“Pocas personas han hecho más para dañar la seguridad y la justicia en América que George Soros. Inclusive ahora, al evaluar la crisis, resultado de los fiscales que ha financiado. No tiene remordimiento alguno”. Senador Tom Cotton (Rep-Ark)
La declaración del heredero ideológico de George Soros ilustra precisamente por qué Trump fue condenado. El titular es el añorado logro
“Pocas personas han hecho más para dañar la seguridad y la justicia en América que George Soros. Inclusive ahora, al evaluar la crisis, resultado de los fiscales que ha financiado. No tiene remordimiento alguno”. Senador Tom Cotton (Rep-Ark)
El hijo de multibillonario George Soros, Alex, quien recientemente heredó el control de la organización Open Society (Sociedad Abierta) de su padre, no tardó en dar muestra de la hipocresía que caracteriza a su familia. En una publicación en la plataforma digital X, mostrando la primera plana del diario New York Times da instrucciones precisas tras la convicción del expresidente Donald Trump: “Los demócratas deben referirse a Trump como un criminal convicto en cada oportunidad. La repetición es la clave de un mensaje exitoso y queremos que la gente se vea obligada a tener que batallar con la noción de situar a un criminal convicto en el cargo más importante del país”.
La declaración del heredero ideológico de Soros ilustra precisamente por qué Trump fue condenado. El titular es el añorado logro. La ironía es que esto lo dice quien aboga por descriminalizar las drogas, las prostitutas y con ese fin financia campañas de fiscales para que pongan en libertad a criminales reincidentes. Hay que evitar por todos los medios que Trump regrese a La Casa Blanca porque es el mayor obstáculo para las perversiones que nos quieren imponer con su exceso de billones y escasez de principios.
Si bien animando a los demócratas a pintar al expresidente y actual candidato del Partido Republicano a la presidencia como un criminal convicto y descalificarlo para el cargo que busca, también nos muestra la hipocresía de la prédica de su organización.
La doble moralidad que ha sido la característica permanente del concepto de la sociedad abierta, quedó descubierta en todo su esplendor. Cuando abogan por liberar a los convictos, incluso a los reincidentes, la “Sociedad Abierta”, va más allá. Abogan por que se ponga fin a la pregunta en las aplicaciones de trabajo sobre si el aplicante ha sido convicto de algún crimen. De esa forma, esta tropa de irresponsables liberales, aducen que eso sería poner fin a la discriminación. En otras palabras, gracias a esta iniciativa, su compañero de trabajo pudiera ser un criminal convicto, haber cometido crímenes violentos, un traficante de drogas, un secuestrador o bien un provocador de incendios. Pudiera ser culpable de tráfico humano, malversación, homicidio, violación u otros crímenes sexuales, pero nos dicen que aun así los contratemos y pongamos nuestro negocio en sus manos y expongamos a los trabajadores sin noción alguna de quien trabaja junto a ellos a que convivan en el ambiente laboral con cualquiera de estos criminales.
Queda claro que imponer el concepto de cambiar la sociedad, no es por la voluntad de los ciudadanos. Es con el poder de sus billones. Esa es la meta de la familia Soros.
Para eso financian las campañas políticas de fiscales seleccionados. Mientras que en Nueva York los delincuentes son liberados, a pesar de crímenes violentos, al candidato del partido republicano hay que crucificarlo. El supuesto crimen de falsificar récords de su negocio, sin violencia, sin víctimas y sin pruebas es suficiente. El objetivo es influenciar una elección. Intentar que el pueblo americano no pueda votar por su candidato porque este ha sido enviado a prisión y en el caso de no lograrlo, o que no cuente, influenciar a los votantes. Por la compra del famoso “dossier ruso” ordenado por Hillary Clinton para influir indebidamente en la elección del 2016 con fabricaciones y falsedades por el cual su campana pago 12.4 millones de dólares a la firma Perkins Coie solo fueron multados ella y el Comité Nacional Demócrata (DNC) 8 mil y 102 mil dólares respectivamente. En el caso de Trump, la suma en cuestión era un pago de $130,000, saque usted la cuenta.
En Nicaragua, Daniel Ortega encarceló a sus oponentes, los liberó después de proclamarse presidente, los envió a Estados Unidos y los despojó de sus ciudadanías. En Venezuela, Nicolas Maduro descalificó a Corina Machado como candidata. En Cuba, los sicarios del Cartel de La Habana ni esa posibilidad otorgan a los opositores, los eliminan antes de proclamarse candidatos. ¿Qué diferencia hay con lo que ha hecho la administración de Biden, politizando la justicia en este país?
Esta aplicación selectiva de la ley no es nueva. En el 2014, Soros dio 50 millones de dólares a la Asociación de Libertades Civiles para poner fin masivamente a las encarcelaciones. Esta iniciativa contaba con el apoyo del Fiscal General Eric Holder, (responsable del escándalo Fast and Furious que permitió la venta millonaria de armas a delincuentes que se creía estaban vinculados a los carteles de la droga en México). En esta ocasión Holder apoyó la medida, a través de los fiscales financiados por Soros, como bien dijo la experta en terrorismo y corrupción política, Rachel Ehrenfeld: “Se redefinía el código criminal permitiendo a este ejército de fiscales liberar a quienes ellos determinaran a través de alcaldes y gobernadores demócratas. Les funcionó de maravilla durante la pandemia”.
Cuando dicen que el alma de la nación americana está en juego en la elección presidencial de noviembre, no es un eufemismo. O nos definimos como sociedad o perdemos la democracia como la conocemos hasta ahora.
Quizás después del juicio en la corte del fiscal Alvin Bragg, donde brilló la ausencia de justicia e imparcialidad, es que hemos visto con claridad el alcance de la misión que se ha trazado Soros y ahora pretende imponer su vástago. “He desarrollado una estructura conceptual que me pone por encima del resto de la multitud”, ha dicho Soros con la arrogancia que lo caracteriza. Con sus billones pretenden sentar las bases de una sociedad abierta sin consultarlo con nadie. Es la ley de la jungla. Quítate o te quito. Para ello cuentan con el dinero, la prensa liberal y los beneficiados por la compra de voluntades.
¿Qué nos queda? El voto, secreto y sagrado. Ese que convierte a cada ciudadano en el dueño de su destino. Solo así podremos escribir los titulares en noviembre, como dijo Trump tras ser encontrado culpable. Muy a pesar de las instrucciones de Alex Soros de lo que debe repetirse o no.