Tras las celebraciones de Navidad y año nuevo, los venezolanos vuelven a la cruda realidad. 2014 se presenta con unas oscuras perspectivas económicas y el anunciado u201cnuevo orden económico al socialismo u201d de Maduro no parece que vaya ayudar a la recuperación.
Más bien al revés, la sangrante herida macroeconómica podría hacerse aún más grande con la inflación disparada y una creciente inseguridad física y jurídica que está provocando que nadie quiera invertir en el país. n
Los llamados al culto a la figura de Chávez, además de no aportar nada al complicado día a día de los venezolanos, proyectan una nefasta imagen exterior de un país, que a pesar de las apariencias se aleja paulatinamente de la ortodoxia democrática y se encamina a una dictadura de nuevo cuño. n
Nadie en los aledaños del poder parece estar dispuesto a tender una mano a la oposición y a comprometerse para crear un leal juego democrático en el que la alternancia en el poder sea al menos una posibilidad.
Será éste además un año en el que los venezolanos no acudirán a las urnas por lo que la MUD tendrá que ingeniárselas para no alejarse de los ciudadanos. n
Vienen tiempos difíciles para Henrique Capriles que, sin descuidar su gestión en el estado de Miranda, tiene que convencer a los suyos de su liderazgo y no bajar la guardia en la denuncia de los abusos de Maduro y sus secuaces.
Es en ese territorio, el de la denuncia, donde le sería exigible más contundencia y constancia para no perder el pulso de la calle. La movilización sigue siendo el arma con el que el chavismo puede sentirse presionado e incluso acorralado.
Hacerle probar al régimen su propia medicina podría ser un revulsivo para que den un paso atrás mientras el pueblo mantiene abierta la esperanza de que Venezuela pueda recuperar algún día la normalidad democrática para afrontar con garantías una recuperación económica.