ABUYA.-DPA
El problema más urgente en el país petrolero es la campaña terrorista de Boko Haram. Desde que Buhari asumió el 29 de mayo murieron 800 personas, según la empresa de análisis de riesgo Verisk Maplecroft. Este miércoles otras 30 personas perdieron la vida y más de 100 resultaron heridas en atentados en la ciudad de Gombe, en el noreste del país
ABUYA.-DPA
La llegada del nuevo presidente Muhammadu Buhari no frenó a Boko Haram en su sangrienta campaña del terror en Nigeria. A casi dos meses de su asunción, la violencia del grupo terrorista deja casi 850 muertos.
Esto ha generado dudas sobre la estrategia del exdictador militar para el país más densamente poblado de África, que es a su vez la mayor economía del continente. El musulmán de 72 años tiene grandes metas: quiere poner rápidamente fin a la corrupción y el terrorismo. Pero hasta ahora ni siquiera nombró a sus ministros.
El presidente podría perder el control del país
"Buhari debe actuar rápidamente", asegura el experto David Zounmenou, del Instituto Africano de Estudios en Seguridad en Pretoria. El analista considera que ante la ausencia de ministros que asuman la conducción política del país, el Ejecutivo de Nigeria funciona actualmente a media máquina. "En el peor de los casos, Buhari podría perder el control del país porque otros sentirán el vacío de poder".
Antes de reunirse con el presidente estadounidense Barack Obama en Washington, Buhari justificó la lentitud de sus acciones. "Sé que el mundo está esperando ver pruebas de que mi Gobierno es diferente de los anteriores, pero no es tan fácil reformar mi país después de tantos años de mala gestión", escribió en The Washington Post.
Campaña terrorista
El problema más urgente en el país petrolero es la campaña terrorista de Boko Haram. Desde que Buhari asumió el 29 de mayo murieron 800 personas, según la empresa de análisis de riesgo Verisk Maplecroft. Este miércoles otras 30 personas perdieron la vida y más de 100 resultaron heridas en atentados en la ciudad de Gombe, en el noreste del país.
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Desde 2009, el Ejército vio cómo Boko Haram se iba fortaleciendo casi como un espectador desorientado. No fue hasta poco antes de las elecciones cuando el expresidente Goodluck Jonathan lanzó una ofensiva junto con los vecinos Chad, Camerún y Niger, que recuperaron territorios del noreste del país que estaban en manos del grupo extremista.
Los terroristas tampoco lograron convertir las elecciones presidenciales de fines de marzo en un baño de sangre como muchos temían.
De todos modos, los extremistas sunitas volvieron a cambiar su táctica desde entonces. Ya no intentan hacerse con grandes territorios como un Ejército, sino que aterrorizan a la población como un movimiento guerrillero con ataques puntuales y atentados suicidas.
El grupo movilizó a unos 6.000 combatientes armados, entre ellos también mujeres y niños, para que cometan atentados terroristas. "La ofensiva militar hizo que Boko Haram se replegara, pero no limitó su capacidad para cometer ataques", considera el experto Ryan Cummings, de la compañía de análisis de riesgo Red24. El gobierno también admitió que Boko Haram ataca cada vez más a civiles.
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Mientras continúan los asesinatos, Buhari asegura que el mundo está más cerca de ver la destrucción de Boko Haram gracias a sus primeras decisiones.
“Pueden combatirse los síntomas, pero no las causas”
Después de asumir el cargo, ordenó a la central militar para el combate a Boko Haram que se traslade de Abuya a las zonas en conflicto, en el noreste del país. Y la semana pasada destituyó a los altos mandos de las Fuerzas Armadas que habían sido nombrados por su antecesor.
Pero el problema de Boko Haram, aseguran los expertos, no se resolverá aun cuando Buhari logre una victoria militar, tal como prometió a sus electores. "A través de la victoria militar pueden combatirse los síntomas, pero no las causas del problema", asegura Cummings.
Pobreza y desempleo, más reclutamiento
El analista considera que mientras el desempleo y la pobreza sigan asolando el noreste del país, Boko Haram seguirá reclutando a nuevos combatientes gracias a una mezcla de fanatismo religioso y estímulos financieros.
Por eso cree que para desarrollar una estrategia de largo plazo para esa zona de Nigeria sería importante contar con un Gobierno que funcione, con ministros. Se estima que hasta septiembre no ocurrirá. O sea, cinco meses después de las elecciones.
Cuando gobernó como dictador militar entre 1983 y 1985, Buhari lanzó una campaña de mano dura contra la corrupción. Ahora insiste en que primero deben consolidarse las nuevas reglas para evitar la corrupción: "En la historia de Nigeria desde su independencia existen demasiado pocos ejemplos de una buena administración y una buena cúpula de Gobierno".
