Traficar con niños es otro de los miserables delitos desarrollados y multiplicados por este régimen. Es una modalidad con la que niños robados son material para conseguir dinero y también para hacer daño a sus seres cercanos.
El Sistema de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes también termina entregando las criaturas a las manos de quien más paga
Traficar con niños es otro de los miserables delitos desarrollados y multiplicados por este régimen. Es una modalidad con la que niños robados son material para conseguir dinero y también para hacer daño a sus seres cercanos.
Los tribunales de justicia, incluido el TSJ, y por supuesto el Ministerio Público, actuando en coordinación con todo el sistema de protección que debería vigilar y garantizar el bienestar de pequeños inocentes, conforman una red muy aceitada sobre la que cuesta conseguir un calificativo que exprese tanta vileza.
Decenas de niños son robados y vendidos mensualmente con pagos entre 40 mil y 200 mil dólares.
Y ¡oh, sorpresa! En este despreciable crimen se encuentran personajes cercanos a Cilia Flores.
El robo de niños es frecuente entre parejas que están en proceso de divorcio o separación y tienen un hijo. Si uno de ellos es funcionario cercano al poder del régimen o un enchufado, con seguridad irá contra el cónyuge, actuará con venganza e impondrá su poder, es decir, le arrebatará el niño a la mamá con el apoyo del grupo delictivo del oficialismo.
El Sistema de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes también termina entregando las criaturas a las manos de quien más paga.
Pero hay más: existe un sistema de adopción internacional que ilegalmente entrega al niño y su documentación.
Así es como muchas criaturas terminan en el extranjero, dejando a sus madres desesperadas en Venezuela y sin esperanzas de volver a abrazar a su pequeño.
Los corruptos al detectar que aumentaba la demanda de niños coordinaron a través de los sistemas de protección el proceso de pescar criaturas; se trata de gente muy pobre a quienes los Consejos de Protección les prometen abrigo y alimento para sus hijos, pero que realmente terminan secuestrándolos.
Se trata de una especie de reclutamiento con el que se han robado al niño para entregarlo a una familia sustituta que puede quedarse definitivamente con la criatura, o que puede continuar en un proceso de transición para iniciar el paso de una adopción internacional.
En muchas ocasiones la madre acusa, se defiende y lucha. Lo hace como puede: apela a tribunales, pero la mafia utiliza a alguien, compran un testigo que denuncie que el niño o la niña ha sido objeto de abuso sexual o maltrato físico, y así le montan a la madre un expediente penal. Mientras la madre está presa acusada de maltrato, el proceso administrativo avanza y siempre culmina con que le quitan al niño, que entonces es dado en adopción. Usualmente se lo entregan a alguien que se va del país.
En toda esa operación actúan los consejos municipales de protección, con jueces y fiscales del mal llamado sistema de protección y también jueces penales.
El seguimiento que se ha podido lograr sobre algunos niños indica que a veces son realmente cuidados por sus nuevas familias, pero la realidad muestra un resultado tenebroso: muchos acaban siendo explotados en diferentes terrenos, incluido el sexual.
Así que el sistema de protección de Niñas, Niños y Adolescentes nada hace, o peor aún, opera contra los inocentes y a favor de desviados explotadores.
El niño o niña resulta un trofeo cuya entrega ejecutan magistrados, fiscales, jueces, policías a cambio del dinero que sobra a los enchufados o gobierneros.
Verónica Petit es un caso: vive en Valencia, tiene 33 años, es médico cirujano general y de laparoscopia. El padre de su hijo, para su desgracia, es Isgar Jacobo Gavidia Márques, su vecino en Naguanagua, quien se dice abogado; el detalle es que Isgar es hijo de Edgar Gavidia Rodríguez, encargado de la sala social del Tribunal Supremo de Justicia del tema de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, y a su vez Isgar es sobrino de Walter Gavidia, exesposo de Cilia Flores, es decir que Cilia es su tía política.
A Verónica la han separado de su hijo; ella se había alejado de Isgar, a quien acusó de violencia física y psicológica; la respuesta fue que la detuvieron imputada por desacato a la autoridad e incitación al odio hacia su expareja.
Verónica fue demandada y detenida y, mientras tanto, el caso avanza en el tribunal tercero con Jesús Alirio Ángel Caicedo. Luego se ordenó su detención, donde fue violentamente activo el fiscal Kevin Sepúlveda, quien llegó a la casa de Verónica con 8 policías, tres patrullas y la coaccionó para que entregara al niño.
En la operación aparecen dos sobrinas de Elvis Amoroso, sí, el mismo que se dice presidente del Consejo Nacional Electoral. Pues, una de las sobrinas es Yoselin Amoroso, coordinadora del circuito de protección de menores de Caracas, quien dirige el sistema de adopción internacional, y la otra, Yoicet, es la asistente del patrón mayor Edgar Gavidia. Por allí todo pasa y se giran instrucciones a jueces.
Ahora Verónica tiene casa por cárcel por razones de salud, es epiléptica. Lleva cinco meses sin saber nada de su hijo. Trabaja o trabajaba en el Seguro Social de Naguanagua, porque dieron la orden de pasar su expediente a Caracas y allí le suspendieron el sueldo por decisión de la presidenta del Instituto Magalys Gutiérrez, nuera de Cilia Flores.
Todos los recursos introducidos han sido inútiles, mientras su hijo está secuestrado por su padre.
Estamos ante un quiebre institucional, de caos, arbitrariedad y tiranía. Un país donde los más vulnerables son los más sufridos, ancianos, mujeres, extranjeros y, por supuesto, los niños.
Hay denuncias en todos los estados. También se sabe de niños vendidos a grupos armados. Esto es este régimen.