Ashley Madison es un portal de web que fue creado en 2001 en Canadá con la intensión de prestar apoyo tecnológico a quienes tuvieran la determinación de cometer adulterio o que al menos se viesen atraídos por la idea de echar una cana al aire. Su rasgo más prominente fue la frontalidad con la cual se presentó al mercado potencial invitando a la acción con su lema “La vida es corta, ten un affair”, como ningún otro recurso lo había hecho antes.
Tal agresividad le valió un crecimiento sostenido que se disparó en los últimos cinco años llevando su membresía a casi 40 millones de usuarios inscritos, más de 120 millones de visitas mensuales y una facturación en 2014 de $115 millones. Con unas cifras de esa naturaleza todo el misterio sobre si la infidelidad en realidad existe quedaría resuelto.
Tan seguro como el eslabón más delgado
Todos los expertos convienen en que los sistemas de seguridad de Ashley Madison se encuentran entre los que hacen mejor uso de las herramientas disponibles para proteger la integridad de la data en términos de su privacidad. Por ejemplo el uso de algoritmos Bcrypt para el tratamiento de las claves de acceso de los usuarios compensa la política de no verificación de correo que es tan común en todos los portales que requieren afiliación.
Pero ni esta ni ninguna de las demás herramientas de protección es infalible cuando, tal como se sospecha, la irrupción y fuga de la información contó con la participación de personas que en algún momento estuvieron ligadas a la organización, probablemente en el área de desarrollo de la plataforma.
Varios detalles como el hecho de que el grupo denominado “Equipo de Impacto” se haya ensañado particularmente con el Director de tecnología de la organización al publicar un mensaje dirigido a él anunciando que estaba por vivir “su peor pesadilla” y la historia pasada de conflictos con algunos antiguos empleados que en su momento denunciaron habérseles solicitado ejecutar prácticas desleales para promover el portal tales como invención de perfiles, contribuyen a alimentar la tesis del “trabajo interno”.
Ligados desde el origen
Para bien o para mal, la historia del internet está ligada íntimamente a esa atracción atávica que tenemos los seres humanos por lo prohibido y de ello, en especial por lo sexual. Algunos de los hitos más significativos que nos trajeron a la actual vida digital tienen relación con la distribución de contenido erótico. Es el caso de las primeras transacciones en la red que dieron lugar a lo que hoy conocemos como comercio electrónico, las cuales fueron desarrolladas en los 90 por dos indisciplinados estudiantes de Berkeley.
LEA TAMBIÉN: El dinero digital está reinventando la economía
Un emprendedor de nombre Christopher Mallick organizó la industria alrededor del primer algoritmo que permitió ejecutar autorizaciones de tarjetas de crédito en línea y construyó un imperio de un billón de dólares. La historia no terminó bien pero las contribucioes tecnológicas hicieron posible que Ebay y Paypal sean lo que hoy son. También otros recursos como las cámaras web, los chats o aplicaciones de mensajería, el video streaming y hasta el subtitulado electrónico (CC), encuentran en el mundo de la pornografía sus orígenes.
Mitos y cifras
Las especulaciones acerca de cuanto del total del tráfico que se genera en internet en todo el mundo pertenece al ámbito pornográfico y contenido erótico en general han llegado a circular cifras de un tercio y hasta más de la mitad. La verdad dista bastante de tales magnitudes.
En su libro “Un billón de ocurrencias torcidas” llevado a cabo por los neurólogos Ogi Ogas y Sai Gaddam, reconocidos como los Alfred Kinsey del siglo XXI, producto de un análisis sistemático y muy extenso del contenido erótico en la web, los medios, y la literatura, se muestran resultados que lucen mucho más sensatos.
LEA TAMBIÉN: Asistente de voz de iPhone salva la vida de un joven en Tennessee
Según los investigadores, entre un 11 y 15% de todas las búsquedas que se llevan a cabo en internet tienen que ver con elementos o temáticas eróticas o pornográficas. Por otro lado, y en base a un análisis del millón de sitios con más tráfico determinaron que tanto como 4% de estos están dedicados a la lujuria cibernética. Son magnitudes muy inferiores a las que se suele hacer se referencia probablemente alimentadas por quienes prefieren sentir que sus gustos e impulsos son completamente normales. No obstante, si tomamos en cuenta que la internet tiene hoy mil millones de usuarios las cifras absolutas lucen ciertamente abultadas.
Matar al mensajero
Quienes perpetraron el estruendoso ataque sobre el sitio Ashley Madison parecieran haber tenido una motivación moralista sino al menos basada en algún tipo de animadversión específica contra el mencionado sitio y lo que representa, no obstante aunque con ella lograran acabar con su existencia (poco probable si lo vemos desde el ángulo de los 400 mil nuevos usuarios inscritos desde que la noticia rompió el celofán), poco habrán cambiado las conductas sociales hacia el uso de los recursos tecnológicos para dar rienda a la curiosidad sexual o la infidelidad.
Ashley Madison es solo una de cientos de plataformas que se dedican a este tópico, las más popular llamada Live Jazmin, especializada en encuentros de web cams, tiene un tráfico 10 veces superior. El sitio de citas Badoo cuenta con más de 240 millones de usuarios registrados. Y a estos se suman plataformas de redes sociales como Tinder que promueve citas instantáneas entre las decenas de millones de usuarios que la han bajado a sus smartphones.
Todo indica que este nuevo escándalo de violación de la privacidad en la red solo es el destape de una dimensión extensa y compleja de la vida digital.
LEA TAMBIÉN: Pradiip Álvarez podría ser el primer astronauta venezolano
