lunes 17  de  marzo 2025

Un adiós empañado

Nelson Mandela, un"gigante de la historia", tal como lo definió el presidente Barack Obama, ya descansa en paz, tras el entierro de hoy domingo celebrado en su localidad natal donde siempre declaró que deseaba reposar.

Tras su desaparición, es su legado el que toma el testigo de un ejemplo que permitió que a un país superar la división racial que padeció Sudáfrica.
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Sin embargo, el último adiós que ha recibido a lo largo de los días que sucedieron a su muerte ha estado lleno de"anécdotas" que han ensombrecido el merecido reconocimiento a Madiba.

La trivial autofoto de Obama junto a los mandatarios de Reino Unido, David Cameron, y Dinamarca, Helle Thorning-Schmidt, o el bochornoso espectáculo del traductor de signos para sordos que, según sus palabras, sufrió un ataque de esquizofrenia, han monopolizado los debates en los medios de comunicación olvidando el verdadero objetivo del funeral, que era rendir un sentido homenaje a alguien que de forma indeleble marcó la historia moderna.
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Además, ha quedado bastante difuminado el apretón de manos que igualmente Obama dio a Raúl Castro, justo el mismo día que se celebraba el Día Mundial de los Derechos Humanos y justo poco después de que el inquilino de la Casa Blanca criticara a aquellos dirigentes que honraban a Mandela pero no toleraban la disidencia dentro de sus fronteras.

Fuera o no un encuentro planificado, ese saludo debería prevalecer sobre los nimios episodios en los que de forma profusa se fijaron los medios y que de manera igual de prolija se propagaron por las redes sociales. Porque aunque fuera tan sólo un saludo protocolario, el Presidente debería saber que pudo ofender a miles de cubanos y cubanoamericanos, a los que debería explicar por qué lo hizo.

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