El hipotético diálogo propuesto por el presidente Trump, para encontrarle salida a la hecatombe de Venezuela debe ser alentado porque, en definitiva, es un mecanismo pacífico de resolución de controversias. En el caso, concreto, no obstante, es un camino, muy empedrado, resbaladizo, lindante con lo imposible.
Alguna vez, Faruq I, monarca de Egipto que además de tirano, asesino, disoluto, era cipayo –mediante carta pública, le agradeció a Hitler, haberlo invadido - fue invitado por, Churchill, al número 10 de Downing Street, Londres, Reino Unido, en circunstancias difíciles, aunque no tanto como las de los venezolanos de ahora. Pero, Faruq I, además de lo dicho, era ladrón, cleptómano compulsivo y en un descuido de su anfitrión le birló el reloj de bolsillo, leontina incluida, ambos, de oro de 21 quilates. Después se jactaba de haberlo hecho.
El hipotético dialogante con el señor Trump, es un lisiado moral y mental, que no aduna los reflejos, rapidez, las manos de seda, del monarca antes mencionado. Inepto, de emularlo, inepto físicamente, también, como supuesto bailarín de salsa. Sin embargo, de programarse en las fementidas conversaciones, algún break, almuerzo, cena, merienda, seguro que se embolsilla varias cucharas y alguna taza. Y si la cubertería es de plata, se la embolsilla completa.
Hay cosas peores que actuar como lo que se es –un ratero vulgar. Coludirse con los sedicentes facilitadores, Samper Pisano o Zapatero o Danilo Medina, en mesa de negociaciones vaya a saber usted, a cambio de cuánto. Armar farsa con quienes simulan ser opositores, pero pasan quince y último a “retratarse” por la taquilla del narcotirano. Acudir a cualquier otro mecanismo de solución pacífica de controversias, plebiscito, mesa redonda, mesa ovalada, cabildo abierto, asamblea ciudadana, de mala fe para ganar tiempo y en paralelo, torturar, saquear, depredar y abusar, más y más de niñitos indígenas esclavizados en el “Arco Minero”.
Enfatizamos que el apoyo a toda solución pacífica de controversias, debe ser alentado en los hechos y en el derecho y aquí llegamos adonde no quisiéramos haber llegado: Es contrario a la ley, la Justicia, al recato que, cualquier ciudadano, incluido un jefe de Estado se siente a “negociar” con quien es buscado por la justicia del país del propio promovente del diálogo por delincuente muy peligroso.
El hipotético diálogo promovido por el señor Trump, si se da, no obstante, tendrá que ser, nada convencional. Las agendas tradicionales en el caso Venezuela, ya están fatigadas, exánimes por el uso y abuso. Manoseadas en extremo. Convocatorias a votaciones, que si las ganan es con trampas y si las pierden por no poder trampearlas, arrebatan como con la Asamblea Nacional, con las gobernaciones, con la Alcaldía Metropolitana de Caracas; restructuración del árbitro electoral, a través de un TSJ, desprestigiado por haber hecho de la colusión su ethos; regresos de exiliados y excarcelaciones de presos políticos, para después reincidir. En lo adelante, diálogo como el propuesto por el presidente de EE UU, tiene que portar, dilemas hamletianos diferentes ¿48 o 72 horas para que huyan de Venezuela? Lo único admisible. To be or not to be? Pero los grupos internacionales estructurados de delincuencia organizada. Las mafias. Los cárteles de la droga. Los faracos, elenos, yihadistas, los iranís, a quienes les han sido cedidas las explotaciones mineras, nuestro petróleo incluido, no entienden por las buenas.
Los venezolanos, les damos las gracias al señor Trump por haber colocado todas la opciones sobre la mesa. Si insiste con la del diálogo con el narcobandido, nos permitimos recomendarle ¡Sujétese la cartera!
@omarestacio