Ucrania lucha para detener la ofensiva invernal de Rusia, al mismo tiempo que surgen críticas internas al presidente Volodímir Zelenski y se complica la acometida de ayuda y suministro de armas de países occidentales.
El país europeo, muy golpeado por la invasión de Rusia, libra su gran batalla entre falta de suficientes recursos militares y problemas internos
Ucrania lucha para detener la ofensiva invernal de Rusia, al mismo tiempo que surgen críticas internas al presidente Volodímir Zelenski y se complica la acometida de ayuda y suministro de armas de países occidentales.
Las fuerzas de Kiev a duras penas mantienen sus posiciones en Avdiivka, localidad que el ejército ruso intenta cercar para dominar la zona central de Donetsk.
Estos días, Rusia anunció la toma de Marinka, una localidad cercana que brindaría a la a las fuerzas rusas “un espacio operativo más amplio”, dijo Vladimir Putin. Ucrania destaca el gran número de bajas sufridas por Rusia en esa operación, que asciende a 13.000 muertos y cientos de tanques destruidos, según sus cálculos.
Al otro extremo del frente, las cabeceras de playa en la orilla oriental del río Dnipro, conquistadas por marines ucranianos, son focos de persistentes contrataques rusos, que utilizan aviones caza, misiles y hasta armas químicas, según voceros de las fuerzas especiales ucranianas, cuyo grupo de elite, Centro 73, intenta penetrar la retaguardia rusa en Kherson.
A la vez que incrementa sus avances terrestres, Rusia intensifica los bombardeos diarios contra la infraestructura energética, alimentaria e industrial de Ucrania, tal como anticipo DIARIO LAS AMÉRICAS en anteriores ediciones.
El creciente número de drones kamikaze Shahed, que Rusia ahora produce en su territorio, le otorgan una capacidad ofensiva casi ilimitada en el aire, al igual que su creciente despliegue de cazabombarderos de última generación Su-34 y Su-35, armados de misiles hipersónicos de medio alcance Onyx, Iskander y KH-59 con ojivas de 250 kgs.
La fuerza aérea de Ucrania afirma interceptar gran parte de las aeronaves. En recientes días celebró el derribo de tres Su-34, que se arriesgaron a adentrarse en su espacio aéreo para lanzar bombas guiadas de media tonelada. Fueron interceptados por un sistema Patriot, que Estados Unidos proveyó, a 70 km de su presunto objetivo en una zona industrial.
Alrededor de 15% de los Shaheds, lanzados en manadas de más de 30 o 40, logran penetrar la cobertura de radar convencional. Son lanzados desde Crimea y diversos puntos de control instalados en territorio ocupado, aproximando sus objetivos por varias direcciones, acorde con voceros de defensa ucranianos.
Hace unos días, drones alcanzaron la central térmica y el principal almacén de granos del puerto de Mykolaiv en Odesa, donde las sirenas de alerta no paran de sonar estas navidades.
“Rusia busca sobrecargar la red defensiva ucraniana, abriendo huecos por los cuales lanzar ataques masivos contra ciudades con misiles hipersónicos, gran parte de los cuales mantiene en reserva”, señaló el profesor Michael Clark del Royal United Services Institute en Londres, institución semi oficial del Ministerio de Defensa británico.
Ucrania solo dispone de tres baterías Patriot, una de las cuales fue suministrada por Alemania, que también ha donado su propio sistema Iris T y el Gepard que consiste en cañones AA automáticos de 35 mm montados en tanquetas, altamente efectivos contra drones. Durante la última semana, Japón anunció la donación de una batería Patriot para proteger al puerto de Odesa, terminal mundial de tránsito de alimentos donde misiles hipersónicos rusos han estado mermando las instalaciones.
Tokyo ha actuado a pesar de las amenazas del Kremlin. Buques de guerra rusos han estado participando en maniobras conjuntas con la armada china en el mar de Japón, donde un crucero de Rusia hizo ensayos de misil antibuque. Moscú también se ha comprometido a apoyar la marina de Corea del Norte, que recientemente ha desarrollado submarinos nucleares.
El ‘blindaje’ de Ucrania se está convirtiendo en una operación de gran envergadura con crecientes riesgos para sus aliados, ya que sus propios arsenales se ven disminuidos por la transferencia de armas a Kiev. Cada batería Patriot, que consiste en 60 SAMs, vehículo de lanzamiento y estación de radar, cuesta mil millones de dólares. Su mantenimiento y suministro supone costos incalculables a largo plazo. Sera igualmente caro mantener y armar los 42 cazas F-16 prometidos a Ucrania, 18 de los cuales se estarán desplegando al teatro de operaciones a principios de año, según informó la OTAN.
El aprovisionamiento de estos sistemas de defensa altamente complejos, ahora esenciales para la supervivencia de Ucrania a corto plazo, forma parte sustancial de los 62.000 millones en ayuda militar pendiente de aprobación por el congreso de EEUU junto con 40.000 millones en ayuda financiera y humanitaria
El paquete de ayuda se encuentra estancado en negociaciones entre la Casa Blanca y la Cámara de Representantes, cuya mayoría republicana condiciona su apoyo al fortalecimiento de la seguridad de la frontera con México, que el presidente Biden se muestra reacio a conceder.
Ayudas de 55.000 millones para Ucrania se ven igualmente bloqueadas en la Unión Europea por el veto de Hungría en la reciente reunión de los 27 países miembros. El presidente húngaro, Viktor Orban, podría estar utilizando el tema de Ucrania para presionar a los europeos sobre el desbloqueo de los 25.000 millones en subsidios para su gobierno, retenidos como sanción a sus alegadas prácticas antidemocráticas.
A la vez que Rusia aumenta su presión militar y diplomática, y que el hasta ahora entusiasta apoyo internacional a la causa ucraniana se ve entramado en las políticas internas de los aliados de la OTAN, el presidente Zelenski parece perder popularidad en su propio país.
Acusaciones de autoritarismo surgieron cuando el jefe de su ejército, general Valeri Zaluzhin, criticó el cese inmediato de los militares responsables del reclutamiento alegando prácticas corruptas, en momentos en que la cúpula militar pide la movilización de 500.000 hombres para continuar la lucha contra Rusia.
También han surgido críticas por parte de exasesores, quienes cuestionan el planeamiento de la fallida contraofensiva del verano pasado y la retórica “excesivamente agresiva” de Zelenski que puede haber sido necesaria durante inicios de la invasión rusa.
También se sospechan movidas por el expresidente y proscrito líder de la oposición Petro Poroshenko, a quien se le impidió la salida del país para reunirse con Orban, lo cual fue duramente criticado por el alcalde de Kiev, Vitalii Klitchko, quien dijo entonces que Ucrania se parece “cada día más a Rusia”.
Críticas tanto internas como externas han recaído sobre Zelenski por su decisión de cancelar elecciones que deberían celebrarse en los próximos meses, citando la Constitución de Ucrania, que prohíbe elecciones bajo ley marcial que rige sobre el país desde que empezó la guerra. “Sería mala idea, mientras parte del país no pueda participar en la votación”, comentó el profesor Clark. “Líneas de votantes formándose en las urnas también podrían ser blancos perfectos para misiles rusos”, destacó.
Putin celebró una conferencia de prensa indicando su disposición a emprender negociaciones “basadas en intereses rusos”, tras visitar Arabia Saudi que ha estado abogando por una solución pactada en Ucrania.
Según un informe del New York Times, Putin ha estado promoviendo tal acercamiento mediante “canales extraoficiales”, que pueden haber ganado impulso en su reciente gira. Dirigentes del Kremlin indican que Rusia busca un arreglo garantizando su control del terreno ya ocupado, acorde con fuentes del periódico.
A pesar de recientes logros en el campo de batalla el coste de la guerra en recursos y vidas pueden pesar sobre el régimen en elecciones programadas para el próximo año. Aunque candidatos opuestos a la guerra han sido descalificados para las elecciones, el Kremlin teme que manifestaciones de mujeres que han perdido hijos y maridos que son cada día más frecuentes, mermen los comicios.
Las bajas rusas pronto podrían aproximarse a 400.000 hombres, según cálculos de la OTAN. Al cierre de esta edición, otro buque insignia ruso reposando en Crimea fue destruido por misiles Storm Shadow donados por Reino Unido. Con este último golpe, se calcula que Rusia ha perdido 20% de su flota del mar Negro, según el ministerio de defensa británico.