Cuando todo el mundo celebraba el día del amor y la amistad, The Conversation, una red en línea de medios sin fines de lucro, con noticias e informes de investigación académicos, aseguraba que San Valentín no fue ni amante, ni patrón del amor.
Cuando todo el mundo celebraba el día del amor y la amistad, The Conversation, una red en línea de medios sin fines de lucro, con noticias e informes de investigación académicos, aseguraba que San Valentín no fue ni amante, ni patrón del amor.
De hecho, la celebración proviene de un evento litúrgico para conmemorar la decapitación de un mártir cristiano del siglo III, o quizás dos, pues la historia se repite con diferentes versiones, de acuerdo con Lisa Bitel, de la Universidad de California.
Según Bitel, las pesquisas de una orden de monjes belgas, durante tres siglos, revelan que hubo al menos más de un Valentín que murió un 14 de febrero, ejecutado durante el reinado del emperador romano Claudio Gótico (269-270 d.C.) en un momento en que la persecución de los cristianos era la norma.
Esto nos lleva a preguntarnos, ¿por qué la humanidad recurre a la violencia para preservar la especie? ¿Acaso lo llevamos en los genes?
El debate sobre este tema es antiguo e intenso.
Durante el siglo XX, se siguió el principio asociado con el filósofo francés del siglo XVIII Jean Jacques Rousseau, según el cual los humanos "primitivos", en un "estado de naturaleza igualitario”, eran fundamentalmente pacíficos.
Otros, en cambio, se apegan todavía a la corriente hobbesiana del siglo XVII del lobo contra los lobos, en el que cada ser humano lucha contra todos.
Lo cierto es que nos encontramos nuevamente en los albores de un nuevo conflicto bélico.
Por lo menos es lo que se desprende del constante flujo de información de los servicios de inteligencia estadounidenses, sobre el incremento progresivo del número de tropas rusas en la frontera con Ucrania.
¿Tendrá razón la inteligencia estadounidense esta vez?
La mayoría de los periódicos, a ambos lados del Atlántico, están llenos de historias sobre los últimos movimientos de las fuerzas armadas rusas y los complots que pueden justificar una invasión.
Sin embargo, como advirtió la publicación Político en un reciente análisis, hay riesgos en tal estrategia pues está ayudando a inflamar los miedos y las tensiones.
Fuera de la burbuja de Washington, es difícil saber cuánto de esto es relevante para el estadounidense común, cuando hay otras preocupaciones como la economía, la pandemia de coronavirus y los delitos violentos.
Por lo pronto, los índices bursátiles cayeron dramáticamente, mientras los precios del petróleo y el oro siguen subiendo.
Al parecer la estrategia de la Casa Blanca es compartir tanta información como sea posible, por eso, entre otros detalles, sabemos de la decisión de enviar a Europa del Este 1.700 soldados de la 82ª. División Aerotransportada, entretanto otros 8.500 soldados estadounidenses en espera.
De acuerdo con los pormenores, los servicios de inteligencia estadounidenses están al tanto de todo lo que pasa en el Kremlin.
Por supuesto, las imágenes satelitales tomadas por empresas de tecnología comercial han desempeñado un papel importante en la recolección de datos, que igualmente están disponibles para los medios de comunicación.
Pero ¿podremos estar seguros de la próxima movida del presidente ruso Vladimir Putin?
El uso de inteligencia en toda esta crisis ha fortalecido la idea de una "invasión inminente”, pero puede que no sea necesariamente el enfoque más inteligente.
¿Será que Putin, al enterarse de todos los informes y especulaciones en la prensa sobre su inminente invasión a Ucrania, reconsiderará sus planes? O ¿es posible llevar a cabo una diplomacia significativa, cuando todos los medios anuncian que los rusos están a punto de llevar a Europa al peor conflicto desde la Segunda Guerra Mundial?
Además, las informaciones de inteligencia no siempre se basan en información sólida.
Un ejemplo flagrante fue durante los meses previos a la invasión de Irak, liderada por Estados Unidos en 2003, cuando se acumuló “evidencia” que probaba que Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva.
Luego se supo que esta suposición estaba sustentada en afirmaciones falsas de fuentes de inteligencia dentro de Irak, que tenían sus propias razones para invitar a las fuerzas internacionales para derrocar al entonces dictador Saddam Hussein.
Las circunstancias hoy en día son claramente diferentes, pues los rusos sí están desplegando una enorme fuerza armamentista tanto en tierra como en mar. De eso no hay duda.
Sin embargo, demasiada información circulando libremente, en un contexto tan volátil, podría servir de estímulo para una guerra imparable.