Rusia quiere compensar sus pérdidas en el mercado europeo con un gran gasoducto hacia China, pero los analistas aseguran que este proyecto demuestra el creciente desequilibrio entre estos dos aliados estratégicos en favor de Pekín.
Rusia quiere compensar sus pérdidas en el mercado europeo con un gran gasoducto hacia China, pero los analistas aseguran que este proyecto demuestra el creciente desequilibrio entre estos dos aliados estratégicos en favor de Pekín.
El gigante asiático se convirtió en un salvavidas económico para Moscú el año pasado, cuando las sanciones occidentales por la invasión de Ucrania hundieron los intercambios comerciales, especialmente de energía.
Moscú confía en que el nuevo gasoducto Fuerza de Siberia 2 salga adelante, pero Pekín ha evitado hasta ahora un compromiso explícito.
Para los analistas, esta demora en la respuesta denota la posición dominante de China en los acuerdos bilaterales sobre energía, así como los recelos de Pekín a depender en exceso del combustible ruso.
El país asiático "no tiene ninguna prisa para firmar nada a no ser que la propuesta sea favorable y moldeada a las condiciones de China", afirmó la investigadora Marina Shagina, del Instituto Internacional para Estudios Estratégicos (IISS) en Berlín.
Los presidentes chino y ruso, Xi Jinping y Vladimir Putin, abordaron este proyecto durante la cumbre celebrada esta semana en Moscú.
Después de la reunión, Putin dijo que "se han cerrado todos los acuerdos" para la puesta en marcha del gasoducto Fuerza de Siberia 2.
Pero el comunicado conjunto se limita a afirmar que ambos países trabajarán para hacer avanzar "la investigación y las consultas" sobre el proyecto.
El ministerio de Relaciones Exteriores chino no respondió a una solicitud de más información.
El Fuerza de Siberia 2 puede facilitar el transporte anual de 50.000 millones de metros cúbicos de gas a China, casi la misma capacidad del controvertido gasoducto Nord Stream 2 desde Rusia a Alemania.
Un alto cargo ruso sugirió el año pasado que el proyecto con China podría reemplazar al Nord Stream 2.
Rusia era el principal exportador mundial de gas natural licuado (GNL) pero su comercio se hundió en 2022 después de las sanciones occidentales por la guerra en Ucrania.
Mientras Europa buscaba otros proveedores, Moscú acudió a compradores alternativos como China, a quien ya abastece a través del gasoducto Fuerza de Siberia 1.
En 2022, el gigante asiático superó a Alemania como principal comprador de la energía rusa.
Y este año ha pagado un total de 12.200 millones de dólares por carbón, gas y petróleo de Rusia, según el Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio, con sede en Helsinki.
Las entregas de gas ruso a China a través del gasoducto Fuerza de Siberia 1 alcanzaron un récord de 15.500 millones de metros cúbicos el año pasado.
Pero la cifra empalidece ante los 155.000 millones de metros cúbicos de gas ruso exportado a Europa antes de la guerra en Ucrania.
"Rusia está desesperada por enviar tanto gas como sea posible hacia el este, mientras Europa se esfuerza para reducir su dependencia del gas ruso", dijo Philip Andrews-Speed, investigador del Instituto de Estudios de Energía de la Universidad Nacional de Singapur.
Un eventual acuerdo para el segundo Fuerza de Siberia consolidaría a China como cliente a largo plazo, afirmó Jaime Concha, experto del mercado gasístico en la firma de análisis Energy Intelligence.
La actual infraestructura de Rusia "estaba principalmente estructurada para abastecer el mercado europeo", explicó Concha a la AFP.
Construir una red equivalente en Asia sería costoso y largo, pero esto "muestra las pocas alternativas que tiene Rusia", agregó.
De su parte, China trata de asegurarse un surtido diverso de proveedores de energía.
En los últimos años firmó varios acuerdos de suministro de gas a largo plazo, incluido uno a 27 años con Catar por 60.000 millones de dólares.
"Los dirigentes chinos también observan las lecciones de la sobredependencia de Europa de las importaciones de energía de Rusia", dijo Yan Qin, analista principal del mercado de energía y carbono en el gabinete Refinitiv.
Gracias a su posición reforzada en las negociaciones sobre energía con Rusia, "China emergió como la ganadora de la guerra en Ucrania", según Marina Shagina.
"Pekín capitalizó el aislamiento internacional de Moscú e incrementó sus compras con fuertes descuentos de petróleo, gas y carbón de Rusia", agregó.
Aun así, China sintió las turbulencias del mercado energético global por la guerra.
Los precios del carbón térmico están "casi tan altos como en Europa" y el encarecimiento del GNL impactó las plantas de gas y la industria, apuntó Qin.
Por ello, el gasoducto Fuerza de Siberia 2 podría "impulsar enormemente la capacidad de importación de gas de China y reducir potencialmente la demanda de importación de GNL".