Bajo la nueva administración Trump, debemos fortalecer nuestras alianzas estratégicas y trabajar en estrecha colaboración con aquellos que comparten nuestros valores y objetivos.
Países como Argentina, El Salvador y la República Dominicana son las naciones que han demostrado ser reales aliados de los Estados Unidos en las libertades de los pueblos, políticas económicas y migratorias
Bajo la nueva administración Trump, debemos fortalecer nuestras alianzas estratégicas y trabajar en estrecha colaboración con aquellos que comparten nuestros valores y objetivos.
Es crucial que consolidemos una red de aliados leales y proactivos, capaces de respaldar nuestras iniciativas en pro de la libertad, la soberanía y la justicia. A partir del 20 de enero, nuestro enfoque será aún más decidido y firme hacia aquellos actores que, con sus acciones, socaven o desafíen nuestros principios.
Este cambio de postura marcará el inicio de una política exterior más alineada con nuestros intereses y valores fundamentales, asegurando que cualquier colaboración esté basada en una confianza mutua y una visión compartida para un futuro de estabilidad y prosperidad.
Países como Argentina, El Salvador y la República Dominicana son las naciones que han demostrado ser reales aliados de los Estados Unidos en las libertades de los pueblos, políticas económicas y migratorias.
El Presidente Milei es uno de los más vocales aliados de los Estados Unidos en general, pero en particular del Presidente Trump. Milei heredo un país en ruina económica, infectado de un movimiento woke en el cual las políticas sociales de izquierda extremista le permitieron a él también una victoria en las urnas como nunca visto en el país, un gran paralelo como el de la victoria de Trump el 5 de Noviembre.
En El Salvador, el Presidente Bukele fue el primer líder mundial en felicitar al Presidente Trump en su victoria en la madrigada del 6 de Noviembre . Bukele ya había tenido una relación exitosa y fructífera con el Presidente Trump, lo que inicialmente dificulto las relaciones con el equipo del Presidente Biden. Esta vez, la relación podar comenzar fuertemente desde el primer día, y los logros en la reducción de migración ilegal a los Estados Unidos desde El Salvador en mas de un 50% y donde hay cero tolerancia con el crimen de pandillas y el país se ha convertido en el más seguro del Hemisferio, además de tener una economía sólida y en crecimiento. Estos logros son un ejemplo que la administración Trump podría recomendar a ser replicado en otros países donde hay grabes problemas de inseguridad y falta de oportunidades, las dos principales razones de la migración ilegal.
Abinader en la República Dominicana has sido un gran aliado y su país se ha convertido indiscutiblemente en el país más próspero del Caribe. La forma en la cual ha manejado la ola de migración ilegal de haitianos en su territorio. Este será un punto de acuerdo entre los dos países.
Venezuela será el país en el que más drásticamente necesitaremos cambiar nuestra política exterior. Durante los últimos cuatro años, el régimen de Maduro ha logrado manipular a un equipo novato e ingenuo del presidente Biden, obteniendo el levantamiento de sanciones a cambio de promesas de “elecciones libres,” mientras continúa deteniendo a ciudadanos estadounidenses para usarlos en intercambios de rehenes. Esta política fallida alcanzó su punto crítico cuando la administración Biden liberó al criminal Alex Saab en uno de estos intercambios.
Estas negociaciones han sido de las más desfavorables en la historia reciente de la región, y este enfoque cambiará desde el primer día. Será prioritario deportar a los criminales venezolanos que el régimen de Maduro ha enviado a Estados Unidos, una medida respaldada también por la comunidad venezolana que respeta las leyes y busca seguridad en el país. Sólo después de esta limpieza podremos replantear nuestra relación con Venezuela, donde esta vez serán los intereses de Estados Unidos los que se antepongan, y no los de Maduro.
Países como Chile, que solía ser un lugar seguro y en los últimos años ha comenzado a enfrentar serios problemas de seguridad, también deberán considerar cómo trabajar en armonía con el presidente Trump. Aunque en el pasado Boric acusó a Trump de ser un criminal, fue también uno de los primeros en reconocer astutamente su victoria y desearle éxito en su nuevo mandato. Esta actitud refleja una oportunidad para establecer una cooperación pragmática en temas de seguridad y estabilidad en la región.
El presidente Petro, quien critico a Trump en los Estados Unidos durante la campaña presidencia también tendrá que ver la forma en la cual mejorar sus relaciones. El aumento a cifras históricas de la cocaína en Colombia no son algo que la entrante administración vea muy favorablemente y será un tema que a diferencia del actual gobierno, no será ignorado.
En Brasil, el presidente Lula no solo ha expresado preocupación ante la posible victoria de Trump, sino que ha apoyado abiertamente a su oponente. Esto evidencia una contradicción en la postura de un país que se presenta como un modelo de diplomacia mundial y exige respeto a su soberanía, mientras interviene indirectamente en los asuntos políticos de otra nación al respaldar a una candidata que no obtuvo el apoyo mayoritario en las elecciones. Esta actitud pone en cuestión la coherencia de la diplomacia brasileña y su compromiso con la neutralidad en la política internacional.
Ahora que Trump ha ganado, estos comentarios, pese a las felicitaciones, son detalles que una administración Trump no olvida. A diferencia de como usualmente actual la izquierda, no considero que deba haber consecuencias inmediatas. Trump no es un Presidente vengativo, sino pragmático que defiende al 100% los intereses de los Estados Unidos. Se puede perdonar, pero nunca olvidar. Con aquellos países y presidentes que compartan nuestros mismos ideales, podremos trabajar en armonía y lograr una colaboración sólida y productiva en los próximos 4 años.