En Venezuela se vive una rebelión popular en contra de una dictadura, ya de eso no queda dudas. El país suramericano vive uno de los momentos más duros de su historia republicana y durante 51 días de protestas en las calles del territorio nacional, la cifra de muertos supera los 50.
La prestigiosa ONG venezolana de Derechos Humanos, Provea, ha identificado una serie de elementos para calificar a las masivas protestas contra el régimen de Nicolás Maduro como "la primera rebelión popular realizada en Venezuela durante el siglo XXI".
Las imágenes que dejan cada una de las manifestaciones son épicas, multitudinarias, llenas de simbolismo, tal como ocurrió el pasado sábado 20 de mayo. Ante tal rebelión, el régimen ha decidido acudir a la fuerza de las bayonetas, traducida en una brutal represión. Por un lado el país democrático, mayoritario, que ha visto cerradas todas las vías para expresarse políticamente a través del voto. Por el otro, un grupo ya derrotado políticamente y siendo minoría en prácticamente todos los escenarios: la calle, la cultura, el liderazgo, la academia, las instituciones, que apela al poder militar y a la retorcida idea de una Asamblea Constituyente sin participación del pueblo venezolano, para perpetuarse.
Ante tal escenario, surge la pregunta ¿cómo derrotar a un estado militar sin escrúpulos? La rebelión popular pareciera no tener marcha atrás, no hay ningún indicio que señale un cambio en ese sentido y, por el contrario, el liderazgo opositor se ha unido en torno a mantenerse en la calle. Bajo ese escenario, un desenlace positivo para el país solo se dará con el debilitamiento o pérdida de la administración de la violencia y la coerción del grupo que mantiene a Maduro hacia el cumplimiento de la Constitución. No es tarea fácil, ni hay nada que permita garantizar su consecución; pero con las acciones de calle y evitando caer en una etapa de violencia desbordada, la oposición ha elevado el costo del gobierno por evitar las elecciones, reprimir y proponer salidas ilegales al conflicto.
Si se observa la postura de la comunidad internacional y de la Fiscal General, quizás se entienda que ese sea un pequeño agujero por donde empiecen a colarse más posturas de ese tipo que terminen de resquebrajar el bloque de poder y procurar el inicio de la transición democrática.
Una dura tarea para el liderazgo opositor, que además debe trabajar paralelamente para evitar el agotamiento, el desencanto y la pérdida de venezolanos, víctimas de la represión.