye la reconstrucción de la I-395 y mejoras en la SR 836, son solo la punta del iceberg de una serie de transformaciones viales en la región.
También está en marcha el Proyecto SR 9A/I-95 Ramp Improvement, con una inversión de 12.3 millones de dólares para mejorar las rampas de acceso a la I-95.
Adicionalmente, el FDOT está llevando a cabo el Estudio PD&E de I-95/SR 9, un análisis de planeamiento para el corredor de la I-95, desde el sur de la SR 860 hasta el límite del condado de Broward, que se espera esté finalizado en agosto de 2025.
Estos proyectos, aunque con la intención de mejorar la infraestructura, devienen en más preguntas entre los usuarios sobre la efectividad de la solución en general.
Es evidente que los usuarios de la I-95 se sienten atrapados en un ciclo de peajes y atascos, y claman por una solución que realmente alivie la congestión y garantice un acceso justo y equitativo a las autopistas.
Al respecto, el exalcalde de Miami y excomisionado de Miami-Dade Xavier Suárez ofreció una crítica contundente a los carriles expresos de esta autopista, calificándolos de "absurdos" e "injustos".
En entrevista con DIARIO LAS AMÉRICAS, Suárez argumentó que el sistema de peajes variables genera un trastorno innecesario, aumenta el riesgo de accidentes y no aborda el problema subyacente de la congestión.
El exlegislador condal fue particularmente crítico con los postes de separación de plástico que se utilizan, los que describió como “peligrosos” y como un “ejemplo de la ineficacia de las soluciones propuestas por el FDOT”.
El FDOT defiende el sistema de carriles expresos bajo el argumento de que son una herramienta vital para gestionar el tráfico en una región en constante crecimiento. Afirma que los ingresos generados por los peajes se destinan al mantenimiento de la infraestructura y a proyectos de transporte público.
Suárez señaló que el clima favorable del sur de la Florida hace que las carreteras tengan una vida útil más larga que en otros lugares, lo que cuestiona la necesidad de recaudar fondos adicionales a través de peajes.
Asimismo, expresó su preocupación por la carga económica que estos peajes imponen a los conductores de bajos ingresos. En tal sentido, destacó el caso de un taxista haitiano que reportó un aumento en sus gastos mensuales de 120 dólares debido a los peajes.
Enfatizó que muchos trabajadores, como los empleados de la construcción que usan vehículos diversos, y aquellos que dependen del transporte público, son los más afectados por este sistema.
A esto se suman solicitudes para una mejor señalización y educación sobre el uso de los carriles expresos, así como la exploración de alternativas que no dependan exclusivamente del pago de peajes.
Mientras tanto, la pregunta sigue en el aire: ¿Lograrán los carriles expresos cumplir su promesa inicial de aliviar la congestión y ofrecer viajes más rápidos, o seguirán siendo un símbolo de atascos con peaje, extendiéndose por más millas y generando más frustración? La respuesta aún está por verse.