MIAMI.- Un significativo reportaje sobre la realidad de la sociedad en Cuba, sin mencionar claramente al culpable principal, la dictadura, es publicado por el periódico español La Vanguardia, probablemente el mejor exponente del periodismo objetivo en España.
Titulado Cuba se hunde en el olvido, la revolución fallida y firmado por un corresponsal asentado en Washington DC, Fernando García, el texto aborda algunas de las penurias económicas de los cubanos e incluso denota que, después de largos años de espera, la opción prevalente es “irse fuera”.
“Cuba no produce azúcar suficiente ni para abastecer las escuálidas cuotas de la cartilla de racionamiento o canasta. La isla tendrá que importar grandes cantidades del producto que durante siglos la hizo grande y ahora, con una cosecha próxima a las de la guerra de independencia, la avergüenza”, comentó el redactor.
Sobre la suspensión del siempre esperado Juego de las Estrellas del béisbol cubano, planteó que “el problema no está solo en que falten estrellas en el béisbol en la isla porque muchas han emigrado, es que faltan pelotas, faltan bates y en momentos clave han faltado hasta uniformes”.
Luego continúa: “No en vano Cuba vive una crisis migratoria sin precedentes que recuerda a la de los balseros en 1994. El año pasado, la cifra de cubanos que entraron a Estados Unidos por tierra pulverizó los tristes récords anteriores al acercarse a los 300.000. Y otros 6.182 prófugos abandonaron la isla por mar en el año fiscal 2022. Un éxodo de proporciones bíblicas. Además, unos 3.000 cubanos han sido deportados desde esta tierra prometida en lo que va de año. Otros 30.000 han recibido autorización de viaje por el procedimiento de “parole”. Pero en la cola para obtener ese visado especial hay más de 380.000 solicitudes” en un país donde la población ahora apenas supera los 11 millones.
“La crisis que atraviesa mi país es peor que la de los años noventa”, causada por la caída de la Unión Soviética y de sus cuantiosas ayudas. Esto opina el catedrático emérito de Economía en la Universidad de Pittsburgh y uno de los mejores conocedores de las finanzas de Cuba, Carmelo Mesa-Lago.
“La situación –añade en conversación telefónica– es la peor que se vive allí desde la Gran Depresión” de 1929.
De unos meses a esta parte, la penuria se nota especialmente en dos carencias que han vuelto la vida de los cubanos aún más difícil de lo que venía siendo antes de la bofetada de la pandemia: la crisis del combustible y la práctica desaparición de la carne de cerdo.
El reportaje señaló que el cuidado médico, joya de la llamada revolución, “sigue siendo mejor que la de los países del entorno. De hecho, el número de médicos por cada 10.000 habitantes, unos 90, es el mayor del área”, pero no menciona que los hospitales apenas pueden atender enfermos por falta de medicamentos, sábanas, camas o productos de salubridad.
García culpa en parte al “embargo estadounidense” y menciona “pero sin duda también de los errores del Gobierno”, aunque no especifica que el llamado embargo, que evita la obtención de créditos bancarios permite la compra de productos necesarios al contado.
Al señor García le vendría bien conocer los pormenores de ambas responsabilidades: que un país se reserva el derecho a conceder créditos a quien quiera y que una dictadura de 64 años de vida, como la cubana, no tuvo ni tiene la capacidad ni interés para echar un país adelante.
Vale reconocer que Garcia menciona que “mucho más importante resultan los cerca de 7.000 millones de dólares que los cubanos reciben de sus familiares en el exterior, la mitad en efectivo y la mitad en especie, gracias al establecimiento en Miami y otras ciudades de tiendas donde cualquiera puede comprar ropa, alimentos o medicinas que los suyos en la isla reciben al día siguiente”.
O sea, que “son los cubanos los que salvan a los cubanos. Pero no dentro del país, donde Gobierno y sistema se muestran ineficaces”.
Entretanto, “la disidencia y las protestas, que a duras penas persisten tras la violenta represión de la revuelta del 11 de julio del 2021, no terminan de germinar en un movimiento capaz de forzar un verdadero cambio”.
Más tarde pregunta: “En cuanto al exterior. ¿Quién se acuerda de Cuba? ¿Qué gobiernos internacionales apoyan y ayudan a los cubanos y hasta qué punto?”
Apoyar y ayudar vendrían mejor si se pensara en algo más que en créditos bancarios, que rara vez se pagan, en alimentos, medicinas y petróleo.
Hay países, como España, que miran a Cuba como la gran oportunidad de invertir 'algo', a costa de la insuficiencia de derechos laborales y la oportunidad de salarios bajísimos que benefician tanto al inversor como al gobierno cubano que, como mediador y señor feudal, decide qué hacer, dónde y cuánta utilidad recibir del proyecto inversor.
Si algo falta, es solidaridad internacional para acabar con una dictadura que cumple 65 años en enero.