Por JOSÉ IGNACIO MORENO LEÓN
Centro de Estudios Latinoamericanos Arturo Uslar Pietri
Análisis Libre Internacional
Por JOSÉ IGNACIO MORENO LEÓN
Centro de Estudios Latinoamericanos Arturo Uslar Pietri
Análisis Libre Internacional
La temperatura promedio de nuestro planeta se ha incrementado en 0,74 °C entre 1906 y 2015 y, según los expertos, si continúa esa tendencia, podría generarse un incremento adicional de entre 1,8 °C y 4 °C a lo largo del presente siglo, todo ello dependiendo de la generación de volúmenes adicionales de los gases que producen el llamado efecto invernadero, constituidos en gran medida por el dióxido de carbono derivado de la combustión de hidrocarburos, de la deforestación y de la descomposición de biomasa. Igualmente al calentamiento global contribuyen otras emisiones de gases como los aerosoles, los cuales además provocan el debilitamiento de la capa de ozono que genera en la atmósfera lo que se ha dado en llamar el agujero o hueco de ozono.
Para los científicos que ha estado monitoreando la preocupante elevación de la temperatura terráquea, el riesgo de este fenómeno se hace crítico para la existencia humana si el incremento de la temperatura global supera 2 °C. Específicamente el Intergovermental Panel on Climate Change, institución que desde 1988 ha estado evaluando permanentemente este fenómeno, ha estimado que la temperatura global promedio de nuestro planeta podría elevarse entre 1,4 y 6,4 °C para el 2100, por encima el promedio de 1999, lo que provocaría un incremento fatal del nivel global promedio de nuestros mares de entre 20 y 88 centímetros para esa fecha. Se señala que si no se corrigen drásticamente las causas que están provocando el calentamiento global, este fenómeno podía acentuarse hasta llegar al fatídico nivel de un incremento de 6 °C por encima de la temperatura promedio actual del planeta, situación que, según todos los expertos en el tema, generaría un cataclismo universal que marcaría el final de los tiempos para la civilización humana.
Lo cierto es que el calentamiento global sigue su marcha indetenible, sin que se estén tomando las adecuadas decisiones necesarias para detener esa macabra tendencia. Los más recientes fenómenos medioambientales así lo confirman: En varios países europeos durante este verano se batieron todos los récords de elevadas temperaturas; en París en julio se tuvo un record histórico de 42,6 °C, en Alemania 41,5 °C, en Bélgica 41,8 °C. En España temperaturas de 40 °C afectaron varias regiones del país y se pronostica el peligro de desertificación del 80% del territorio sur del país, en donde ya cerca de un 30% es considerado como zona desértica. Las elevadas temperaturas afectan igualmente las zonas polares con masivos derretimientos de las mismas. Así, en Groenlandia el deshielo en el noreste del país ha provocado el derretimiento de aproximadamente la mitad de ese casco polar, provocando la pérdida de cerca de 2000 millones de toneladas de hielo, con el agravante de que ese proceso se ha adelantado este año y en mayores proporciones que en años anteriores, lo que está provocando un aumento del nivel del mar a un ritmo que, según los científicos, de mantenerse apuntaría hacia una catástrofe global en los próximos 15 años.
En el año en curso igualmente grandes inundaciones, provocadas por torrenciales lluvias han sido causantes de centenas de muertos y cerca de 6 millones de personas desplazadas en el sur del Asia, especialmente en la India, Nepal, Bangladesh y Paquistán. También en la región central de Estados Unidos se han registrado las mayores precipitaciones en la historia, desde que se lleva ese tipo de registros en el país. A toda esa crisis medioambiental hay que agregar, entre otras consecuencias derivadas, la hambruna, la crisis alimentaria y las alarmantes señales de destrucción de la vida acuática, no sólo por el efecto invernadero sino también por pesca indiscriminada y la contaminación de ríos y mares que están provocando, entre otros males, el franco deterioro de zonas pesqueras del mundo, con la reducción de valiosas especies como el atún aleta azul a solo el 10% de los volúmenes existentes hace pocas décadas.
Frente a estas preocupantes realidades, más de 300 mil jóvenes en el mundo han promovido manifestaciones de reclamo ante los expertos mundiales exigiendo un mayor esfuerzo en la lucha contra el cambio climático. Así ha surgido Greta Thunberg, una adolescente sueca de 16 años quien, con fuerte presencia mediática ha estado exigiendo a los líderes de la Unión Europea mayor responsabilidad frente al drama medioambiental y ha convocado a los jóvenes berlineses para acciones más efectivas en el control del cambio climático, provocando una masiva representación de la juventud mundial, quienes se reunieran en más de 2000 ciudades de un centenar de países con la meta de exigir acciones más efectivas para el control del cambio climático. Fue así como surgió el movimiento “Youth for Climate” promovido por la joven activista sueca quien ya en 2018 había convocado una gran manifestación frente al Parlamento de su país en reclamo de medidas contra el calentamiento global. Recientemente esas manifestaciones se han extendido por diferentes países al impulso de agrupaciones estudiantiles, con significativas consignas como “No hay planeta B”, en Portugal; “Cambiad la política no el clima”, en Berlín; “Mejor el cambio humano que el cambio climático”, en Viena; “Estamos aún a tiempo” en Venecia; “Queremos la vida”, en Madrid. En Estambul un joven de 11 años sostenía en una de esas protestas una pancarta con el significativo lema “Hoy no hemos ido al colegio, porque el colegio puede esperar, pero el cambio climático no”.
El movimiento promovido inicialmente por Greta Thunberg se ha extendido a nivel mundial bajo el nombre de Fridays for Future y ha servido de inspiración para la constitución de otros movimientos que claman por actuar de manera más efectiva contra el cambio climático. Así en Alemania, Austria y Suiza un numeroso grupo de científicos fundaron Scientists for Future como movimiento de apoyo a las manifestaciones en favor del clima. El Club de Roma también ha manifestado el respaldo a la iniciativa de la joven activista sueca y, más recientemente, el pasado mes de junio, Amnistía Internacional le otorgó a Greta Thunberg y a su movimiento Fridays for Future el premio “Embajador/a de Conciencia”. Para el próximo 20 de septiembre Friday for Future está llamando a trabajadores y sindicatos de todos los países a una huelga general a nivel internacional en defensa del planeta. Será este el primer movimiento mundial de la historia que, bajo el liderazgo juvenil tratará de sembrar conciencia sobre el peligro del desastre ecológico que se avecina si no se toman oportunamente las medidas requeridas para evitarlo.
Ante este masivo clamor de los jóvenes y científicos del mundo, resuena igualmente la lapidaria sentencia de Lester Brown, reconocido analista medioambiental y fundador en 1974 del World Watch Institute, cuando afirma: “Si la sociedad humana no cambia, la naturaleza se encargará de cambiar la sociedad”[1]. Mientras tanto en nuestro país la crisis medioambiental no parece estar entre las consideraciones prioritarias, ni en la agenda de un gobierno que eliminó el ministerio del Ambiente; pero tampoco aparece en el debate político ni en la agenda opositora, lo que revela una grave visión cortoplacista que debemos superar, respondiendo al ejemplo que nos está dando la juventud mundial, los herederos del planeta.
FUENTE: Publicado inicialmente en Análisis Libre Internacional