sábado 16  de  marzo 2024
CUBA

Rastrear comida, misión que consume el tiempo y recursos de los cubanos

El alto precio de los alimentos, el desabastecimiento que provoca aglomeraciones y un nivel de vida que lo define la tenencia de divisas, constituyen los temas de conversación prioritarios en la población
Diario las Américas | IVÁN GARCÍA
Por IVÁN GARCÍA

ESPECIAL
@DesdeLaHabana

LA HABANA. - En la vieja cocina de gas solo funciona una de sus cuatro hornillas. En lo que fuera el horno, Susana, jubilada de 76 años, guarda una cazuela de hierro tiznada y un pomo plástico donde echa el aceite. Mientras habla, coge seis huevos y un pequeño aguacate del refrigerador. Cuando termina de cocinarse el arroz, sirve poco más de una espumadera en seis platos diferentes. El menú de ese día es arroz blanco, huevo frito y una fina tajada de aguacate.

“Mis nietos son adolescentes y siempre tienen hambre. Me da pena con ellos. Apenas han comido carne de res, calamares o tomado jugo de naranja. No pueden salir de la casa por culpa del coronavirus y no podemos comprarles chucherías porque sus padres y sus abuelos no tenemos divisas”, dice en voz baja.

Tres veces a la semana, si hay, comen huevo en cualquiera de sus cuatro variantes: hervido, revoltillo, tortilla o frito. El resto de la semana, espaguetis, arroz salteado con salchichas o mortadela. “Cuando viene el pollo a la carnicería (una libra por persona una vez al mes) lo hago bistec para aprovecharlo mejor. Hace dos meses que no viene aceite a la bodega, entonces le saco la grasa del pellejo del pollo y con ella estoy friendo”, cuenta Susana.

Quisiera morirme

Para freír, de vez en cuando consigue plátanos verdes en alguno de los desabastecidos agro mercados de La Habana. “Comer en Cuba es una odisea. Ya quisiera morirme. El boniato, que antes se les daba a los puercos, ahora vale 30 o 40 pesos la libra. La carne de puerco anda perdida y si aparece, una libra no baja de 130 o 140 pesos. Y la carne de res, pescados, mariscos o embustidos de calidad solo pueden comprarlos los que reciben divisas. El trabajador que vive de su salario casi se muere de hambre”, señala la jubilada, que reside en Lawton, una barriada de casas construidas en las décadas de 1930 a 1950, al sur de La Habana.

El alto precio de los alimentos, el desabastecimiento que provoca aglomeraciones y broncas y un nivel de vida que lo define la tenencia de divisas, constituyen los temas de conversación prioritarios entre los cubanos.

Extrema pobreza

Según Carlos, sociólogo, “una investigación que no ha salido a la luz realizada por especialistas en temas sociales, [arroja que] más del 26% de la población cubana vive en la extrema pobreza, muchos en la indigencia. Ese estudio fue realizado hace seis o siete años. En la actualidad esa cifra, evidentemente, ha crecido. La pregunta es cuánto ha crecido. Tengo razones para pensar que debe rondar el 35%. Después existe un sector, entre un 40 y 50%, que, si acaso desayuna, pero no puede hacer dos comidas diarias. Probablemente solo el 10 o 15% de los cubanos desayuna y come dos veces al día. Incluso los que pueden hacerlo, no siempre se alimentan bien debido al déficit de legumbres, vegetales y frutas. Y consumen carbohidratos en exceso”.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) sostiene que más del 40% de la población, en catorce municipios de la región oriental de Cuba padece de anemia. Según el PMA, la anemia afecta, además, al 38% de embarazadas, mientras que más del 40% de los niños cubanos en edad de preescolar, entre cinco y ocho años, no consume o come muy poca cantidad de hortalizas y frutas, lo cual les ocasiona un déficit de vitaminas. Una estadística corroborada por el estatal Instituto de Higiene, Epidemiología y Microbiología.

El PMA se propone invertir algo más de treinta millones de dólares para paliar el déficit alimentario en una sociedad donde la dieta del cubano medio es pobre en micronutrientes y poco saludable. El 25% de los cubanos padece de obesidad debido a hábitos nutricionales inadecuados.

Ni siquiera un pan

Camilo, empleado bancario, considera que, con el recrudecimiento de la actual crisis económica, “el problema de la comida se complica tremendamente. Hace unos meses te podías comer una pizza o un pan con algo. Pero ahora, debido a la escasez de harina y altos precios provocados por la ‘tarea ordenamiento’, puesta en marcha por el gobierno, una libra de pan, si lo encuentras, te lo venden en 40 pesos. Y una pizza de mala calidad no baja de 60 pesos”.

Veinte personas encuestadas, todas trabajadoras, coinciden en que el tema de la alimentación en Cuba es de vida muerte.

“Y no exagero, estamos en un punto que la comida se ha convertido en un asunto de sobrevivencia. Desde hace mucho tiempo los cubanos nos alimentábamos con lo que apareciera. Ahora no aparece nada. Comemos cualquier cosa. Hasta piedra si es posible”, confiesa Lilian, enfermera. Los veinte encuestados aseguran que dedican entre el 90 y el 100 por ciento de su salario para comprar comida. Los que reciben remesas también gastan la mayor parte del dinero en alimentarse. “La diferencia estriba que aquellos que reciben dólares o ganan grandes cantidades de pesos, pueden comprar en el mercado negro o en las tiendas de alimentos en MLC”, asegura Benito, maestro de primaria.

Para adquirir alimentos, los cubanos pasan de cinco a siete horas diarias haciendo colas. Y no siempre pueden comprar lo que necesitan. Esas aglomeraciones, considera Heriberto, médico intensivista oriundo de la provincia de Matanzas, son el factor principal de contagio del COVID-19 “y explica por qué en los últimos seis meses el coronavirus se ha mantenido en una meseta y con un crecimiento constante”.

Además, COVID

Fuentes confirman que, en las provincias de Matanzas, Camagüey y Santiago de Cuba, donde el número de casos fluctúa entre 200 y 400 diarios -en Matanzas alcanzó el pasado martes 790 contagiados- los hospitales se han visto colapsados.

El médico intensivista afirma que en “Matanzas han coincidido muchos factores. Desde la falsa percepción de riesgo de la ciudadanía, creyendo que las vacunas cubanas son una solución mágica, cuando se tiene dudas razonables de su real eficacia, el mal trabajo de los funcionarios del partido provincial, el desabastecimiento de alimentos, medicinas y otros bienes que generan encendidas colas, hasta una apertura precipitada del turismo en Varadero. La mayoría de los turistas rusos llegan contagiados. Andan por las instalaciones hoteleras y sus alrededores sin mascarillas. En esta pandemia la higiene y mantener la distancia social son primordiales. La crisis ha provocado que exista déficit de jabones y detergente. Por tanto, las personas se lavan las manos, y lavan las sábanas y la ropa con menos frecuencia. El gobierno no ha vendido a precios módicos las mascarillas ni desinfectantes, muchos han tenido que improvisar ‘nasobucos’ de tela que no te protegen del contagio”.

El galeno precisa que los hospitales matanceros están a punto de colapsar. “Hay pacientes hasta en los pasillos. Se están ingresando los casos más graves. El resto se les envía a sus casas. O se le manda a un centro de aislamiento que no tienen las condiciones higiénicas ni de seguridad idóneas. Ya se están instalando en la ciudad hospitales de campaña. Si las autoridades no piden ayuda internacional, los servicios sanitarios se verán desbordados”.

El número de contagiados por coronavirus en los últimos seis días ha situado a la Isla en el quinto puesto en América Latina, si lo comparamos con el porcentaje de la población. Brasil, Colombia, Uruguay y Argentina encabezan la lista. Haití, el país más pobre del continente nos supera.

Cuba, la otrora potencia médica del hemisferio vive horas baja. Entre apagones, colas, inflación y desabastecimiento, los cubanos rezan porque las vacunas producidas aquí, funcionen.

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