En algún momento de la primavera de 1966, recuerda Evelio, 84 años, residente en un intricado caserío del municipio Ovas, Pinar del Río, provincia a 175 kilómetros al este de La Habana, “se apareció un grupo de funcionarios del gobierno para inaugurar la electrificación en la zona. Montaron una tarima y pusieron altoparlantes por todo el poblado. Se corrió el rumor de que Fidel iba a estar presente. Los guajiros nos vestimos como si fuéramos a un guateque dominical para celebrar el acontecimiento. Estaban esperando por el comandante para bajar el catao y alumbrar el pueblo”.
"El trabajo fue una chapucería. No afectó tanto a los pobladores del caserío porque estábamos acostumbrados a vivir sin electricidad. Algunos campesinos tenían refrigeradores que funcionaban con queroseno y radios de magnetos. En época de zafra azucarera, el central de la zona generaba electricidad con bagazo. No había tantos electrodomésticos como ahora y el televisor era un lujo para la mayoría de los vecinos. El bajo voltaje y los apagones se mantuvieron hasta a finales de la década de 1970 cuando se construyeron más termoeléctricas”, rememora Evelio.
Un ingeniero eléctrico jubilado cuenta a Diario Las Américas que como muchas estrategias implementadas por Fidel, “no estaban respaldadas por la asesoría de especialistas. Cualquier tontería o fantasía que le pasaba por su cabeza, el barbudo quería llevarla a cabo. Ese voluntarismo causó enormes daños a la economía del país. En nombre del desarrollo puso en función casi todos los recursos financieros y humanos a pesar de que no eran sostenibles. Desde intentar disecar la Ciénaga de Zapata y sembrar café en el llamado Cordón de La Habana hasta el pastoreo Voisin y la zafra de diez millones de toneladas de azúcar. Todas esas campañas fueron un fracaso. Con la electrificación el plan era bien intencionado, pero la forma de hacerlo sin contar con respaldo energético para sostener el aumento de consumo fue un disparate”.
“Se quiso industrializar el país sin tener la capacidad de generación necesaria. Los apagones comenzaron en los años 70. Unos eran provocados por el déficit de generación eléctrica. Otros para racionar combustible. Después de la crisis de octubre de 1962, tras los insultos a Kruchov, la entrega de petróleo de la antigua URSS disminuyó gradualmente. Entonces, para ahorrar combustible, comenzaron los apagones en La Habana y en ciudades cabeceras de provincia. Una empresa eléctrica no está diseñada para apagones. Mucho menos después de implementado el sistema electroenergético nacional. Los especialistas tienen que ser previsores. Para que no se caiga el sistema, las cargas deben fluctuar entre 50 y 60 gigahercios".
"Por orientaciones del gobierno se comenzaron a diseñar circuitos apagables y otros que se mantendrían encendidos. Después del fracaso de la zafra de 1970, a Fidel no le quedó más opción que seguir la disciplina comunista regida por Moscú. Tres años después, Cuba entró en el CAME y un grupo de especialistas soviéticos y checos recomendó la construcción de termoeléctricas en diferentes zonas del país para mejorar la generación y poder sostener el crecimiento económico. Es cuando se construyeron la mayoría de las actuales termoeléctricas, ya obsoletas, que repletas de remiendos aún generan electricidad. Fidel, que siempre le ha gustado presumir de tener la tecnología más avanzada, compró maquinarias y equipos japoneses para la de Cienfuegos, la más moderna hasta la construcción en 1989 de la Antonio Guiteras en Matanzas, de tecnología francesa”.
“Fue en la década de 1980 cuando los apagones disminuyeron, aunque nunca desaparecieron. Pero las interrupciones eran de menor tiempo. Ya en los años 60 hubo apagones de ocho horas diarias en algunas regiones. En los 70 entre cuatro y seis horas. En los 80 las interrupciones eléctricas fueron mínimas. Te hablo en circunstancias normales. No los apagones por averías o desastres naturales como los ciclones”, concluye el especialista.
Arístides, exfuncionario de Comercio Exterior, afirma que “la mayor parte de los apagones de finales de los 70 y los 80 se pudieron evitar. El país recibía hasta trece millones de toneladas anuales de petróleo de la URSS. Pero para obtener divisas, Fidel orientó exportar petróleo. Cuba llegó a ocupar el puesto 35 entre los países exportadores de combustible”.
Gilberto estudió cinco años ingeniería nuclear en la extinta URSS. En su opinión, “Fidel decidió construir tres centrales con energía nuclear para garantizar sin sobresaltos la generación eléctrica en el país. Se analizó cuál era la mejor tecnología, después de la estadounidense, que no podíamos comprar debido al embargo económico, y se llegó a la conclusión de que era la francesa. Su hijo, Fidel Castro Díaz-Balart estaba al frente de ese proyecto.
“Pero por diversos acuerdos con la URSS y para abaratar el coste, se decidió emplear tecnología soviética. La primera de esas centrales comenzó a construirse en Juraguá, en la provincia de Cienfuegos. Las otras dos, una estaría emplazada en el occidente y otra en Holguín. La de Juraguá contaba con reactores similares a los de la central nuclear de Chernobyl. A pesar del accidente, Fidel no quiso parar su construcción. Fue la caída del comunismo en la Unión Soviética lo que detuvo la obra. Se perdieron miles de millones de dólares”, asegura Gilberto.
El laboratorio político Cuba siglo 21, presidido por Juan Antonio Blanco, que radica en Miami, desmontó diversas mentiras de Fidel Castro sobre la electricidad en la Isla. En un discurso de Castro en el Primer Fórum Nacional de Energía, el 4 de diciembre de 1984, expresó que en 1958, antes de que tomara el poder a punta de carabina, que la capacidad del sistema electroenergético era de 397 MW, el número de consumidores 614.000 y alardeaba que en 1982 la generación era 1 millón 633.000 clientes y la generación creció casi seis veces. Cuba siglo 21 demuestra que la capacidad total instalada en el país en 1958 llegó a 773,5 MW, el número de consumidores era de 732.400 consumidores. Además, excepto por averías o huracanes, en la Isla no se producían apagones.
Según Sergio, especialista de la empresa eléctrica, la crisis energética actual se ha agravado por diferentes factores. “La cacareada revolución electroenergética de Fidel, de instalar miles de plantas que consumen diésel para resolver el problema de los apagones entre el 2000 y 2005, cuando los cortes eléctricos eran entre cinco y ocho horas diarias, debió ser una estrategia provisional. Aprovechar ese lapso y construir tres o cuatro termoeléctricas que garantizaran en el futuro el consumo eléctrico”.
“Ni siquiera en los 90, durante el Período Especial, los apagones fueron tan extensos como en la actualidad. En esa etapa eran de ocho y doce horas diarias y ahora llevamos tres años, sobre todo en las provincias fuera de La Habana, que los cortes eléctricos han fluctuado entre diez y quince horas. La catástrofe mayor ha ocurrido el último año en el que el promedio diario de electricidad es de veinte horas diarias. Y en los últimos dos meses ronda las veinticinco horas seguidas en apagón. Lo peor es que no hay solución a corto plazo. El país tenía una capacidad de generación de seis mil MW. Debido al déficit de combustible, obsolescencia tecnológica de la mayoría de las termoeléctricas, falta de mantenimiento y nuevas inversiones, apenas se puede generar dos mil MW diarios y el consumo en los meses de abril a octubre ronda entre 3100 y 3500 MW”, apunta Sergio.
La construcción de los 52 parques fotovoltaicos donados por China va a demorar dos años. Y según diversos especialistas, al no contar con baterías para almacenar las cargas, solo funcionan durante el día. “Las energías renovables son el futuro. Pero dependen de factores como el tiempo. No generan una cantidad de energía estable. La construcción de termoeléctricas y centrales nucleares es indispensable”, concluye Sergio.
El gran problema es el dinero. En 2016, Rusia donó al régimen 1.200 millones de euros para la construcción de cuatro bloques que producirían doscientos MW cada uno. El dinero se esfumó y las autoridades nunca han dado una explicación pública. El cubanoamericano Jorge Piñón, investigador del Instituto de Energía en Texas, asegura que para renovar el sistema electroenergético en la Isla se necesitan 10 mil millones de dólares.
De momento, los apagones en Cuba cada vez son más extensos. Incluso La Habana, que hace un año sufría cortes eléctricos de cuatro horas, desde hace dos meses los apagones son entre ocho y diez horas. Y en las últimas semanas se ha agudizado.
Virgen, residente en Guanabo, al este de la capital, dice que “en la zona hemos tenido apagones de quince y dieciocho horas. Sin contar cuando se cae el sistema, que ha pasado cinco veces, donde no tenemos electricidad durante cuarenta y ocho horas”.
Si usted quiere tomar el pulso del descontento por los apagones maratónicos sufridos por la población, lea los comentarios en el muro de Facebook de la empresa eléctrica. La mayoría reprochan abiertamente al gobierno y piden su dimisión. El gobernante Díaz-Canel es el tiro al blanco de esas críticas.
Reinaldo, trabajador de la empresa eléctrica, dice que en La Habana hay “216 circuitos, pero los que sufren apagones son 109. En las provincias sucede lo mismo. Se supone que hospitales y empresas importantes tengan respaldo eléctrico. Pero en ocasiones hay centros de salud y acueductos que no tienen plantas eléctricas o están rotas o les falta el combustible y también sufren apagones. Sin embargo, los hoteles que la mayoría están vacíos, las sedes de la Seguridad del Estado y los sitios donde trabajan y residen pesos pesados del partido, el gobierno, las FAR y el MININT, tanto ellos como sus familias pertenecen a los circuitos que no tienen apagones”.
Cada día el déficit de generación eléctrica aumenta. El martes 16 de septiembre llegó 2052 MW. Solo se generó un tercio de la demanda. A sus 84 años, Evelio cuenta que “siempre los cubanos hemos sufrido apagones, pero nunca como los de ahora. Tenemos electricidad una o dos horas al día. A veces ninguna. Es como regresar al pasado. Y el gobierno no propone un plan para solucionar este desastre”.
El problema de los apagones en Cuba es que no existe un plan.