domingo 29  de  septiembre 2024
DE PELÍCULA

“The Big Short”: ver para que no lo engañen

Para el común de los mortales quizás sea una sorpresa enterarse de que el flamante mercado financiero no es otra cosa que una sórdida casa de apuestas –recuérdese The Wolf of Wall Street– con un detalle tenebroso: se puede apostar lo mismo al ganador que al perdedor.  Si usted apuesta a que algo va a perder y pierde, usted gana 

Por JOSÉ ANTONIO ÉVORA

JOSÉ ANTONIO ÉVORA 

Es un tema difícil este de la burbuja inmobiliaria que condujo a la crisis financiera del 2007-2008.  Pero nos afecta a todos, y mucho.  Por eso vale la pena ver una película como The Big Short, que recién ganó el Oscar al mejor guion basado en un libro y acaba de salir en DVD la semana pasada con subtítulos en español.

Para el común de los mortales quizás sea una sorpresa enterarse de que el flamante mercado financiero no es otra cosa que una sórdida casa de apuestas –recuérdese The Wolf of Wall Street– con un detalle tenebroso: se puede apostar lo mismo al ganador que al perdedor. Si usted apuesta a que algo va a perder y pierde, usted gana.  De hecho, ahí arrancan tanto el libro de Michael Lewis en el que se basa The Big Short como la película: el genio Michael Burry descubre en el 2005 que el mercado inmobiliario está inflándose demasiado y apuesta en su contra, para asombro de “los entendidos”.

Todo lo que hizo Burry fue revisar minuciosamente los llamados subprime loans, los préstamos hipotecarios para personas que tienen dificultades a la hora de pagar sus mensualidades y por eso mismo se consideran de alto riesgo.  Si alguien con un pésimo historial de crédito logra que un banco le preste dinero para comprar una casa, seguramente le cobrarán intereses muy altos, lo cual complica aún más la situación del deudor. El colmo es cuando miles y miles de esos préstamos se revenden en paquetes con nombres muy bonitos, Collateralized Debt Obligations, los CDO’s.  Estas bombas de tiempo pasaban de mano en mano dejando un rastro de pérdidas irrecuperables que eran las ganancias de los inescrupulosos, lo más decente que se me ocurre para denominar a alguien capaz de ver rentabilidad en un saldo negativo.  Parece un contrasentido, y lo es, que existiera una amplia franja del mercado financiero sujeto a compromisos tan precarios y a pronósticos tan sombríos.  Burry vio que el globo no daba más y apostó al estallido.

The Big Short pone todo eso en contexto, lo desmenuza y lo sirve con la esperanza de que usted pueda tragarlo y después metabolizarlo. Hay momentos en los que nos damos cuenta de que el director, Adam McKay, sacrifica el valor dramático en función del valor didáctico.  Ahí es donde vienen diálogos complicados sobre transacciones, bonos, cuentas pendientes y préstamos anulados, pero igual si usted nació en este país o eligió venir a vivir aquí, debe aprender cómo funciona el mecanismo para poder usarlo, o por lo menos para no dejarse usar.  De lo contrario, nunca será más que una pieza del engranaje.

En su caracterización de Burry, Christian Bale vuelve a demostrar cuanto le gusta asumir personajes complejos, y lo bien que lo hace.  Brad Pitt no intenta lucirse en su papel del banquero retirado Ben Rickert, pero como uno de los autores del proyecto reafirma que sigue siendo el productor consecuente de, por ejemplo,Moneyball, aquella película basada en otro libro del mismo autor.  Si acaso, el que se sale un poco de tono es Steve Carell, quien como ejecutivo de una compañía de fondos de cobertura raya la comedia más de lo necesario.

El autor del libro, Michael Lewis, es un caso curioso.  Nacido en New Orleans, estudió Economía en Londres después de haberse graduado de Historia del Arte en Princeton.  Trabajó primero con el comerciante de arte neoyorquino Daniel Wildenstein, luego con el banco de inversiones Salomon Brothers, y cuando llevaba un tiempo vendiendo bonos en Londres para esa firma renunció, hizo su primer libro sobre las interioridades del mundo de las apuestas bursátiles (Liar’s Poker, o sea, Las cartas del mentiroso) y desde entonces se dedica al periodismo financiero.  Por su biografía, no parece alguien que esté inventando cuentos.

 

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