miércoles 20  de  marzo 2024
ANÁLISIS

La región menos interesada en el cambio climático

Medio Oriente es especialmente vulnerable al calentamiento global y a las consecuentes sequías, y sufre el desabastecimiento de agua, pero no está preocupada por el tema

 

TÚNEZ.- RICARD GONZÁLEZ
Especial

A principio de esta semana, decenas de líderes mundiales dieron el disparo de salida de la cumbre contra el cambio climático en París. De Barack Obama a Xi Jinping, todos ellos realizaron discursos marcados por la ambición y el sentido de urgencia.

Sin embargo, tras su marcha de la capital francesa, se asentó una realidad menos halagüeña: el diálogo a múltiples bandas es lento y farragoso. De momento, las filtraciones de los participantes no son muy optimistas. “Esta conferencia está progresando lentamente, como es habitual en cualquier conferencia climática. Pero ésta no es una conferencia cualquiera”, declaró Jochen Flashbarth, el secretario de Estado alemán de Medio Ambiente.

Los puntos de la discordia no son nuevos: la distribución de los topes de emisión por país, el mecanismo de revisión de los compromisos y la financiación por parte de los países desarrollados de la transformación de los sistemas de producción energéticos de los países empobrecidos.

Se reaviva la tradicional división entre el Norte y el Sur. Medio Oriente, la región que posee la mayoría de las reservas de combustibles fósiles representa un microcosmos de estas dinámicas, pues incluye a países con una alta renta per cápita, como las petromonarquías del Golfo, con otros pobres y privados de recursos energéticos, como Marruecos o Jordania.

Además, la región es especialmente vulnerable al cambio climático y a las consiguientes sequías. La zona ya sufre un grave problema de abastecimiento de agua ante un crecimiento demográfico imparable. Mientras la elevación de las temperaturas podría convertir en inhabitables amplias zonas de la península Arábiga, el delta del Nilo se prevé que perderá en una década el 15% de su tierra cultivable, la más fértil de Egipto, a causa de la salinización del agua y la subida del nivel del mar.

Otras prioridades

A pesar de las guerras que sufre Medio Oriente, que son los mayores contaminantes del planeta, "la región contribuye relativamente poco a las emisiones globales (menos del 6%), pero es muy vulnerable al cambio climático en sus sectores estratégicos como el agricultura, la gestión del agua y el desarrollo urbano", apuntó Raffaelo Cervigni, coordinador regional sobre cambio climático en el Banco Mundial.

Sin embargo, el cambio climático no figura en un lugar privilegiado de la agenda de los países de una región con tres guerras civiles y varios Estados en descomposición. "Ahora mismo, estas naciones se enfrentan a otros graves problemas de tipo social, político y económico", recordó Francesco Femi, de la ONG Climate and Security.

Las encuestas reflejan que los peligros de la atmósfera no sólo son ignorados por los gobernantes. Según un estudio de Pew Research, sólo un 26% de los habitantes de Medio Oriente se muestra "preocupado" por los efectos nocivos del cambio climático, la cifra más baja de todas las regiones del planeta. En América Latina, por ejemplo, el porcentaje supera el 75%.

A pesar de compartir unos mismos desafíos, los países de la zona llegan a la cumbre de París sin haber formado un frente común. "Estos Estados mantendrán posiciones diferentes en París, en función de sus recursos energéticos y de sus alianzas políticas", explicó Femi. A la profunda polarización política que domina el Medio Oriente tras las revueltas árabes, se añade un contexto económico de profunda crisis e intereses contrapuestos entre países ricos y pobres en recursos energéticos.

Contradicciones políticas

Como presidente del comité de las naciones africanas en la cumbre de París, el raïs egipcio, Abdelfatá Al-Sisi, presentó las demandas del continente en su discurso del pasado lunes. Entre ellas, la creación de un fondo anual de 100.000 millones de dólares financiado por los países ricos. Su discurso coincidió con la apertura de la mayor instalación de producción de energía eólica en la zona del Mar Rojo, un proyecto hecho realidad gracias al apoyo económico de Alemania y el Banco Europeo de Inversiones.

No obstante, los activistas egipcios no están impresionados. “Existe una gran contradicción entre el discurso de Al-Sisi en París, en el que llamó a la solidaridad intergeneracional, y sus políticas sobre el terreno. Parece que su verdadero objetivo sea sólo recabar ayudas económicas por parte de los países desarrolladas”, espetó Amina Sharaf, responsable de Medio Ambiente de la ONG ECESR.

Como prueba, Sharaf señaló la decisión del pasado año de levantar la prohibición a las empresas de importar carbón para generar electricidad. La medida no sólo aumentará de forma sensible las emisiones a la atmósfera, sino que pone en peligro la salud de las poblaciones que viven cerca de las fábricas.

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