Naturhouse es una de las muchas empresas que se han lanzado a las fronteras polacas y húngaras para socorrer a los cientos de miles de refugiados ucranianos que huyen del terror de la invasión rusa. Al llegar a territorio seguro, el miedo de los que han escapado de las bombas y los tiros se ha convertido en una tensión latente, en cansancio, en dolor. Es la razón que ha movido a Félix Revuelta, fundador y presidente de Naturhouse, a fletar varios autobuses para traer a España a las mujeres y niños afectados por la guerra de Ucrania, todo por petición de una ONG catalana, Acción Familiar Barcelona. Una publicación del portal El Español cuenta la historia.
Aseguran que alrededor de 150 víctimas colaterales de la invasión rusa han subido ya a los dos autobuses humanitarios que ha desplazado la empresa hasta la frontera. Su destino es Cataluña: cruzarán toda Europa hasta llegar a Barcelona y La Garriga. Es un viaje largo y tedioso, pero cuya incomodidad es incomparable con la terrorífica experiencia de huir de sus hogares en pleno invierno, con temperaturas bajo cero y hacinados en campos de refugiados.
Piotr Podlaszewski, jefe de Naturhouse en Polonia, confiesa conmocionado que lo que están viviendo en la frontera es muy duro. Él mismo ha cogido su coche, cruzado Eslovaquia y llegado a Hungría para ayudar a fletar los autobuses. En su maletero ha llevado decenas de maletas de refugiados ucranianos, de gente que va y viene y a la que no sabe si volverá a ver.
Con un fuerte acento polaco, Podlaszewski explica a ENCLAVE ODS cómo la situación empeora por momentos. No se escuchan bombas, pero no hace falta para despertar escalofríos: el rostro y la mirada de quienes lo han dejado todo atrás refleja el dolor de la pérdida y la incertidumbre. Los gritos de los niños se mezclan con las ojeras y la tos. Podlaszewski explica que hay mujeres que de repente estallan en carcajadas y a los pocos segundos rompen a llorar. Es la fragilidad psicológica de los que huyen de su hogar: hace dos semanas hacían la compra en sus barrios; hoy los misiles han convertido sus casas en una masa de escombros y sus calles en cementerios de civiles.
"Las mujeres, especialmente las que vienen con niños, están agotadas", explica Podlaszewski. "Son el viaje y el miedo por todo lo que está ocurriendo". Además, cruzar la frontera no es tan fácil: "Los que llevan pasaporte biométrico en teoría pueden hacerlo sin problema", añade.
"Sin embargo, hay muchas familias pobres que no lo tienen porque nunca pensaron que tendrían que abandonar Ucrania. Así que [las autoridades húngaras] los mandan a un centro de recepción que está a 12 kilómetros de distancia, con unas colas tremendas, encerrados en autobuses durante cuatro horas hasta que les ponen unas tiendas con una pequeña calefacción. Los niños no paran de gritar y las madres... En fin, es muy triste, muy duro, y más teniendo en cuenta lo que han tenido que pasar para llegar a la frontera".
Radiografía de una operación de rescate
Tal y como explica Podlaszewski, la última familia ucraniana que sacaron junto al equipo de Naturhouse llegó a las 7:00 de la mañana del sábado. Toda la operativa comenzó el martes a las 20:00, cuando Félix Revuelta llamó al responsable de Naturhouse en Polonia para que contactase con Pilar Fusté y le ofreciera organizar autobuses desde el país eslavo. "Hicimos un análisis rápido y fue lo más factible", explica. "Participó un montón de gente con buena voluntad".
Uno de los autobuses de Naturhouse llegó a España a lo largo de la noche del sábado. El segundo, pocas horas después. A bordo de cada uno iban alrededor de 60 personas. "Unas 115 personas", estima Podlaszewski, entre las cuales no había ni un sólo hombre.
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FUENTE: Con información de El Español