jueves 12  de  septiembre 2024

¿Dónde está Cuba?

No entiendo el ensañamiento, la rabia, con que se habla de los de la isla, como si todos los cubanos allá fueran igualmente responsables de nuestra tragedia

A menudo escucho hablar o leo artículos de cubanos que llevan muchos años fuera de Cuba, y siento una gran pena. nComparto con ellos el sentido de desarraigo que significa el destierro. No importa si se viaja o no a Cuba, porque quien no pueda vivir en su país, continúa siendo un exiliado.
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Me entristece que en ocasiones este dolor no engrandezca, sino se enquiste y envenene. Con motivo de los intercambios culturales, en el exilio se repite con frecuencia que todos los que viajan a Estados Unidos son representantes del Gobierno cubano, o, lo que es más disparatado, comunistas.
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Para empezar, creo que en Cuba ya no es comunista ni el gato. Habrá revolucionarios, castristas, oportunistas, responsables de muchos horrores, y hasta marxistas trasnochados; pero en cuanto a u201cser u201d comunista, no pondría las manos en el fuego ni por el mismo Raúl Castro. n

En todo caso, no todos los que vienen a eventos culturales o académicos son funcionarios, y a veces ni siquiera simpatizantes del Gobierno. Por el contrario, muchos han tenido que batallar para que se les dejara aceptar una invitación.

Ha habido cambios, a partir de la reforma migratoria que permite a los cubanos viajar. n

También a menudo se afirma que el que escogió quedarse fue porque era partidario del régimen y lo sigue siendo. No lo creo.
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Muchos no se fueron por circunstancias en sus vidas, errores de cálculo, miedo a lo desconocido, indecisión, y el muy legítimo derecho de querer vivir en su país.
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Por mi parte, no desearía que todas las personas buenas se fueran de Cuba. Y sí, un gran número de los cubanos en 1959 apoyaron el proceso revolucionario. Algunos se arrepintieron después. Otros siguen creyendo que el balance es positivo. Y hay que respetarlos, aunque uno no concuerde.
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Muchos deben de tener grandes dudas, porque el futuro llegó, y el sacrificio que hicieron para darles un mañana mejor a sus hijos no dio el fruto que soñaron. Esos hijos se les van de Cuba y los nietos les nacen y se crían en otros países.
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Los miles de cubanos que se sienten así en su fuero interno me producen tanta tristeza como los exiliados. Porque lo trágico, lo verdaderamente trágico, es que en el drama de Cuba, todos perdimos. n

Por eso no entiendo el ensañamiento, la rabia, con que se habla de los de la isla, como si todos los cubanos allá fueran igualmente responsables de nuestra tragedia, y todo el que se fue estuviera libre de culpa. Las aguas que separan a La Habana de Cayo Hueso no son las del Jordán. En ambas orillas cuecen habas.
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Una de las cosas que más me sorprende es la creencia de que la cultura cubana sólo se conserva fuera de Cuba.
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El exilio tiene el gran mérito de mantener viva la cubanía y trasmitirla a las nuevas generaciones. Pero no tenemos monopolio de lo cubano. En la isla abundan los pintores, escritores, músicos, bailarines, actores, historiadores, cineastas, editores e investigadores que aportan su talento creador a nuestro patrimonio nacional.
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Muchos se esfuerzan por rescatar la historia que les fue escamoteada. El cubano en la isla lee, va al ballet, al teatro, a la sinfónica, al cine.
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La oferta cultural, en La Habana al menos, es verdaderamente asombrosa. Quizás porque a pesar de todo el arte está siempre dirigido a minorías, el control sobre estas formas de expresión no es igual que al de hace 40 años. Prueba el canto: la pieza teatral Huevos que se presentó La Habana y más tarde en Miami, y la obra literaria que produce Leonardo Padura desde su barrio Mantilla. n

Es cierto que el régimen cubano no acepta opositores, que golpea y detiene a los disidentes, que saca a la calle a sus turbas a montar los más bajos actos de repudio.
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La vida para el cubano promedio es difícil y se observan grandes diferencias de clases. Hay prejuicios raciales, jineterismo y muchas cosas que criticar en nuestro país.
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Pero tildar a todos los que se quedaron de comunistas, cómplices e ignorantes de nuestra cultura no es sólo una calumnia, sino un sinsentido. Cuba está dentro de cada cubano. Viaja con la diáspora por el mundo entero. Pero principalmente está ahí, en esa isla larga y estrecha de palmeras, valles, montañas, fortalezas, parques, arquitectura; y sobre todo, compatriotas buenos que merecen nuestro abrazo fraterno. nSólo cuando podamos reconocerlo y no veamos en cada cubano en la isla a un enemigo, sanarán nuestras heridas y podremos contribuir a esa Cuba mejor que tantos soñamos.

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