Es indudable que Donald Trump y sus generales van a sentar las pautas de acción internacional en 2018, particularmente en lo que se refiere a Corea del Norte, a pesar de darle prioridad a su política de “Estados Unidos primero”, interpretada comúnmente como un signo de aislamiento del otrora tradicional jugador global.
Tres de los asesores más cercanos a Trump son militares y su papel en la formulación de políticas de seguridad de Estados Unidos será crucial en los próximos 12 meses.
Aun si el actual secretario de Estado, Rex Tillerson, sobrevive en su cargo, parece cada vez menos probable que la diplomacia tenga alguna oportunidad para contribuir a resolver el desafío nuclear que representa Pionyang, luego de que el propio líder norcoreano Kim Jong-un renovó su mensaje en 2018, diciendo que “Todo EEUU está al alcance de nuestras armas nucleares y tengo un botón nuclear en mi escritorio. Es una realidad, no una amenaza", aunque aclaró que no iniciará una guerra a menos que se vea amenazado.
Con esta espada de Damocles pendiendo sobre la paz internacional, Trump y su troika castrense, el general James Mattis, el secretario de Defensa, el general John Kelly, jefe de Gabinete de la Casa Blanca, y el teniente general HR McMaster, asesor de Seguridad Nacional, han llegado seguro a la conclusión, de que Kim Jong-un no está fanfarroneando.
Tillerson por su parte ha sido siempre consecuente en favor de buscar un acuerdo para una solución pacífica del conflicto, porque lo contrario sería desencadenar una guerra catastrófica en la península de Corea.
Su posición cuenta con el respaldo de la comunidad internacional.
Sin embargo, cuando Tillerson intentó abrir una posibilidad al diálogo bilateral, sugiriendo que Estados Unidos estaba dispuesto a hablar con el líder norcoreano sin condiciones, el propio presidente Trump lo negó alegando que no pensaba hablar con Kim Jong-un, a menos que renuncie primero a su programa de armas nucleares.
Es de esperar entonces que Trump recurrirá a sus asesores militares para decidir qué hacer.
Si Corea del Norte continúa lanzando misiles balísticos de largo alcance y lleva a cabo más pruebas nucleares en el Pacífico, a lo largo de 2018, es casi inevitable considerar otras vías ajenas a la diplomacia e incluso a las sanciones.
Hasta ahora, los tres generales han sido el factor decisivo para que Trump se mantenga por la vía diplomática, a la par que aplica sanciones económicas contra Pyongyang, consideradas como las más duras, que cualquier otro país haya enfrentado en los tiempos modernos.
Sin embargo, el paquete correctivo no ha logrado hasta ahora detener el misil balístico y el programa nuclear, por lo que antes de emprender cualquier acción militar, es probable que Trump insista en convencer a China de que suspenda todas las exportaciones a Corea del Norte, porque sin la ayuda financiera de Pekín, la economía de Corea del Norte colapsaría.
Pero, ¿acaso esa circunstancia obligaría a un impredecible Kim Jong-un a rendirse y renunciar a sus programas de armas o por el contrario, sería tomada como una provocación a la que respondería con la opción militar?
Es este juego de adivinanzas lo que impulsará la toma de decisiones de Trump en los próximos meses.
En algún momento, ¿podrían todos los generales de Trump estar de acuerdo en que solo hay una opción realista: la acción militar?
Si Tillerson sale de su cargo como secretario de Estado, y es reemplazado por Mike Pompeo, el director de la CIA, las probabilidades de que una acción militar tome fuerza en algún momento de este año, parecen mayores. Pompeo pertenece al ala republicana ultra conservadora, con amplia experiencia en asuntos de inteligencia, de seguridad nacional y militares.
No obstante, Trump tendrá que tener en cuenta a toda una gama de actores internacionales como China, Corea del Sur, Japón, Rusia, Europa y la OTAN, que estarán más que ansiosos por evitar una guerra de cualquier tipo en la península de Corea, por lo que buscarán utilizar su influencia para calibrar decisiones radicales.
Incluso si los generales aconsejan a Trump que autorice una acción militar, ¿estará preparado para descartar los temores y advertencias de estos jugadores cruciales en el escenario mundial?
Es aquí donde un poderoso e influyente secretario de Estado, podría desempeñar el papel más importante, incluso más grande que los generales de Trump. ¿Es Tillerson ese hombre?