En síntesis, Fidel Castro era un hombre con una personalidad oscura y manipuladora, y una sed insaciable de poder. Juraba lealtad a cualquier ideología que pudiera extender su control sobre la autoridad, no por convicción, sino por conveniencia.
La tragedia no es solo que el comunismo se arraigara en Cuba, sino que los llamados "imperialistas" lo financiaran
En síntesis, Fidel Castro era un hombre con una personalidad oscura y manipuladora, y una sed insaciable de poder. Juraba lealtad a cualquier ideología que pudiera extender su control sobre la autoridad, no por convicción, sino por conveniencia.
Contrariamente a la narrativa sofisticada que retrata los más de cincuenta años de Cuba "libre" como un satélite obediente de Estados Unidos, la isla fue, desde sus inicios, un foco de venenoso antiamericanismo disfrazado de "antiimperialismo". Este sentimiento se alimentaba de la falsa creencia de que el Ejército estadounidense había frustrado la independencia de Cuba de España. Desde esta perspectiva, el odio virulento de Castro hacia Estados Unidos no era accidental, sino inevitable.
Muchos insisten en que se puede ser antiamericano sin ser comunista. Yo sostengo que esto es un mito. En la práctica, el antiamericanismo nos arrastra, tarde o temprano, a la órbita del socialismo fabiano y, en última instancia, al comunismo. Cualquiera que sea el camino ideológico que Castro afirmó haber tomado, fue preparado, alentado y protegido desde los primeros días de su carrera política por miembros oficiales y clandestinos del PSP (Partido Socialista Popular), el Partido Comunista de Cuba.
El PSP no era un grupo de soñadores; era el brazo cubano de la política exterior soviética mucho antes de que Castro ganara notoriedad.
Acercamiento a Castro: Para 1956, la inteligencia del PSP identificó a Castro como el vehículo más viable para establecer un estado alineado con la Unión Soviética en Cuba. Para 1958, lo respaldaban plenamente, preparándose para una transición post-Batista.
Lejos de ser un nacionalista que se volvió comunista bajo presión, los vínculos de Castro con las redes marxistas comenzaron en su juventud:
La afirmación de que Castro era simplemente un nacionalista “empujado al comunismo” por las ambiciosas corporaciones estadounidenses tiene dos propósitos:
La negativa, incluso hoy, de muchos académicos a reconocer la Revolución Cubana como un golpe soviético subraya la profunda infiltración de las tácticas fabianas en el pensamiento occidental. La contaminación persiste: incluso ahora, el espectro de elegir a un alcalde comunista en Nueva York sigue el mismo guion que condujo a Cuba a la dictadura: el capitalismo es egoísta, debe ser desmantelado y reemplazado por un sistema “mejor”.
La tragedia no es solo que el comunismo se arraigara en Cuba, sino que los llamados "imperialistas" lo financiaran. Al igual que en Rebelión en la Granja de Orwell, los capitalistas les dieron a sus enemigos la cuerda para ahorcarlos; y en la saga de Castro, el nudo se ató mucho antes de 1959.
Publicado en el Miami Strategic Intelligence Institute (MSI²).