lunes 2  de  diciembre 2024
CONFLICTO

Invasión rusa a Ucrania: en peligro más de siete millones de niños

También murieron 2 profesoras cuando un misil impactó en una escuela de Gorlovka, según la organización Save the Children, con base en Ucrania
Diario las Américas | LUIS LEONEL LEÓN
Por LUIS LEONEL LEÓN

Como en un fuego cruzado, tan heridos como incrédulos, entre ese cadáver en que han convertido la verdad los medios de comunicación y el hartazgo de los partidos y los políticos de turno, se escucha y se lee a personas que aún creen que la invasión de Rusia a Ucrania es solo una distracción de los oscuros poderes que manipulan el cada vez más frágil destino de la humanidad.

Y no es que este conflicto bélico no sea o no pueda ser utilizado como cortina de humo para intentar paliar los desastres que se viven a ambos lados del Atlántico o para sacarle diversos provechos, no siempre para bien de la humanidad. La historia contemporánea ha demostrado que ese tipo de artimañas no solo es posible sino que además puede ser muy efectivo, lo mismo en detrimento de unas elecciones que para beneficio de los magnates de la salud a nivel global.

“A río revuelto, ganancia de pescadores”, como bien dice la sabiduría popular. Siempre habrá más de un grupo de poder para tratar de agarrar una parte del pastel. Más allá de cualquier teoría, interpretación, usos y malos usos de la realidad, la guerra de Rusia contra Ucrania es real. Es un hecho. No pocos civiles han fallecido. Hay niños muertos. Cualquiera, sin distinción de edad, puede ser eliminado.

Hasta el momento por lo menos una decena de niños han sido asesinados a manos del ejército ruso. Los invasores han bombardeado al menos 6 centros educativos. También murieron 2 profesoras cuando un misil impactó en una escuela de Gorlovka, en el este del país, según la organización sin fines de lucro (ONG) Save the Children, fundada hace más de 100 años y con base en Ucrania desde 2014. Que a esta institución -como muchas otras hoy día- lleguen malas influencias de las políticas globalistas de la Nueva Izquierda, no invalida el dato de las víctimas.

Los constantes ataques del ejército ruso, como se ha advertido por parte de esta y otras organizaciones, ponen en peligro la vida de más de 7,5 millones de niños. Naciones Unidas denunció los bombardeos a una guardería y un orfanato en la ciudad nororiental de Okhtyrka, donde 6 personas murieron, entre ellas una niña de 7 años. El presidente ucraniano lidera la resistencia de los suyos. Occidente reacciona con sanciones contra Rusia y algunos envían ayuda a Ucrania. No es una sorpresa el apoyo a Putin de parte de China, Corea del Norte, Siria, Venezuela, Cuba y otras dictaduras. Las muertes aumentan mientras Putin ordena a los soldados rusos arreciar la invasión. El peligro crece.

Esta es solo una pequeña historia. Eva, de 15 años, iba a una de las escuelas bombardeadas por orden de Putin. Por suerte logró escapar de su pueblo con sus padres. “Mis abuelos, muchos niños y niñas, mis compañeros de clase, los ancianos y las personas que no tienen la posibilidad de salir se han tenido que quedar en el pueblo, dónde una de cada dos casas ha resultado dañada”, manifestó la jovencita ucraniana, según recoge en su portal digital Save the Children.

Irina Saghoyan, directora de la entidad para Europa del Este, señala que las escuelas “no deben convertirse en los campos de batalla donde se libran las guerras y los estudiantes son las víctimas. Con cada escuela dañada o destruida, y cada lección perdida, las perspectivas de los niños y niñas de experimentar y construir un futuro mejor disminuyen. Las escuelas, el profesorado y el alumnado deben estar protegidos de los ataques. La protección de los civiles y de las infraestructuras civiles esenciales, como las escuelas y los hospitales, debe ser la prioridad absoluta de todas las partes: es su obligación legal minimizar el sufrimiento de los civiles en este conflicto”, reclama Saghoyan. Una realidad que a Putin no le importa. Creer lo contrario es, cuando menos, actuar como un inocente. O como un burócrata.

Viendo el horror de la guerra desatada por Putin, esta ONG insiste en que “las escuelas deben ser espacios seguros e inviolables para la infancia y el profesorado, con especial protección incluso en un escenario de conflicto”. Pero la reacción del ruso, ex soviético, ha sido intensificar sus ataques contra los ucranianos, como era de esperar. A Putin le da igual quien muera. Como criminal de guerra, ex agente de la KGB (servicios de inteligencia y policía secreta de la Rusia comunista) Putin apuesta a que mientras más niños mueran, más terror implantará en el pueblo que pretende doblegar.

Mientras invasores e invadidos se sentaban en la primera ronda de una larga mesa de supuestas negociaciones en Bielorrusia, el ejército de Putin preparaba un nuevo convoy militar para aumentar sus ataques a Kiev y lanzaba otro fuerte bombardeo contra zonas civiles de Járkov, reconocida como la segunda ciudad de Ucrania. Y mientras el mundo, supuestamente occidental y democrático, no le ponga freno, el dictador ruso seguirá avanzando en su ambición expansionista. Esperar otra reacción es actuar como ingenuos, o criminales. En Cuba aún suele decirse que “tanta culpa tiene quien mata a la vaca como el que le aguanta las patas”.

Save the Children apunta que desde el 2014, “el conflicto en el este de Ucrania ha destruido, dañado o forzado el cierre de más de 750 escuelas, interrumpiendo el acceso a la educación de miles de niños, muchos de los cuales están demasiado asustados para asistir y angustiados por la presencia de soldados armados en sus escuelas y en sus alrededores”.

Atacar escuelas y hospitales, según Naciones Unidas, es una de las 6 violaciones graves cometidas contra la infancia. Pero ante esto Putin no se inmuta. Su propósito es conquistar Ucrania y no es problema si para ello ha de asesinar a millones de personas, entre ellas millones de niños. No sería un dato nuevo en la historia criminal de su natal Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), donde fueron asesinados más de 20 millones de seres humanos. La guerra expansionista de Putin contra Ucrania y Occidente continúa. Millones corren peligro. Adultos, ancianos, niños. No sólo en Ucrania.

Putin conoce muy bien el juego de poderes y el mundo en el que vive, donde, a pesar del repudio que la mayoría suele hacerle a las guerras, él se mantiene erigido como un enviado de Dios para quienes detestan el globalismo y como un comandante del diablo para quienes rechazan las dictaduras. Mientras tanto los muertos los ponen, como casi siempre, los hijos de las familias más comunes.

Publicado originalmente en La Gaceta de la Iberosfera

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