El calentamiento global está transformando lo que debían ser nevadas intensas en lluvia extrema sobre las montañas, agravando de alguna manera las peligrosas inundaciones como las que devastaron Pakistán el año pasado y la escasez de agua a largo plazo, reveló un nuevo estudio.
Valiéndose de mediciones de agua y nieve desde 1950 y simulaciones computarizadas para el clima del futuro, los científicos calcularon que por cada grado Celsius que se caliente el planeta, hay 15% más lluvias intensas a elevaciones mayores (8,3% por cada grado Fahrenheit), según un estudio publicado el miércoles en la revista Nature.
Las lluvias intensas en las montañas causan mucho más problemas que las grandes nevadas, incluyendo inundaciones, deslaves y erosión, dijeron los científicos. Y la lluvia no queda almacenada convenientemente como la nieve, la cual puede reabastecer los embalses durante la primavera y el verano.
“No es sólo un problema lejano que está proyectado a ocurrir en el futuro, sino que de hecho los datos nos dicen que ya está sucediendo y lo vemos en los datos de las últimas décadas”, dijo el autor principal del estudio, Mohamed Ombadi, hidrólogo y climatólogo del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley.
A medida que la temperatura del planeta ha aumentado hasta el borde del umbral de 1,5 Celsius (2,7 Fahrenheit) que se acordó internacionalmente para evitar los peores efectos del calentamiento global, este estudio demuestra que “cada grado (Celsius) importa porque viene con un incremento del 15%" de lluvias extremas sobre las montañas, comentó Ombadi. Ese aumento en las precipitaciones por grado sobre las montañas es más del doble de lo que recibe el resto del mundo por el hecho de que el aire más caliente retenga más agua.
El estudio analizó únicamente las lluvias más intensas de cada año durante las últimas seis décadas en el hemisferio norte, hallando que, a medida que aumenta la altitud, también lo hace la sobrealimentación de lluvia. Los mayores incrementos de precipitaciones se registraron a unos 3.000 metros (10.000 pies). Eso incluye buena parte del oeste de Estados Unidos, donde Ombadi señaló que son algo “muy pronunciado”, así como en parte de la cordillera de los Apalaches. Otro punto focal son los Himalayas y las montañas Tian Shan e Hindu Kush, en Asia, al igual que los Alpes.
Aproximadamente el 25% de la población mundial vive en una zona lo suficientemente cercana a las montañas o en una pendiente como para verse afectada por lluvias extremas o inundaciones, indicó Ombadi.
Eso significa más inundaciones desde las montañas como las que cobraron la vida de más de 1.700 personas en Pakistán y sumergieron a más de la tercera parte del país, señaló el autor. Pero destacó que no han estudiado específicamente las inundaciones de 2022 en Pakistán, por lo que podría haber algunas pequeñas diferencias.
El estudio suena lógico y “las implicaciones son graves”, dijo Park Williams, hidrólogo climático de la Universidad de California campus Los Ángeles, que no formó parte de la investigación. Los científicos anticipan más precipitaciones debido al aumento de las temperaturas, pero el impacto de inundaciones por nevadas intensas se reduce debido a que la nieve tarda en derretirse y es más fácil monitorear su acumulación para ver qué es lo que está ocurriendo, comentó.
“Pero a medida que se reduce la proporción de precipitaciones que caen en forma de nieve en las montañas, los riesgos de inundaciones se incrementan particularmente rápido”, indicó Williams.
Esto afecta al oeste de Estados Unidos de distintas maneras, dijo la coautora del estudio, la hidróloga Charuleka Varadharajan.
“Este tipo de lluvias extremas empeorarán las inundaciones. Y luego uno tiene que dilucidar: ¿a dónde está yéndose esa agua?”, comentó, destacando algunas de las penurias por inundaciones que el oeste de Estados Unidos ya ha padecido en lo que va del año luego de una serie de ríos atmosféricos y derretimiento de nieve acumulada.
Las inundaciones también pueden perjudicar la producción de alimentos, destacó Ombadi. Hizo referencia a los 89 millones de dólares en pérdidas de cultivos y ganado a causa de las lluvias torrenciales en 1997, según estimados del Departamento de Agricultura de California.
Pero el suministro de agua es otro problema a largo plazo. Cuando el oeste de Estados Unidos recibe nevadas intensas durante el invierno, esa nieve se derrite lentamente durante la primavera y el verano, llenando los embalses, lo cual permite usar el agua más adelante cuando se le necesite.
“Va a reducir la nieve, el suministro de agua para el futuro”, dijo Varadharajan. “Va a haber más escorrentía a corto plazo que derivará en más inundaciones y menos acumulación de nieve que recargue los mantos freáticos, lo cual a final de cuentas es lo que ayuda a mantener el flujo de los arroyos”.
“Estos sistemas montañosos suministran la mayor parte del agua en el oeste (de Estados Unidos), así que cualquier reducción en el suministro de agua sería bastante significativa en términos de gestión de los recursos hídricos”, subrayó.
En épocas de sequía — y buena parte del oeste de Estados Unidos ha lidiado con una enorme sequía durante más de 20 años —, los administradores del agua prefieren mantener los niveles elevados en los embalses, lo que pueden hacer cuando hay mucha nieve porque se derrite lentamente, dijo Williams. Pero no pueden hacer eso con las lluvias intensas.
Así que a medida que el calentamiento causa lluvias más fuertes, la sociedad se verá obligada a elegir entre reducir el uso del agua debido a los bajos niveles en los embalses con el fin de absorber un posible evento masivo de escorrentía desde las montañas, o construir nuevas y costosas represas, agregó Williams.
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FUENTE: Con informacion de AP