martes 18  de  febrero 2025

Si Obama dice "Ya ukrainets”¦"

Una visita a ese país, por muy corta que fuera, es muestra de solidaridad, compromiso con la integridad territorial y con el proceso democrático en esa nación

El presidente Obama tiene esta semana una gran oportunidad de dejar un legado histórico similar al de John F. Kennedy y Ronald Reagan. El lunes viaja a Europa para asistir en La Haya, Holanda, a la cumbre de seguridad nuclear. En Bruselas, Bélgica, asiste a la cumbre EEUU u2013UE. Y en Roma se reunirá con el papa Francisco y las autoridades italianas. Antes de dejar Europa Obama debería ir a Kiev. Sería muy útil que se pasee por la Plaza de la Independencia o hable en la Rada.
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Cuando los comunistas alemanes, asesorados por Moscú, levantaron un muro en Berlín, el presidente Kennedy viajó en 1963 a la dividida capital para decir que él era berlinés. Y en 1987, Ronald Reagan, a pesar de la negativa de sus asesores, pidió a Mijail Gorbachev que echara abajo aquella muralla. Los dos gobernantes infundieron esperanzas a los alemanes para ver un día unida la capital y el país.
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La frase que debería decir Obama en Kiev es simple, u042f u0443 u043a u0440 u0430 u0457 u043d u0435 u0446 u044c ("Soy ucraniano"). Una visita a ese país, por muy corta que fuera, es muestra de solidaridad, compromiso con la integridad territorial y con el proceso democrático en esa nación. Esas palabras traerían el aliento que necesitan los ucranianos para mantenerse férreos ante una invasión foránea superior en hombres y técnica.
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En 1956 poco pudo hacer el presidente Eisenhower ante la invasión soviética que aplastó la revolución húngara. La ONU condenó la agresión, pero en el Consejo de Seguridad se impuso el veto de Moscú. Al entrar los tanques soviéticos en Checoslovaquia en 1968, Johnson sólo pudo reunir en una sola ocasión al Consejo de Seguridad y la URSS uso de nuevo el veto. En Hungría y la República Checa recuerdan la inacción de Occidente y EEUU. Los alemanes no olvidan del apoyo de Kennedy y Reagan. n

Para el bienestar de Europa Oriental, la tranquilidad de Ucrania y vecinos, y para que en el Kremlin comprendan que la invasión no es tolerable en el siglo XXI, el Presidente de los Estados Unidos, sea quien sea, debe de expresar en Kiev el respaldo americano.

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