Fidel Castro también se cayó hace casi una década. La imagen le dio la vuelta al mundo y todo cubanólogo que se respeta vaticinó cambios inminentes
A finales de diciembre, Angela Merkel declaró públicamente su u201cprofunda conmoción u201d por la que sufrió Michael Schumacher, excampeón alemán de Fórmula 1. Unos días después, la canciller se fracturó la pelvis haciendo exactamente lo mismo: esquiando. A diferencia de su compatriota, que está en coma inducido, a Merkel la espera solamente -si se creen las declaraciones oficiales- un repliegue casero desde donde podrá seguir moviendo los hilos de Europa. El diagnóstico es, como todo lo médico, solo para especialistas: u201cContusión u2026 asociada a una fractura del cinturón pélvico posterior izquierdo u201d. Lo que no pudieron hacer las velocidades en ese carrito espigado y vertiginoso a quien Schumacher le sacó siete medallas de oro, lo pudo una caída aparatosa en una pista de esquí, en los Alpes Franceses. Una caída, un accidente. n
Hablando de accidentes de esquí, así murió Natasha Richardson, la actriz inglesa que dejo viudo a Liam Neeson y desconsolada a Vanessa Redgrave, en 2009. La familia real holandesa también perdió su príncipe, Friso, el año pasado. Tuvo una muerte Blanca, más de veinte minutos enterrado en la nieve. Hablando de familias reales, el ánimo popular perdono a Su Majestad el Rey Don Juan Carlos de Borbón, decenas de rumores que lo acusaban de esto y de aquello. Claro, era rumorología de portañuela y eso en nuestros países se aplaude. Lo que no le perdonaron a Don Juan Carlos fue el contexto: En 2012 la crisis, que se expandió como una ola desde aquí, estaba anegando España, y eso de ir a cazar elefantes a Bostwana un fin de semana, resultó un lujo demasiado exótico en el imaginario popular. Me atrevo a decir que si no se cae el Rey, no pasa nada. Pero se cayó durante la cacería. La monarquía española, que ni pestañeó cuando acusaron de corrupción a su yerno, está rodando cuesta abajo y hasta ha perdido el respeto institucional. Tanto es así que una de las hijas de Don Juan Carlos fue acusada ayer de complicidad en la corruptela de su marido, por el juez José Castro u2026 n
Hablando de Castros, Fidel Castro también se cayó hace casi una década. La imagen le dio la vuelta al mundo y todo cubanólogo que se respeta vaticinó cambios inminentes. Nada pasó, sin embargo, en esa isla congelada en el tiempo. Pero lo cierto es que la omnipresencia del dictador se fue eclipsando durante los cuatro años siguientes, hasta darle paso a su hermano y ministro de las Fuerzas Armadas, Raúl Castro, quien heredo las riendas de Cuba. Una caída física puede ser una debilidad, puede tener un efecto dominó y tumbar algunas otras cosas. Los símbolos no pueden quebrarse. Las leyendas son tan frágiles a veces que no sobreviven a un desliz. n
Hay quienes ni se quiebran ni se caen pero se inclinan bastante, como la Torre de Pizza. Lo único que le falta a Silvio Berlusconi es deslizarse de nalgas por las escaleras del tribunal. Debe de haberse caído varias veces en sus fiestas u201cBunga Bunga u201d, que se dice eran orgiásticas. El término Bunga es ahora popular en Italia y no es para menos: tiene cadencia y no deja mucho a la imaginación. Pero nadie lo vio caerse en nota. n
Entre los que no cayeron está Margaret Thatcher. La Dama de Hierro, es, hoy en día, una mujer absurda y débil gracias a la película en que Meryl Streep la interpreta, con unas torundas de algodón metidas en la boca (en la boca de Meryl Streep, no de la Thatcher u2026). Sin Hollywood, la Thatcher sería solo la amiguita de Reagan. Pero en vida nunca se dio un trastazo público. n
Otro que no se cae es Putin u2026 De eso nada. Cada vez hay más fotos de su físico invernal y su piel ártica, resistiendo a todo. De hecho, algunos ocultan el material gráfico de sus traspiés, como hizo Cristina Fernández de Kirchner. Desgraciadamente, ella no supo asumir su rol regional y el cocotazo que se dio hace unos años tiempo no le importa a nadie. Pero la caída de Angela Merkel sí tiene importancia. Importancia continental. Ha sido una conciliadora discreta al frente de una coalición de gobierno durante tres mandatos. Criada en la austeridad del comunismo, conoce la necesidad de las políticas sociales. Y el límite necesario. Quisiera que Angela Merkel, que sabe cómo poner cordura en el Viejo Mundo, se limite un poco en su amor por los deportes de alto riesgo. Durante años pensé que los líderes eran una especie en extinción. Estaba equivocada: en el siglo XXI, le toca a las mujeres. A mujeres como Angela Merkel, que son administradoras lúcidas, y que le aportan eficiencia y humildad a la política.