El mencionado portal británico asegura que la tragedia de las acciones de China se pone de relieve en un informe aún inédito dirigido por la Dra. Shengjie Lai, investigadora en dinámica de enfermedades infecciosas en la Universidad de Southampton.
Según el Mail, el estudio utilizó un modelo matemático altamente sofisticado de propagación del coronavirus para mostrar que si China hubiera introducido medidas de encierro tres semanas antes, los casos podrían haberse reducido en un 95 por ciento, lo que limitaría significativamente la propagación del COVID-19 y su consiguiente número mundial de muertes.
Coronavirus pandemia marzo 2020 europa press.jpg
La pandemia de coronavirus supera el millón de contagios y deja más de 51.000 muertos. La pandemia de coronavirus, que se originó el pasado mes de diciembre en la ciudad china de Wuhan, ha superado ya el millón de contagios y ha dejado por el momento un total de 51.485 fallecidos en más de 180 países.
Peter Steffen/dpa / Europa Press
Resaltan que las autoridades chinas admiten que fueron negligentes. "Zhong Nanshan, uno de los expertos en epidemiología más vistos de China y líder del grupo de trabajo de la Comisión Nacional de Salud sobre la epidemia, dice que si los funcionarios hubieran actuado a principios de enero, "el número de enfermos se habría reducido considerablemente".
Colocan los acontecimientos en orden cronológico, ya que se cree que han sucedido, en lugar de cuando se conocieron públicamente. "Gracias a la ofuscación, ignorancia o autoengaño de las autoridades chinas, gran parte de la información reportada hasta ahora se filtró poco después del suceso"
Incluso las autoridades del país admiten que fueron negligentes. Zhong Nanshan, uno de los expertos en epidemiología más respetados de China y líder del grupo de trabajo de la Comisión Nacional de Salud sobre la epidemia, dice que si los funcionarios hubieran actuado a principios de enero, "el número de enfermos se habría reducido mucho".
"Porque, como revela nuestra línea de tiempo, durante estas primeras semanas cruciales, las autoridades mintieron sobre el contagio del virus, amordazaron a los médicos que sabían lo contrario y dieron falsas garantías al público y a la irremediablemente supuesta Organización Mundial de la Salud" indican los reportes.
CHINA CORONAVIRUAS.jpg
En esta fotografía publicada por la agencia noticiosa Xinhua, un farmacéutico procesa gránulos de la medicina tradicional china en el hospital provincial de Gansu especializado en este tipo de medicina, en Lanzhou, en la provincia noroccidental china de Gansu, el jueves 20 de febrero de 2020. La medicina tradicional china se ha utilizado ampliamente para combatir la enfermedad causada por el nuevo coronavirus.
Fan Peishen/Xinhua vía AP
Según reportó el Daily Mail, más de 5.100 personas fueron arrestadas en China por compartir información en las primeras semanas del brote. Señalan que los disidentes están siendo etiquetados como enfermos para que el gobierno pueda ponerlos en cuarentena médica. Y las aplicaciones de salud utilizadas por decenas de millones de personas para demostrar que están libres de coronavirus se utilizan para vigilar los movimientos de las personas y reforzar el control.
“La temible llamada a la puerta llegó después del anochecer. Afuera había dos hombres con trajes de protección que le dijeron al empresario Fang Bin que habían venido a llevarlo a la cuarentena médica. Pero el comerciante textil, un hombre desgarbado de unos 40 años, no estaba enfermo y los hombres de fuera de su apartamento en Wuhan no eran médicos. Eran oficiales de policía que se enfrentaban a una amenaza con la que el Partido Comunista Chino había estado lidiando tan ferozmente como el propio coronavirus – gente común que valientemente expone la verdad sobre el brote y se niega a callar”, escribió George Knwoles en el medio británico este domingo.
El “crimen” que supuestamente había cometido Fang fue publicar un video que mostraba personas muriendo por el virus y las bolsas para cadáveres apiladas fuera de un hospital claramente abrumado por las bajas en un momento en que China insistía en que el virus estaba bajo control. Fue visto 200.000 veces antes de que los censores lo quitaran, según un reportaje replicado en español por el portal de internet La Patilla.
Fang apeló a la ley y exigió una orden de registro a los oficiales que venían a buscarlo… Entraron por la fuerza y se lo llevaron para interrogarlo. Le ordenaron que dejara de difundir “rumores” sobre el virus, le confiscaron su computadora y lo liberaron. Pero la pesadilla siguió, una semana después, el 9 de febrero, cuando Fang publicó otro video, esta vez con un rollo de papel con las palabras: “Los ciudadanos se resisten. Devuelvan el poder al pueblo”, la policía del régimen regresó. Hace dos meses que nadie sabe nada de él.
BlueprintGreece on Twitter
Fang, movido por el inimaginable horror de lo que estaba sucediendo en su ciudad natal, es uno de los tres denunciantes desaparecidos por el gobierno chino por haber expuesto la aterradora magnitud del brote de COVID-19.
Los grupos de derechos humanos creen que el Fang, el abogado Chen Qiushi y el exreportero de la televisión estatal Li Zehua están siendo torturados y obligados a escribir confesiones en centros de detención extrajudiciales donde, en tiempos normales, la policía china aterroriza secretamente a los abogados y activistas que se consideran enemigos del estado.
En su investigación de este domingo, el Daily Mail denuncia “una cínica y orquestada campaña del régimen chino para detener el debate sobre el virus en el país de 1.400 millones de ciudadanos. “Cientos de ciudadanos comunes están siendo detenidos y multados por mensajes inocuos en línea sobre colas en los hospitales, escasez de máscaras y la muerte de familiares”, asegura el medio británico.
Una mujer sostiene una vela detrás de un cartel con las fotografías de niños perdidos durante una campaña a favor de localizarlos en Wuhan.
Una mujer sostiene una vela detrás de un cartel con las fotografías de niños perdidos durante una campaña a favor de localizarlos en Wuhan. (AP)
Según detalla, la represión sin precedentes comenzó con las amenazas al doctor Li Wenliang y a otros siete médicos por enviar mensajes a sus colegas el 30 de diciembre advirtiéndoles sobre el brote de una enfermedad similar al SARS en el Hospital Central de Wuhan y aconsejándoles que usaran ropa protectora.
Li se vio obligado a firmar un documento policial en el que afirmaba que había “perturbado gravemente el orden social” e infringido la ley antes de volver a trabajar en el Hospital Central de Wuhan, donde murió de COVID-19 el 7 de febrero, lo que desencadenó el dolor y la indignación en toda China.
La injusticia con la que había sido tratado Li se transformó en una protesta nacional en la que el hashtag #wewantfreedomofspeech (queremos libertad de expresión) fue compartido dos millones de veces en el espacio de horas.
Pero unos tuits no cambiarron el curso del régimen, embarcado hace tiempo en un despiadado endurecimiento del control de las redes sociales.
Un día antes de la muerte de Li, el abogado Chen Qiushi – cuyos videos de escenas caóticas en los hospitales de Wuhan con víctimas de coronavirus tendidas en pasillos fueron compartidos con una audiencia de más de 400.000 seguidores de YouTube y 250.000 de Twitter – desapareció. A su familia le dijeron al día siguiente que estaba en cuarentena médica en un lugar no revelado.
Antes de su desaparición, Chen se dio cuenta de que la policía los buscaba y dejó un mensaje inquietante: “Mientras esté vivo, hablaré de lo que he visto y oído”. No tengo miedo de morir. ¿Por qué debería temerle a usted, Partido Comunista?”. Desapareció días después.
Tres semanas después, Li Zehua, de 25 años, un reportero de la televisión estatal china que se rebeló para informar sobre el verdadero número de muertos en Wuhan, transmitió en directo su propio arresto cuando agentes de policía vestidos de civil llegaron a su hogar.
“Se cree que los tres se encuentran en centros de detención secretos, una forma siniestra de encarcelamiento extrajudicial que los funcionarios describen como”vigilancia residencial en un lugar designado”, explica el Mail.
“Todos los desaparecidos corren un riesgo muy alto de ser torturados, y lo más probable es que traten de obligarlos a confesar que sus actividades fueron delictivas o perjudiciales para la sociedad”, explicó a este medio Frances Eve, subdirectora de investigación de la organización de vigilancia china Chinese Human Rights Defenders (CHRD)
Los centros de detención secretos suelen albergar a disidentes como activistas de derechos humanos y abogados. “En la mayoría de los casos que hemos rastreado, la gente que entra ha sido torturada. No tienes acceso a tu abogado o a tu familia o a nadie fuera de la policía”, grafica Eve.
El régimen no habló nunca de ninguno de estos casos. De hecho, el embajador chino en los EEUU, Cui Tiankai, fue interpelado dos veces en TV sobre el destino de Chen Qiushi “No he oído hablar de esta persona… no lo conocía entonces, y no lo conozco ahora”, dijo ofuscado..
La única persona desaparecida sobre la que China ha hecho algún comentario oficial es el multimillonario magnate inmobiliario Ren Zhiqiang, de 69 años, que desapareció en marzo después de llamar al presidente Xi Jinping “payaso”, por haber manejado mal el brote del virus.
Semanas después de su arresto, Pekín anunció queRen estaba siendo detenido por “graves violaciones” de la ley y de las normas del Partido Comunista.
La sofocación de cualquier crítica al manejo del brote por parte del gobierno chino se extiende a todos los niveles de la sociedad. La policía anunció públicamente el 21 de febrero que había intervenido y penalizado a la gente en 5.111 casos de “fabricación y difusión deliberada de información falsa y perjudicial” sólo en las primeras semanas de la crisis.
“Todo el dolor y el miedo que los chinos sentían en las primeras semanas del encierro han sido eliminados de Internet por el gobierno. Detuvieron a personas y las castigaron y enviaron advertencias a la gente para que guardaran silencio y no compartieran lo que experimentaron”, afirmó Eve.
China insiste en que millones de personas en las ciudades afectadas por el COVID-19 utilicen aplicaciones para teléfonos inteligentes con un código de barras para mostrar si están libres de infecciones. Sin embargo, la aplicación accede a otros datos personales y puede utilizarse para aumentar el grado de control social a través de la tecnología.
Pioneros en la denuncia contra el régimen chino, Human Rights Watch China, insiste en que el COVID-19 se transformó en “un pretexto muy conveniente para que un régimen autoritario silencie a la gente y le niegue sus derechos”.
FUENTE: REDACCIÓN