TÚNEZ.- RICARD GONZÁLEZ.
Según un reciente informe de la consultora Solfan Group, la cifra de tunecinos que han viajado a Siria e Irak para participar en la yihad asciende a unas 6.000 personas
TÚNEZ.- RICARD GONZÁLEZ.
Especial
A diferencia del resto de países árabes, cuesta oír la llamada a la oración de los muecines en las ciudades de Túnez, uno de los países africanos con mayor consumo de alcohol per cápita. Ni siquiera el Gobierno de los islamistas de Ennahda, vencedores de las primeras elecciones democráticas, pudo dar marcha atrás respecto al proyecto secularizador y laico del padre de la patria, Habib Burguiba, un sistema inscrito en la nueva Constitución democrática del país. Sin embargo, Túnez se ha convertido en la principal cantera del autodenominado Estado Islámico (EI).
Según un reciente informe de la consultora Solfan Group, la cifra de tunecinos que han viajado a Siria e Irak para participar en la yihad asciende a unas 6.000 personas. Arabia Saudita, cuna de la ideología ultraconservadora wahabí, es el segundo que ha enviado más combatientes con 2.500, menos de la mitad.
Las redes extremistas tunecinas no se limitan a exportar soldados y esposas para la yihad -unas 700 emigradas son mujeres-, sino que también han golpeado duramente al propio país. En noviembre, un terrorista suicida asesinó a 12 miembros de la guardia presidencial en Túnez, y unos meses antes, dos atentados contra intereses turísticos segaron la vida de 60 personas, la mayoría turistas extranjeros. ¿Cómo es posible que las ideas yihadistas tengan tanto poder de atracción en la laica Túnez?
Razones tras la huida
"Algunos de los factores son compartidos con otros países árabes, como por ejemplo, la falta de expectativas laborales y vitales de los jóvenes", señaló Sergio Altuna, un experto en seguridad que reside en Túnez desde 2010, en diálogo con DIARIO LAS AMÉRICAS. Con una tasa de desempleo juvenil del 50%, algunos chicos son presa fácil para los cantos de sirena del grupo terrorista Estado Islámico que prometen aventuras y un buen sueldo (hasta 2.802 dólares, frente a los 168 habituales en la economía ilegal).
Además, otro factor es que después de la revolución fueron liberados cientos de yihadistas experimentados en el combate en Irak y Afganistán. Entre ellos, Abu Ayyad, cerebro del asesinato del líder afgano Shah Masud el día antes del 11-S por parte de Al-Qaeda, y fundador del grupo ultraconservador Ansar Al-Sharia. Antes de ser ilegalizada y declarada "terrorista", esta organización se implantó en decenas de mezquitas y creó una espesa red de servicios sociales. Ella era también la encargada de organizar los viajes a Siria.
Ayad Allani, profesor de la Universidad de la Manuba, responsabiliza del crecimiento de Ansar Al-Sharia el Gobierno de la troika, liderado por los islamistas moderados y que llevó las riendas del país un par de años a partir de finales de 2011. "Ya sea por una cuestión ideológica o táctica, permitieron la creación de cientos de asociaciones radicales y no cerraron las fronteras a la emigración en Siria", sostiene el académico.
En 2013, después de los primeros atentados en territorio tunecino, incluido el asalto a la embajada norteamericana, el Estado comenzó a perseguir estos movimientos. La mayoría de los tunecinos que emprendieron el viaje de la yihad lo hicieron antes de esa fecha.
Juventud en crisis
Aunque resulte paradójico, la hostilidad de Burguiba hacia el Islam también ayuda a explicar el éxito actual del yihadismo en Túnez. Y no sólo por la simpatía que una parte de la población sentía después de la revolución por los islamistas, miembros de la familia política más reprimida durante la era del dictador Ben Ali.
"A diferencia de otros países árabes, muchos jóvenes no tienen ningún tipo formación religiosa, facilitando que cale la visión distorsionada del Islam, propia de los yihadistas", sostuvo Altuna. En cambio, por ejemplo, antes del 2011, Egipto ya poseía una larga tradición de grupos salafistas, ultraconservadores pero contrarios a todo tipo de activismo político.
La política de erradicación de todo movimiento islámico de Ben Ali dejó un amplio territorio virgen para la rápida expansión de Ansar Al-Sharia.
Un último aspecto sitúa a la juventud tunecina más cerca de la que crece en los suburbios de las grandes ciudades europeas, el otro plantel del EI, que de los países de la región. Se trata de su crisis de identidad y de valores.
¿Cuál es la identidad de Túnez: árabe, musulmana, mediterránea o francófona? El "modernizador" Bourguiba no tenía ninguna duda. "Marsella está más cerca que Bagdad, Damasco o El Cairo", proclamaba provocador. Sus nietos, no lo tienen tan claro.
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