Según el régimen de Nicolás Maduro, no hay una playa, una montaña, un restaurante o alguna de las pocas atracciones turísticas de Venezuela que no estén abarrotadas de personas en medio de las celebraciones de Semana Santa. Mientras tanto, el país mantiene su ritmo ininterrumpido hacia una completa decadencia.
Es constante en la cultura del venezolano decir: “Ahora viene Semana Santa y la gente se olvida de todo”, pero no solo ocurre en esta época festiva, sino también en carnaval, vacaciones de agosto, o algún día feriado que caiga cerca de un fin de semana.
El problema no es la cantidad de días festivos. Hay una gran diferencia en “tomar un respiro” o darse una “escapadita”, a obviar los problemas del país. Eso es exactamente lo que busca el régimen.
Por otra parte, es menester para la salud del venezolano que efectivamente tenga ese respiro por unos días, pero no llegar al punto de “olvidarse todo”, para luego volver y sorprenderse de las largas colas en el automarcado, ir a una clínica y que no pueda ser atendido por falta de insumos o sufrir el hecho de no poder salir tranquilo debido a la inseguridad.
Lo poco que se puede pedir en estos días de semana santa, es que al menos, se intente romper ese aspecto de la idiosincrasia del venezolano de tener una memoria que se ve interrumpida y reseteada con cada día feriado que se atraviesa y hace que la realidad del país se desvanezca.
Históricamente el régimen se ha aprovechado de ese aspecto, haciendo anuncios importantes dentro de estos días no laborables, para lograr su objetivo de “pasar por debajo de la mesa” lo principales problemas del país.