ESPECIAL
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TOULOUSE.- Las elecciones en Turquía son importantes no solo para los ciudadanos turcos, sino también para la región euroasiática en su conjunto.
Este país, que es miembro de la OTAN, es clave en la política exterior y la seguridad tanto de Europa como del Medio Oriente, y el resultado de las elecciones puede tener un impacto importante en las relaciones internacionales.
Estas elecciones también son importantes para los derechos humanos y la democracia en la región. Observadores internacionales vigilan el proceso electoral para asegurarse de que sean libres y justas, y que se respete la decisión de los ciudadanos, luego de escuchar repetidas irregularidades en campañas anteriores.
El mandato de Recep Tayyip Erdogan, actual presidente, podría extenderse, pero la competición es fuerte este año con la coalición de seis partidos, que está liderada por Kemal Kiliçdaroglu.
Evidentemente hay otros oponentes, pero Kiliçdaroglu es el que tiene la mayor probabilidad según las encuestas.
Eso predice el reputado instituto Konda, que otorga a Kiliçdaroglu el 49,3% de los votos en la primera vuelta, frente al 43,7% de Erdogan.
Esta es la primera vez que Erdogan no está dado como gran favorito de las elecciones. Por ello, se dice que el hombre fuerte turco ya no es el favorito.
Muchos problemas hacen que la población cambie su manera de pensar. Turquía se enfrenta a varias situaciones importantes, incluyendo cuestiones de derechos humanos, libertad de prensa, economía, la cuestión kurda y la situación en Siria.
El gran terremoto del 6 de febrero, que causó más de 47.000 muertes en Turquía, es la piedra en el zapato que pudiera costarle a Erdogan mucho, tras su gobierno recibir serias acusaciones de corrupción por la práctica indebida de los códigos de construcción.
Por otra parte, la represión política contra los oponentes políticos, los periodistas y los defensores de los derechos humanos sigue siendo una preocupación importante, mientras que la libertad de prensa está cada vez más restringida.
La crisis económica, que comenzó en 2018, también ha contribuido a una alta inflación, que llegó a alcanzar 85%.
La depreciación de la moneda nacional, la lira turca y una alta tasa de desempleo afectan al país.
Uno de los miedos mayores entre los electores radica en la falta de confianza en el proceso electoral, ante la posibilidad de traspaso de votos.
En las pasadas elecciones, Erdogan ganó un nuevo mandato, pero los resultados fueron impugnados sin éxito por la oposición que acusó al gobierno de fraude electoral.
A pesar de las encuestas, Erdogan sigue siendo un hombre fuerte en Turquía. Pronto sabremos si se cumple la predicción o si el actual presidente logra mantenerse en el poder de una manera u otra.