La paz del Nazareno es única y sus palabras fueron: “La paz os dejos, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da”. Esta paz es por su prédica de amor sin límites al prójimo y, por ello, es el rey del pacifismo, aunque en realidad es el “Príncipe de Paz”. Sin embargo, dejó bien claro que sus discípulos serían perseguidos como lo fue él, por lo que manifestó que no vino atraer paz sino espada o si fuera mi reino los ángeles pelearían por mí.
Por supuesto, la verdadera paz en Cristo Jesús es en su enseñanza, que nombran cristianismo. La paz de Jesús Nazareno es eterna y su reino perenne; no obstante, habrá paz en la tierra durante su gobierno milenario, donde su territorio se extiende desde el río de Egipto (Nilo) hasta el río Éufrates. Nadie podrá crear aquel reino milenario de paz sin su Rey (Jesús Cristo), por lo que es una quimera en estos tiempos la construcción del Gran Israel.
Israel, su administración política y su ejército Fuerza de Defensa (IDF) avanzaron al Monte Hermón en Siria. Su primer ministro Benjamín Netanyahu habló al pueblo israelí y al mundo para asegurarles que era una estancia momentánea hasta alcanzar un nuevo acuerdo de paz que asegure las vidas y las fronteras de su pueblo Israel.
En el futuro reino milenario del Rey Jesús, dentro de su extensión se encuentra el Monte Hermón. En la antigüedad este monte fue ocupado por las doce tribus de Israel; en especial por la de Manasés (Oriental). Aquí están las fuentes y nacimiento del río Jordán y en aquel tiempo esta cumbre fue conquista por el líder y profeta Moisés.
Del mismo modo, algunos estados israelitas ocuparon el Monte Hermón: el reino de David (1011 a.C. - 971 a.C.), el reino de Salomón (971 a.C. – 931 a.C.), quien amplio su territorio desde el Golfo de Aqaba, en el Mar Rojo, hasta el río Éufrates. Asimismo, los reinos de Judea, los macabeos o asmoneos, (163 a.C. – 63 a.C., finaliza su autonomía con la invasión de Pompeyo el Grande) y con el apoyo de Roma gobierna el rey Herodes el Grande, en Judea (37 a.C. – 4 a.C.).
A la muerte de Herodes el Grande, Roma divide el reino entre los hijos y lo hace una dependencia romana, la provincia de Judea, con Arquelao, no como rey sino etnarca de Judea y Samaria (4 a.C. – 6 d.C.); sus otros hermanos como gobernadores o tetrarcas, Herodes Antipas en Galilea y Perea (4 a.C. – 39 d.C.) y Filipo Iturea, Traconitide y Batanea (4 a.C. – 39 d.C.). Estos estados poseían el Monte Hermón, la ciudad de Jerusalén y su capital era Cesarea Maritima en Samaria.
El Imperio Romano surge con Octavio Augusto Cesar (27 a.C. – 14 d.C.) y lo hereda Claudio Tiberio (14 d.C. – 37 d.C.). Augusto hizo la provincia romana de Judea y a la muerte del etnarca Arquelao, se nombraron gobernadores sobre Judea Samaria por Tiberio. Entre los gobernadores (perfecto ecuestre) de interés en relación con la vida de Jesús de Nazaret están: Coponio (6-9 d.C.), Ambíbulo (9-12 d.C.), Rufo (12-15) Valerio Grato (15-26) y Poncio Pilato (26-36 d.C.).
Durante el mandato del Cesar Augusto, emperador romano, dio orden de hacer un censo en todos sus territorios y el gobernador de Siria, Cirenio, (6 a.C.- 4 a.C.) designado por Augusto, instruyó censar el reino de Judea, bajo la dirección de Herodes el Grande. Por esto, en el censo de Cirenio, María (en gestación de Jesús) y su esposo José se trasladaron a Belén de Judea, del reino de Herodes el Grande, y el Niño Jesús nació en esta ciudad donde también lo había hecho el rey David, ambos son betlemitas judíos.
La predica de Jesús comenzó cuando era un joven de 30 años hasta los 33 en que muere injustamente. En este período estuvo en muchos lugares públicos y en varias sinagogas, que son centros judíos, estuvo en el Templo de Jerusalén construido por Herodes y en muchas ciudades y pueblos, Galilea, Samaria y Judea. Su sentencia definitiva fue impuesta por el gobernador romano de Judea y Samaria, Poncio Pilatos.
Para borrar la identidad y memoria judías y las grandes rebeliones por la independencia del país, el emperador Adriano cambia el nombre de Judea por Palestina, nombre de su antiguo archienemigo, y la incorpora a la provincia romana de Siria Palestina y a la ciudad de Jerusalén por Aelia Capitolina en 132 d.C., un siglo después de la muerte de Cristo Jesús.
No hubo ningún estado o región Palestina durante la vida y obra de Jesús Nazareno. Incluso las ciudades Filisteas, sus ciudadanos originales descendientes de la región del mar Egeo mediterráneo europeo, hoy las pruebas genéticas de ADN en cadáveres de esa época corroboran ese linaje. Este pueblo desapareció como etnia nación y se mezcló con los pueblos de muchas naciones, los cananeos, los babilonios, asirios, griegos y judíos.
Jesús betlemita no eran palestino y mucho menos árabe. Aunque le arrebaten el talit y le pongan otro pañuelo. Ni pogromos ni holocaustos o difamaciones podrán cambian la historia verídica de Jesucristo y afirmo sin equívocos, que Jesús Nazareno era de la tribu de Judá, nacido en Belén de Judea, la tierra de los judíos, emparentado por la línea materna y paterna con el rey David.