jueves 6  de  noviembre 2025
OPINIÓN

La IV Cumbre UE-CELAC: ¿alianza pragmática o acuerdo de valores?

La Cumbre UE-CELAC en Santa Marta buscará revitalizar la cooperación birregional ante tensiones globales, el giro proteccionista y el menor interés de EEUU en Europa

Santiago Olarte/Latinoamérica21

La próxima Cumbre UE-CELAC, que se celebrará en Santa Marta, Colombia, este noviembre, llega en un momento de crecientes tendencias liberales, tensiones geopolíticas y proteccionismo económico. En este escenario, la relación birregional ofrece una “ventana de oportunidad” para preservar un orden multilateral y promover una cooperación más horizontal. Sin embargo, persiste una discrepancia entre el discurso y la práctica. Iniciativas como el Global Gateway, pensadas para cerrar la brecha de inversión en América Latina teniendo en cuenta la descarbonización, reflejan en realidad las prioridades europeas, según un informe de Oxfam. Por ello, en Santa Marta los mandatarios de ambas regiones deberán demostrar que se puede ir más allá del pragmatismo.

La Cumbre de Bruselas y la renovación de la relación birregional

La Cumbre de Bruselas representó el reencuentro entre América Latina y Europa. Su objetivo era renovar la asociación estratégica después de 8 años sin encuentros de alto nivel. Los mandatarios dejaron en segundo plano el discurso sobre valores compartidos para apostar en un enfoque pragmático centrado en intereses compartidos, como la transición energética y la digitalización. Sin embargo, la Cumbre reveló también los límites de la asociación UE-CELAC.

De un lado, en Bruselas se logró restablecer los canales institucionales que permitieron reactivar el diálogo político. Para ello, la UE se presentó como un socio más confiable y atento a las necesidades latinoamericanas. El lanzamiento de la iniciativa Global Gateway, con la cual Europa prometió invertir 45.000 millones de euros en infraestructuras en América Latina hasta 2027, es un ejemplo de esto. El proyecto pretende responder a la carencia de inversiones en el Sur Global y fomentar el desarrollo sostenible.

Del otro, emergieron fragilidades que comprometen avanzar con el vínculo estratégico. La fragmentación política en América Latina dificulta construir una voz común. La CELAC, principal interlocutor de la UE, es un órgano intergubernamental con limitada autonomía institucional, dependiente de la voluntad de sus estados miembros. Cuando esta última carece, la organización entra en una fase de parálisis, como sucedió entre 2017 y 2021 a causa de las divisiones sobre la crisis venezolana.

La falta de cohesión se evidenció sobre todo frente a la situación en Ucrania. Ante las diferencias entre los gobiernos latinoamericanos, la Declaración final incluyó solo una “condena tibia”, en línea con la prioridad europea de mantener el diálogo con el mayor número posible de gobiernos. Frente a esa situación, la UE optó por una estrategia flexible hacia América Latina, que combina relaciones interregionales, como el caso del acuerdo con Mercosur, y bilaterales, como la modernización del Acuerdo con México y Chile.

En camino hacia la Cumbre de 2025

En el transcurso de los dos años que separan las dos Cumbres, se pusieron en marcha varias iniciativas para concretizar los compromisos asumidos. Entre estas, resaltan importantes acuerdos comerciales y la puesta en marcha del Global Gateway. Sin embargo, los primeros pasos revelan que persiste una discrepancia entre la retórica y los hechos.

El pasado diciembre se firmó, después de 25 años de negociaciones, el acuerdo UE-Mercosur. Aunque se trata de un acuerdo principalmente comercial, su alcance es también geopolítico: pretende evitar una posición de subordinación frente a la creciente asertividad de Estados Unidos, China y Rusia, y promover una cooperación más equitativa. Con este objetivo, además de liberalizar el comercio en varios sectores clave, se asegura el acceso a materias primas estratégicas, pero con la posibilidad de “restringir la exportación de minerales críticos para la transición energética con el objetivo de aumentar la creación de valor local”.

Semanas después, culminaron también las negociaciones para modernizar el acuerdo con México. El nuevo texto prevé una reducción de los aranceles en áreas como el sector agrícola, de servicios y telecomunicaciones, e introduce disposiciones para la lucha contra la corrupción y el fomento del desarrollo sostenible. En febrero entró en vigor el nuevo acuerdo con Chile, que incluye una ampliación del diálogo político, rebajas arancelarias y una mayor inclusión del país andino en la cadena de suministros de materias primas con mayor valor agregado.

El Global Gateway, por su parte, recibió críticas. Los datos sobre su implementación revelan una concentración de proyectos en el ámbito verde y digital, con una preferencia hacia Brasil. Solo un 16% de ellos se enfocan en la salud o la educación, sectores clave para el desarrollo. Además, como señala el investigador Theodoro Luciano, no se trata de fondos adicionales, sino más bien de una reorganización de fondos precedentes. Otros analistas resaltan una falta de transparencia, dificultad de acceso a las informaciones, especialmente para pequeñas y medias empresas, y una escasa participación de actores latinoamericanos. Un informe reciente escrito por Counter Balance, Eurodad y Oxfam, después de haber analizado ms de 40 proyectos, afirme que la iniciativa “promueve los intereses económicos y geopolíticos de Europa”.

La Cumbre de Santa Marta y los próximos desafíos

A dos años de la precedente Cumbre, el contexto geopolítico se revela aún más complejo, reforzando la necesidad de la asociación entre América Latina y Europa.

El regreso de Donald Trump representa un factor crucial debido a los cambios en las prioridades de la Casa Blanca. En la pasada Conferencia de Seguridad de Múnich, el vicepresidente estadounidense J.D. Vance dejó claro que Europa ya no es una prioridad para Estados Unidos. La ruptura de la relación transatlántica lleva a la UE a repensar sus alianzas externas. América Latina aparece como un socio preferencial debido a los intereses en común.

Europa enfrenta también un problema de legitimidad. Su posición frente a la situación en Gaza fue percibida, por parte de los estados latinoamericanos, como hipócrita respecto a la dura condena hacia Rusia. Esta doble moral refuerza la imagen de una UE que actúa por conveniencia propia.

Para América Latina, aunque la región tampoco figura al centro de la agenda, la reaparición de Trump acentúa aún más la fragmentación política, creando mayores fricciones entre gobiernos que simpatizan con su modelo de gobierno y otros que la condenan. Los recientes ciclos electorales profundizan las divisiones y dificultan la coordinación regional.

Por estas razones, en Santa Marta los líderes de ambas regiones deberán enfatizar los intereses comunes, como en el caso de la transición energética. Algunos analistas hablan de “interregionalismo verde”, que busca incluir compromisos para el desarrollo sostenible en acuerdos interregionales. La presidencia de Colombia en la CELAC podría facilitar este camino, aunque cabe recordar que el presidente Gustavo Petro enfrenta actualmente una crisis interna. Además, será fundamental profundizar el alcance del diálogo, incluyendo temas relevantes para América Latina, como migración y criminalidad.

Conclusión

Frente a este panorama, la próxima Cumbre presenta la ocasión para reforzar el vínculo birregional. La histórica alianza de valores puede servir de base para construir una nueva agenda de cooperación que refleje los cambios en el sistema internacional. Por esta razón, es necesario enfatizar los intereses compartidos con el objetivo de mejorar la inserción internacional de ambas regiones. Europa deberá mostrar que iniciativas como el Global Gateway no responden solamente a intereses propios, sino que se trata de una real apuesta para el desarrollo latinoamericano. Del otro lado del Atlántico, se necesitará avanzar en mecanismos de integración y concertación regional, con el objetivo de poder aprovechar al máximo el vínculo con Europa. Solo de esta forma se podrá alcanzar una relación que vaya más allá del puro pragmatismo.

Santiago Olarte es Internacionalista especializado en temas de cooperación regional e interregionalismo, con un enfoque en América Latina. Actualmente estudiante de doctorado en el Instituto de Ciências Sociais de la Universidad de Lisboa.

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