MADRID.- @Itxudiaz
MADRID.- He dedicado toda la mañana a intentar alcanzar la envergadura intelectual de la detective Kirchner y me he sentido terriblemente inferior. El suicidio de Nisman no fue un suicidio. Lo dice Kirchner y no hay razones para dudarlo, ya que fue ella la que hace menos de 24 horas aseguraba exactamente lo contrario.
MADRID.- @Itxudiaz
Cristina Fernández de Kirchner tiene un máximo respeto por la libertad, siempre que esta libertad se enmarque dentro de los límites que traza Cristina Fernández de Kirchner. Es un planteamiento oportuno, inteligente, y razonable, sobre todo si es usted Cristina Fernández de Kirchner. Ocurre que no es fácil serlo, porque el puesto está ocupado desde hace al menos 39 años por una señora de 61 nacida en La Playa y conocida por su morro y por su difunto esposo, Néstor, cuyo respeto por la libertad también era notable, siempre que esa libertad se enmarcara dentro de los límites trazados por el propio Néstor. Cristina y Néstor, ambos tan ardorosamente amantes de la libertad, que suman más de una década de celosa pasión liberal tan posesiva, que impide al resto de los argentinos disfrutar de ella.
Con tal amor por la libertad, no se le puede suponer a la Kirchner ninguna tendencia contraria a la democracia. Estoy convencido de que su cercanía al castrismo fue un desesperado intento por abrir Cuba al siglo XXI, a la paz, a los derechos, y a esa cosa de las urnas que tan buenos resultados le está dando a los Kirchner en Argentina.
Entre las recientes aficiones de Cristina Fernández de Kirchner destaca la criminología. De un tiempo a esta parte, cosa de dos días, la presidenta se ha entregado con pasión a la investigación de crímenes violentos, y en particular, a la del caso Nisman. Sus conclusiones sobre la extraña muerte del fiscal que la acusó de encubrimiento a Irán en el atentado más grave de la historia de Argentina resultan tan claras como su determinación contra la corrupción política: “El suicidio (que estoy convencida) no fue suicidio”.
He dedicado toda la mañana a intentar alcanzar la envergadura intelectual de la detective Kirchner y me he sentido terriblemente inferior. El suicidio de Nisman no fue un suicidio. Lo dice Kirchner y no hay razones para dudarlo, ya que fue ella la que hace menos de 24 horas aseguraba exactamente lo contrario: que no había ninguna duda de que Nisman se había pegado un tiro. Ahora dice lo contrario y ha desarrollado por carta una gruesa teoría que he sido incapaz de leer íntegra, pero que en síntesis asegura que Nisman fue víctima de un plan con “pistas falsas” para tumbar al Gobierno. ¡Malandrines!
El suicidio no fue un suicidio, las pistas que acusan a Kirchner son falsas, Cristina no tiene nada que ver en este asunto, todo es mentira, el mundo está lleno de malditos boludos antiperonistas, y el que piense lo contrario está siendo intoxicado por un plan concebido desde la Edad de Piedra para tumbar a la actual presidenta. No hay más.
En Argentina, la separación de poderes a día de hoy es indiscutible y total. La prueba es precisamente el caso Nisman. Que alguien asesine al fiscal un día antes de que acusara formalmente a la presidenta del Gobierno de encubrir a Irán en el atentado terrorista más grave de su país sólo confirma que, efectivamente, no hubo otra forma de avenir al fiscal al discurso que dictaba con carácter urgente el kirchnerismo en las últimas semanas.
Cristina hace todo lo que puede por mantener la justicia y la libertad en Argentina. Pero hay tipos infames como el difunto Nisman empeñados en ponérselo imposible. Menos mal que, en estos días tan tensos, a la presidenta le relaja muchísimo jugar a los detectives y al menos el fiscal le ha dado una oportunidad extraordinaria para su gran pasión: el crimen. La investigación, obviamente. Una lástima que, tras la muerte de Nisman, haya difundido el texto completo del fiscal. Tal vez haya que convertir al juez al kirchnerismo, esa suerte de socialismo optativo: o lo tomas o lo dejas, pero para siempre.
Como dijo no sé quién, no deberían ustedes preguntarse a quién beneficia la muerte de Nisman, sino lo que la muerte de Nisman puede hacer por la presidenta de su país.