lunes 25  de  marzo 2024
FLORIDA

Miami se nubla de rascacielos, algunos duermen en sus autos

Una residente de Miami ha terminado como otros cientos que, lenta, paulatina y discretamente han comenzado a vivir en sus autos con unas pocas pertenencias
Por María Esther Núñez

Moraima Vigiano vive en su auto desde hace cinco meses. Tiene una rutina que la lleva a recorrer solo unos metros cada día en busca de un poco de sombra, comida y agua con hielo. La gasolina en Miami está muy cara y no puede permitirse un recorrido más largo. "Solo voy dos o tres veces a la semana a casa de una amiga que vive a dos millas de aquí para darme una ducha."

Hace ya casi dos meses que DIARIO LAS AMERICAS comenzó a investigar su historia como parte de esta serie de reportajes. El hecho de que Moraima viva en su auto, a la intemperie agresiva de un verano colmado de olas de calor es la consecuencia más vivible y lacerante de la crisis de la vivienda pública que se experimenta en Miami. Hasta ahora, resultado de esta investigación, hemos ido desbrozando, con cifras y datos, la espiral de alquileres a precios inalcanzables. Ahora abordamos las consecuencias, el terrible impacto humano.

Moraima, inquilina de su coche

Era una de esas tardes soleadas y sin apenas nubes. Bajo los árboles adyacentes a un centro comercial de Tamiami Trail, con las ventanas bajadas, Moraima miraba absorta a las personas presurosas.

Todo comenzó con una pregunta directa, "Usted vive en su carro, ¿verdad?" Tan grande es la necesidad de entender cómo ha terminado viviendo en su propio auto, que no existieron ni barreras, ni condiciones ni medias tintas para poder acompañarla en su cotidianidad durante varias semanas “Nunca imaginé que yo podría encontrarme en estas circunstancias, siempre estuve muy protegida, primero en casa de mis padres, después en la casa familiar y finalmente, en casa de mi madre.”

“Pensé que iba a ser cuestión de días o semanas, quizás un mes, pero han pasado varios meses y aquí sigo., no tengo a dónde ir”

Su relato comienza como el de miles de habitantes de la Florida. Moraima llegó a Estados Unidos siendo pequeña. Después de pasar una temporada en California y otra en Puerto Rico, su madre consiguió trabajo en una de las tantas factorías que existían en Miami, para sacar adelante a cuatro hijos. Por eso la joven Moraima comenzó su vida laboral a los 15 años, primero en un cine, después en una farmacia de la compañía Walgreens. Con el tiempo obtuvo la licencia que le permitió trabajar en antiguas casas de apuestas, aquellas que sucumbieron ante los casinos actuales. Fue entonces cuando se casó y su vida ya no volvió a ser la misma. Recientemente pudo cuidar a una madre octogenaria durante varios años. “Mi madre y yo compartíamos todo, nos ayudábamos”.

“Cuando ella murió mi vida se volvió muy tormentosa, había un vacío inmenso en todo”. Por circunstancias muy personales, Moraima tuvo que dejar la casa de su madre semanas después. Comenzó a vivir en un efficiency del campo de trailers University Lakes. “Allí pagaba 850 dólares de alquiler, hasta que el propietario decidió subir la renta a 950 en febrero.”

“Cuando se acaban los pocos ahorros y utilizas todos los recursos para mantener la renta, llega un punto en que ya no queda para más nada.” Estas son las cuentas que hacen miles de ciudadanos del condado Miami-Dade y, por extensión, de Florida. Simplemente se encuentran en la encrucijada de, o pagar su renta o pagar el auto y los seguros para poder trabajar. Un ciclo que no lleva a ninguna parte. El dinero no alcanza. Precisamente ahora, en el propio University Lakes Mobile Home Park donde hasta hace cinco meses vivía Moraima, se encuentran precios de más de 130.000 dólares para tráileres de cuatro habitaciones y tres baños. La inaccesibilidad se hace más profunda para las personas y familias de pocos recursos que quedan expuestas a un mercado enloquecido.

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DIARIO LAS AMERICAS, tuvo acceso a Manuel Jaquez Garcez, agente de Real Estate que opera en Miami. Jaquez considera que los precios de los alquileres siguen subiendo porque “el mercado inmobiliario está dando señales contradictorias, por una parte, las personas se piensan más lo de adquirir una vivienda dado el alto nivel de inflación y, por la otra, las ventas son más complicadas por la subida de las tasas de interés. Los propietarios de alquileres aprovechan esta situación para subir más los alquileres.” Los arrendatarios y los propietarios no llegan a consolidar acuerdos. Son los inversores quienes están moviendo las adquisiciones a precios tan exorbitantes que terminan impactando negativamente en el acceso de las familias a una casa, condominio o apartamento. Así es como las personas como Moraima están expuestas al mercado de viviendas públicas más limitado de Estados Unidos, destinado a los ciudadanos con menor renta de Estados Unidos. Según el último informe nacional del Centro Conjunto de Estudios de Vivienda de la Universidad de Harvard, entre todo el espectro social, la población hispana y la de raza negra es la que soporta una mayor carga de costos de la vivienda con respecto a sus ingresos.

Moraima somos todos

Moraima es solo una entre los cientos de personas no contabilizadas en Miami que viven en sus automóviles. Las cifras comenzarán a eclosionar pronto si no aparecen soluciones. DIARIO LAS AMERICAS ha tenido acceso a otras personas cuyos testimonios pespuntean de gris oscuro a la supuesta vida luminosa de la Ciudad del Sol. Más allá de los rascacielos, en las zonas centrales y periféricas de Hialeah, Kendall, Miami y Doral, la noche se convierte en un hervidero de autos que hacen las veces de dormitorios. “Hay muchos más como yo, en el mismo sitio donde pernocto, vi a una madre y a su hija pequeña que viven en una camioneta. Allí tenían colgada su ropa, vi juguetes… Si aparecen soluciones, familias como esas deberían tener prioridad.”

DIARIO LAS AMÉRICAS también contactó con Reina. Pasa el día en una gasolinera de la calle 186 en Hialeah. Su auto es su casa hace más de seis meses. Quienes dependen de una pensión, del plan ocho, o de una ayuda por discapacidad, como Moraima, están expuestos a las dinámicas del mercado privado en la medida que la brecha de la vivienda pública se ensancha. Como Nani que lleva semanas buscando una solución al nuevo precio del alquiler exigido por su propietario. Y José, una renta que no se lleve más de la mitad de su salario. No la encuentran.

Moraima mucho menos. Está parapetada en un coche que ya ha perdido el cristal trasero. Se arrellana en el asiento para decir: “Estoy expuesta al calor, al sol, a los mosquitos, muchas veces me siento insegura, por eso intento dormir cerca de algún lugar que abra las 24 horas, pero ni así”. Su rutina, consiste en conseguir en un mismo centro comercial, todo lo necesario para sobrevivir día a día. Primero va a un mercado, después a la cafetería ‘Las terrazas’ y de vuelta a su auto. En el mercado, Moraima puede usar los aseos a partir de las siete de la mañana. “En la cafetería me regalan un desayuno, gratis, son amables conmigo, también me dan diariamente un almuerzo con un precio ajustado a mi presupuesto y agua con hielo cada vez que me asomo”.

Moraima vive con 841 dólares mensuales concedidos por el programa de Seguridad de Ingreso Suplementario (SSI) que brinda asistencia a las personas con discapacidades. “Tengo la columna completamente deformada y sufro de depresiones, por eso no puedo trabajar, quisiera, pero no puedo”. Hasta la fecha, DIARIO LAS AMERICAS ha constatado que ni siquiera le habían llegado los cupones de alimentos que le corresponden. “Con la poca gasolina que puedo permitirme, me mandaron de un punto Access a otro, como no tengo una dirección postal, de forma excepcional me tomaron los datos, pero después de varias gestiones y horas al teléfono, sigo sin Food Stamps.

Moraima tampoco ha podido dormir en una cama en estos cinco meses. El sistema de ayuda a personas sin hogar está colapsado. “Tengo que estar llamando cada dos días para que ellos me digan si hay alguna vacante. Dormir en un albergue con otras personas no es algo que considere una solución habitacional, pero ya estoy desesperada con estos calores y mosquitos”. Sin embargo, allí tampoco hay nada para más nadie desde finales del 2021. Hilda Fernandez, directora ejecutiva de Camillus House admitió en el foro sobre vivienda pública, auspiciado por la alcaldía del Condado Miami-Dade que “la falta de viviendas asequibles decentes es la mayor barrera para ayudar a la población sin hogar en el condado Miami-Dade en este momento.”

Ya es de noche. Hoy Moraima fue entrevistada por la televisión. No se inmuta, sigue su rutina mientras están siendo escritas estas líneas. El estacionamiento va quedando vacío. Los demás se han ido a sus casas. Moraima no puede. El Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano del Gobierno de los Estados Unidos, el gobierno de Florida, el Condado y el ayuntamiento de Miami tienen constancia de que Moraima existe, pero sólo como una cifra más, como un dato no asociado con el derecho a una vivienda digna.

Hoy DIARIO LAS AMÉRICAS ha puesto cara a la tragedia de ser una persona vulnerable que vive en el condado Miami-Dade, epicentro de la crisis de la vivienda pública en Estados Unidos. En la cuarta y última entrega de esta serie de reportajes especiales, expondremos detalladamente un conjunto de soluciones impulsadas por la alcaldesa de Miami-Dade, Daniella Levin Cava para revertir esta situación. Sin embargo, antes debemos responder a una pregunta más importante. ¿Están creados los mecanismos públicos que lleguen a personas como Moraima?

Para ofrecerle algún tipo de ayuda a Moraima, los interesados pueden contactarla a su teléfono personal 305 910 6098

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