Jahiem Robertson, un niño de 13 años, murió este viernes en el condado Folk, centro de Florida, como consecuencia de las heridas sufridas luego de que un conductor lo atropellara junto a otros cuatro menores que acababan de bajar de un autobús escolar y se diera a la fuga.
El hecho ocurrió alrededor de las cinco de la tarde de este jueves, justo después de que los niños bajaran de su autobús escolar en Allegheny Road, cerca de Athabasca Drive, en un barrio al suroeste de Poinciana.
El conductor, identificado como John Camfield, de 48 años, huyó de la escena y golpeó a otro automóvil, causando lesiones también a una mujer embarazada.
Según reporta el Orlando Sentinel, el conductor fue detenido y enfrenta cargos por conducir “bajo la influencia del alcohol, causar graves heridas y abandono del lugar del accidente", además de "daño a la propiedad y conducción temeraria", según los cargos presentados por la oficina del alguacil de Polk.
El alguacil de Polk, Grady Judd, en conferencia de prensa, dijo este viernes que Camfield se ha enfrentado previamente a cargos relacionados con la conducción en estado de ebriedad en Mississippi e inicialmente rechazó una prueba de alcoholemia en la escena del crimen.
Tres de los menores atropellados por Camfield fueron tratados en el lugar con lesiones menores, mientras que otros dos, entre ellos el niño que falleció esta mañana, resultaron gravemente heridos y fueron llevados al Hospital Arnold Palmer para Niños en Orlando, de acuerdo con la Oficina del Sheriff.
El oficial del condado de Polk Johnathan "J.J." Quintana, quien detuvo al conductor ebrio, supo del incidente cuando su hija de 11 años, como todas las tardes, lo llamó para que la recogiera al final de la calle Ponciana.
Justo cuando la pequeña le estaba hablando al teléfono se produjo el incidente y ante los gritos de pánico de su hija, Quintana saltó de la cama y corrió descalzo aterrorizado por lo que podría encontrar. "Nada se compara con escuchar a tu hija pedir ayuda y no puedes hacer nada", dijo Quintana al Orlando Sentinel.
Una vez que constató que su hija estaba bien, Quintana dejó de ser padre y volvió a su misión de oficial del Condado y, alertado por un testigo, se dirigió a perseguir a Camfield, a quien detuvo casi a una milla de distancia de la escena.
Funcionarios de la Oficina del Sheriff dijeron que no encontraron evidencia de que Camfield hubiera aplicado los frenos del auto antes de golpear a los niños. Según testigos, en el momento del impacto, los niños caminaban sobre una superficie cubierta de hierba.
FUENTE: REDACCIÓN