MIAMI.- Natalia Casarotti recuerda con profundo dolor el día que perdió a su único varón a manos de los terroristas de Hamás que atacaron el territorio israelí el 7 de octubre de 2023.
Natalia Casarotti recuerda a su hijo Keshet, asesinado a los 21 años por Hamás, en el marco de la exhibición Nova, que honra la memoria de las víctimas de la masacre
MIAMI.- Natalia Casarotti recuerda con profundo dolor el día que perdió a su único varón a manos de los terroristas de Hamás que atacaron el territorio israelí el 7 de octubre de 2023.
Keshet, de 21 años, era uno de los espectadores que asistió ese día al festival de música Nova, en el sur de Israel, donde ocurrió la masacre que cobró la vida de 364 personas, dejó heridos y 40 fueron secuestrados y llevados a la Franja de Gaza.
Keshet significa arcoíris en hebreo, contó Casarotti, quien describe a su hijo como un joven alegre, bondadoso, soñador y amante de la música, que solía andar siempre ligero de equipaje. Tal vez por eso no dejó ninguna de sus pertenencias en el sitio donde tantas otras fueron abandonadas por sus dueños mientras intentaban huir del terror que vivían.
“Tenía una sonrisa tan gigante y el pelo largo y rubio que cuando llegaba a las fiestas, la gente lo reconocía del otro lado. Soñaba con ser pirata, millonario o vivir en Brasil, estuvo allá hace dos años y le encantó”, detalló Casarotti, quien viajó a Miami para dar a conocer la historia de su hijo, con motivo de una exhibición itinerante que reúne las pertenencias de las víctimas de la masacre en el Nova Music Festival.
La mujer de origen argentino recuerda que ese día nada interrumpió su sueño, pero al despertar, encender la televisión y ver su teléfono celular, supo que el país estaba en guerra. Su primer instinto fue llamar a su hijo y alertarlo de la situación. Pero no logró comunicarse, entonces preguntó en redes sociales y fue así como obtuvo respuesta: Keshet había ido al festival con un grupo de amigos.
“Vivimos en una zona muy quieta, nada nos molestó ese día. El 7 de octubre, a las 9 menos cuarto de la mañana, me despierto y al ver WhatsApp entendí que había empezado la guerra en Israel. Prendí el televisor y veo los Toyota viajando por las ciudades, por aldeas en los alrededores de la frontera de Gaza, tirando por todas partes, imágenes que no se pueden olvidar. Llamé a mi hijo que no estaba en casa y no había respuesta. Le dije: Keshet, llámame, el país se está quemando”, contó Natalia Casarotti en entrevista con DIARIO LAS AMÉRICAS.
La agonía de no saber el paradero de su hijo duró cuatro días. Aunque algo le decía que había sido secuestrado, mantuvo la esperanza hasta el final de hallarlo con vida.
“Recibí el aviso de que Keshet fue asesinado cuatro días después, el miércoles, al mediodía. Pasamos días sin saber nada, volviéndonos locos, muy preocupados, tratando de investigar. Yo estaba segura de que mi hijo había sido secuestrado a Gaza, porque si no encontraban el cuerpo y no estaba herido en ningún hospital, la última opción que quedaba era que estaba en Gaza”, recordó.
“Y si está en Gaza, va a volver a casa. Yo voy a hacer todo lo necesario, voy a viajar a cualquier lugar, voy a mover montañas y mi hijo va a volver a casa, así pensaba. Estaba muy segura, más del 100 por ciento que iba a traerlo de vuelta. Pero cinco minutos después llegaron 13 policías a decirme que el cuerpo de mi hijo había sido encontrado y reconocido”, agregó.
En medio de la desesperación y la pérdida, Casarotti buscaba respuestas que no encontraba, y se puso a armar las piezas hasta reconstruir los últimos momentos de su hijo. Fue así como pudo saber la hora exacta y cómo Keshet fue asesinado.
“Me llevó cuatro meses investigar todo lo que pasó en esos 46 minutos desde las 6:30 de la mañana del 7 de octubre, cuando empezó el ataque de los cohetes, hasta las 7:16 de la mañana, hora en la que fue asesinado. Nadie en el país me dio respuestas. Fui armando poco a poco cada pedazo hasta que tuve toda la historia de esa mañana”, contó.
“A las 7 de la mañana, Keshet llamó al 911 de Israel para pedir una ambulancia para su amiga Shani Louk, que estaba herida muy grave en un pie, ni siquiera pudo salir del coche. En menos de 10 minutos llamó de vuelta preguntando dónde estaba la ambulancia y pidiendo que mandaran cuantas fueran posibles. Él también estaba herido, estaba en control, pero con mucho miedo. Entonces llamó a los otros amigos, a Sasha, José y Daniel y les dijo que llegaran hasta allí, porque les estaban tirando, y así se salvaron. Dejó a Shani con Orión Hernández y le dijo: cuídala que ya vienen. Y se subió a otro coche tratando de salvarse”, agregó.
Los hechos ocurrieron en una curva en la carretera 232, a unos 15 minutos de donde se realiza el festival Nova, el sitio más cercano a la frontera con Gaza.
“A las 8 de la mañana se publicó un video de Shani Louk. Los terroristas la pusieron medio desnuda en una camioneta pickup, con ellos alrededor, llevándola a Gaza, a Orión también lo llevaron. Los dos estaban muertos cuando los llevaron. Sus cuerpos fueron rescatados en mayo. Orión fue enterrado en México”, relató.
“Y Keshet subió a un coche con un hombre de 74 años. Él trató de salvar a mi hijo, trató de llevarlo al hospital. Había una pareja, uno recibió 12 disparos. Él trató de salvar a todos, pero solo habían viajado por tres minutos cuando los paró un grupo de terroristas. Les preguntaron si tenían armas y cuando contestaron que no, los mataron a los cuatro inmediatamente. En ese lugar fueron asesinadas muchas personas. La madre del muchacho estaba hablando con él por video, así sabemos que pasó a las 7:16 de la mañana”.
Ese 7 de octubre marcó un antes y un después en la vida de Casarotti, quien ha encontrado alivio en la música y trabaja como Dj, una manera de honrar a su hijo y sentirlo cerca.
“Sigo descubriendo los efectos de ese día en mi vida, en cada cosa, en el amor, que siento que creció más hacia mis dos hijas. Tengo a mis padres, mi papá tiene 89 años; mi mamá 80. Descubrí que tengo más fuerza de lo que pensaba. Si me hubieran contado que iba a vivir esto, no me hubiera imaginado que había vida después de esto. Pero el día después del entierro de mi hijo, elegí vivir en la luz. Y aunque será lo más difícil, quiero que todo el mundo sepa qué alma linda tuvo mi hijo, qué corazón gigante, que valiente era”, expuso.
“Durante estos 15 meses he sentido cuánto la música cura el corazón. Empecé como Dj, porque decidí que llevar alegría a la gente, y música y bailar esa alegría. Eso era lo que le gustaba a mi hijo, así que me siento más cerca de él. Salió al mundo y ahora está de vuelta a mi cuerpo. Esta conmigo todo el tiempo, en mi corazón, es una conexión distinta [entre] madre e hijo”.
Se trata de una instalación a gran escala que muestra objetos que pertenecieron a las víctimas de la masacre. Entre estos artículos personales se pueden encontrar cepillos de pelo, mochilas, zapatillas deportivas, celulares, cargadores o gorras. Entre los artículos expuestos en unas mesas se leen conmovedores mensajes dedicados a quienes perdieron sus vidas o aún permaneces rehenes de Hamás.
Los objetos fueron recogidos del piso o retirados de los carros que fueron abandonados cuando los espectadores intentaron huir del ataque, explicó el israelí Ori Gur Arieh, quien trabajó como voluntario en Tel Aviv en la tarea de recuperar las pertenencias e intentar devolverlas. Según Arieh, muchos de los sobrevivientes no quisieron recuperarlas por la traumática experiencia.
El esfuerzo frustrado de no encontrar dueños resultó en esta exhibición, que honra la memoria de las víctimas de la masacre. The Nova Music Festival Exhibition se puede visitar hasta el 16 de febrero, en Greenwich Studios, 12100 NE 16 Ave, en North Miami.
Además de mostrar las pertenencias abandonadas como una especie de Lost and Fond, la instalación recrea el ambiente del festival, desde el icónico bar y el área de acampar, hasta los carros que fueron quemados ese 7 de octubre y los baños portátiles.
La exhibición, que se estrenó en Tel Aviv, ya pasó por Nueva York y Los Ángeles. La próxima parada podría ser Toronto en abril o mayo. Para más información, visite novaexhibition.com.