MIAMI.- SERGIO OTÁLORA
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El centro de acogida Camillus House cuenta con una nueva casa benéfica que presta atención médica y entrenamiento para rehacer sus vidas luego de la cruel experiencia esclavista
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Es una cadena de traumas que puede combinar, en un solo caso, violencia física, psicológica, drogadicción, alcoholismo, victimización y violación sistemática. Esa secuencia de tragedias es generada por el tráfico humano, que puede ser para la explotación sexual o laboral, y que en su recorrido siniestro deja a su víctima desecha, en un túnel sin aparente salida.
El 75 por ciento de quienes sufren este flagelo son mujeres. El otro 25 por ciento son hombres, según lo reveló la fiscal estatal del Condado Miami-Dade, Katherine Fernández Rundle.
Cuando las autoridades logran identificarlas y liberarlas de la esclavitud a las que han sido sometidas por los proxenetas, a veces están desnutridas, tienen costillas rotas, huesos fracturados, nunca han sido sometidas a un examen ginecológico, otras veces están embarazadas o tienen el virus de inmunodeficiencia adquirida (HIV). “La única persona que provee una continuidad en esas vidas, así sea horrible y terrorífico, es ese proxeneta. Es el único que las llama, que les da comida en las noches, que no las deja salir cuando esté lloviendo”.
Pero para esas mujeres que lograban escapar del infierno, mayores de 18 años, no había ninguna posibilidad de tratamiento inmediato, un refugio para estabilizar a ese ser humano destruido por la crueldad. “A pesar de que la Florida ocupa el segundo lugar en tráfico humano, no había ningún sitio destinado, en el condado, a las víctimas de ese delito, mayores de edad”, advirtió la fiscal.
De acuerdo con cifras citadas por ella, en 2012, cuando no se conocía en toda su dimensión ese fenómeno, no se registró ningún caso. En cuestión de tres años, ya ha habido 300 casos, “y hemos enviado a la cárcel a proxenetas y hombres que compraron los servicios de estas mujeres”, informó Fernández Rundle.
La mayoría de las víctimas son del Condado Miami-Dade, pero hay jovencitas que vienen de otras partes del país e incluso del extranjero. Algunas se escaparon de sus casas, de hogares en los que sufrieron diversas formas de abuso, o presenciaron violentas peleas familiares.
Nuevo hogar
Ahora, gracias a la organización Camillus House – que presta una serie de invaluables servicios a la población indigente - y a la acción persistente de la fiscalía, hay en el Condado Miami-Dade un hogar de tránsito para esas mujeres, mayores de edad, que requieren con urgencia una ayuda profesional.
“Para las menores de edad, había un puerto seguro. La mayoría de las victimas entra al mundo de la prostitución entre los 12 y 15 años, y al cumplir los 18, parecía como si todo el mundo les diera la espalda porque no podían abandonar su situación y estaban así por varios años”, explicó la fiscal en un acto social de presentación de este programa de transición, llevado a cabo en el refugio de Camillus House, diseñado de manera especial para acoger a las mujeres víctimas de tráfico humano y explotación sexual.
Shed Boren, presidente ejecutivo de la institución benéfica, sabe que no es fácil el trabajo con este grupo por la profundidad y magnitud del trauma que ha sufrido. “La mayoría de estas mujeres han tenido que vivir demasiadas cosas, están destruidas”, señaló.
Mientras tanto, la fiscal Fernández Rundle reconoció que tocó varias puertas de personas generosas, que sin embargo veían con reparos que esta población, sometida a la explotación sexual, pudiera mezclarse con otros sectores. “Era muy difícil. Ellas estaban de verdad muy traumatizadas”, acotó.
A veces a estas jóvenes mujeres les cuesta trabajo romper los vínculos con su verdugo, por dependencia afectiva. Entonces, se escapan y regresan a donde el abusador.
Los servicios
Al final la junta directiva de Camillus House aceptó el reto de abrir un espacio, dentro de sus instalaciones y servicios, a la posibilidad de atender 16 mujeres en un día y 40 en un año.
La permanencia de estas personas en el refugio depende de cada caso individual. No hay un periodo específico de duración. Ellas tienen a su disposición un centro médico de atención básica, servicio odontológico, consulta psiquiátrica, terapias para tratar problemas de drogadicción y alcoholismo, posibilidad de terminar sus estudios secundarios o de ir al Miami-Dade College. “Esto es el inicio de la recuperación, empiezan aquí la terapia, la limpieza de todo lo que han sufrido, para reconstruir sus vidas, pero después deben seguir una existencia más constructiva y con sentido. Y necesitarán dejar ese sitio para la siguiente víctima”, subrayó la fiscal.
Para Camillus House el costo del refugio fue de 360.000 dólares. La Legislatura estatal dio una partida de 500.000 dólares, pero estos recursos no se desembolsan de manera automática. Eso significa que el año entrante la fiscal tendrá que volver a Tallahassee a buscar de nuevo la financiación de este programa. Pero llamó la atención de las fundaciones, de todas las personas que quieran aportar a este programa que, además, ya sirve de laboratorio de investigación, para Florida International University y Miami University, en el estudio y tratamiento de un problema tan complejo y específico del cual aún no hay mucha literatura científica.
En un futuro se busca construir un hogar de transición, donde las mujeres que ya han logrado una estabilidad emocional y física, puedan empezar un nuevo proyecto de vida. Hay la posibilidad de comprar un edificio antiguo, que hace muchos años fue un prostíbulo, después un hotel, y sería acondicionado para la segunda etapa del programa. Tiene 30 habitaciones, y su remodelación, así como la adaptación, costaría 6 millones de dólares.
Este programa, en últimas, busca reconectar a las víctimas con la vida común y corriente y ofrecerles lo que perdieron: desde las cosas sencillas como ir al teatro o el cine, hasta recuperar su propia identidad.
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