domingo 1  de  diciembre 2024
opinión

La extorsión y el circo del régimen

En el reino de la extorsión abunda el circo, porque pan no hay
Diario las Américas | IBÉYISE PACHECO
Por IBÉYISE PACHECO

Olga Mata es una simpática señora de 72 años que se divierte con los videos caseros que permiten los recursos digitales. Probablemente alentada por sus nietos y añorando el programa humorístico Radio Rochela del desaparecido canal Radio Caracas Televisión, decidió con la ayuda de su hijo Florencio Gil, montar en redes su propio sketch con un guión espontáneo sostenido sobre personajes harto conocidos en la realidad política venezolana. Vimos entonces a una Olga con mucha chispa ofreciendo por Tik Tok las arepas que preparaba en su cocina, a las que -al igual que aplica la oferta comercial de areperas venezolanas- Olga les puso nombres. En esta ocasión, Olga las bautizó con personajes del madurismo.

Acertadísima su ocurrencia, pero la dictadura reaccionó. Fuentes de Palacio cuentan que la más indignada fue Cilia Flores con su rol asignado de arepa “viuda”, conocida popularmente como la arepa sin relleno.

El divertido video no habría trascendido del círculo familiar en un país normal. Venezuela no lo es y las alarmas del régimen se encienden cada vez que alguien públicamente menciona a cualquiera de la pareja presidencial o cuando se habla de temas que ellos sienten que amenaza su poder. Con Olga el sistema persecutorio practicó primero la coacción a través de fiscalía y tribunales, y luego ejerció la descarada extorsión.

Para Olga la sana diversión se transformó en una pesadilla. Un tribunal ordenó su detención. Para presionar su entrega la policía tomó a su hijo de rehén. La fuente emisora de tal decisión ya de por sí, es un despropósito: “Tribunal Especial Cuarto de Primera Instancia en Funciones de Control con competencia en casos vinculados con delitos asociados al terrorismo con jurisdicción a nivel nacional”. En Venezuela un chiste es un crimen. A Olga se le acusó de promover e incitar al odio y su aprehensión se cumplió de inmediato. Estando privada de libertad, el Ministerio Público la coaccionó a realizar una grabación ofreciendo perdón a los personajes mencionados por ella, con un guion escrito y supervisado por un reptil. El video es más devastador que el chiste en Tik Tok. Vemos a Olga en su conmovedora sencillez procurando seguir las instrucciones de un rostro cobardemente oculto. Nada roza la dignidad de Olga. Y sí, a Olga la dejaron ir a su casa, bajo la amenaza de una nueva prisión al mantenerle una medida cautelar que limita su vida. Olga es una venezolana más, víctima de los mecanismos de extorsión de un régimen para el que no hay enemigo chiquito y que no deja cabos sueltos. Cualquiera que se atreva a expresar ideas incómodas, por la vía que sea y por muy humilde que sea su origen, recibirá su lección.

Pero el asunto va más allá. Ahora la tendencia bajo la supervisión de Miraflores es hacer potable la gestión de Maduro en un esfuerzo por disminuir su rechazo y aprovechando la situación desencajada de la oposición.

Normalizar los problemas bajo el eslogan “Venezuela se arregló”, es solo una parte. Está en ejecución un plan que procura abrazar a múltiples sectores, apuntando a seducir a la resistente clase media que ha sido tenaz en sus batallas por la recuperación de la libertad.

El mensaje enviado a distintos niveles por vías diferentes ha tratado de convencer a la comunidad internacional y a venezolanos dentro y fuera del país de que Maduro se ha suavizado. Gestos efectistas de devolver empresas o tierras expropiadas (absolutamente destruidas) están dentro de la narrativa. Como parte de ello, han conseguido la participación de “influencers” -sumados en algunos casos bajo cuestionables procedimientos- para transmitir la sensación de normalidad en un país donde lo único normal es el dolor, el maltrato, el abandono, la destrucción, la indefensión del ciudadano, la ausencia de libertad, en fin, la devastación y el desastre.

Habría que destacar que en esa supuesta normalidad no han liberado a los presos políticos cuyos cuerpos se siguen apagando en las mazmorras venezolanas, con una censura que cada día calla tanto la verdad como el régimen impone la mentira. A quien lo dude, pregúntele a la señora Olga.

El paquete lo complementan cartas públicas que dividen a la oposición, activos mensajes en redes y mucho circo, porque eso sí, Caracas se ha transformado por arte de magia en el ombligo del espectáculo. Mucho dinero hay para eso. El show queda para una élite que publicita la fiesta mientras los que no tienen para divertirse carecen de fuerzas para protestar por el hambre.

En el reino de la extorsión abunda el circo, porque pan no hay.

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