MIAMI.- En apenas una semana, los rebeldes en Siria lograron lo que no pudieron conseguir en meses hace 13 años: derrocar al dictador Bashar al-Assad tras 53 años de opresión que compartió con su padre Hafez al-Assad. Pero no todas las expectativas son buenas. ¿Revolución u otro paso atrás para el pueblo sirio y vecinos como Israel? Es la pregunta que muchos hacen.
Con un amplio currículo de represiones y violación de derechos humanos, quien fue el hombre fuerte de Siria logró frenar el avance de rebeldes en 2011 con la ayuda militar de la Rusia de Vladimir Putin y más de 300.000 muertes civiles.
El mundo, con Estados Unidos, la Unión Europea y la mayoría de los países miembros de la Liga Árabe, pidieron la renuncia del dictador, pero Al-Assad mantuvo el poder con mano dura y el apoyo de Moscú.
Esta vez, Rusia optó por no intervenir, demasiados problemas tiene con la invasión a Ucrania, pero apoyados por el Gobierno de Turquía de Recep Tayyip Erdoan, los rebeldes, que fueron facción de la temida milicia Al-Qaeda y el ejército de Estado Islámico, expulsaron al dictador que huyó minutos antes de la toma de la capital, Damasco.
Según fuentes periodísticas, el líder rebelde Abu Mohammed al-Golani rompió con Al Qaeda en 2016 y emergió como el gobernante de facto del noroeste de Siria controlado por los rebeldes.
En una entrevista con The New York Times, el líder rebelde sirio declaró: “Nuestro objetivo es liberar a Siria de este régimen opresivo".
No obstante, el resumen curricular de Mohammed al-Golani es cuando menos preocupante. El guerrillero y terrorista ha pasado años trabajando para rehacer su imagen pública, renunciando a vínculos con Al Qaeda y presentándose como un defensor del pluralismo y la tolerancia que el mundo democrático no cree.
Incluso abandonó su nombre de guerra y comenzó a referirse a él por su verdadero nombre, Ahmad al-Sharaa.
Sin embargo, la transformación de extremista yihadista a aspirante a constructor del Estado se pone ahora a prueba.
“Creo que, luego que pase la embriaguez de la victoria, se van a matar entre ellos”, comentó a DIARIO LAS AMÉRICAS el especialista en asuntos del Medio Oriente y exfiscal de Israel Mookie Tenembaum.
“Hay muchas facciones, muchos grupos, y habrá una guerra civil multilateral”, como sucedió en Iraq y otros países árabes en los que sectas religiosas islamistas definen intereses políticos, religiosos y protagónicos.
Esta situación, que se desarrolla en un país con varias fronteras, pudiera repercutir en las naciones vecinas.
“Temo que puedan pasar a El Líbano y enfrentar a Hezbolá. También a Irak, donde las tendencias islamistas sunita y chiita viven en un estado muy frágil”, resaltó.
Al final, si los sunitas, que forman mayoría en las huestes rebeldes sirias, logran dominar en la región, “Irán perdería su fuerza”, apoyada en el chiismo, pero está por ver cuánto influye el extremismo musulmán en el desarrollo de esta gran, pero triste, película.
Como espectador muy atento está Israel, que comparte fronteras con Siria y El Líbano.
Por ello y más, Israel aumenta su presencia militar en la línea que comparte con Siria, a la expectativa de acontecimientos mayores en el país vecino.
Y también a la expectativa que grupos armados sirios irrespeten los acuerdos adquiridos con el régimen de Al-Assad que puso fin a las incursiones terroristas en el noreste de Israel luego de que la nación hebrea librara una batalla con el Ejército sirio y ocupara los Altos de Golán en 1973.